Hace cuatro días, como quien diría, Carlos Álvarez era rival del Atlético Tordesillas; entrenaba al CD Laguna en uno de esos ‘derbis de la Iveco’. Era rival que no enemigo, puesto que en la fábrica hay gente de los dos clubes y entre sus compañeros está Óscar Serrano, quien, hoy, es su presidente. Porque después de llevar a los rojinegros a Tercera, Carlos emprendió un nuevo reto en Las Salinas. Uno que le llevará a vivir en primera persona el martes el duelo copero contra el Burgos CF. “Ojalá estas cosas se conviertan en habituales. Esto es un premio grandísimo a un club humilde. La ilusión del club es grande”, señala.
Solo así podría ser, teniendo en cuenta que el Tordesillas es “un club humilde” que se ha encontrado “con cosas” a las que no está “acostumbrado en el día a día”, como tener que pasar por filtros de la RFEF para jugar en casa o tener que coordinarse con las administraciones tras la declaración del partido de alto riesgo. Como la afición está respondiendo, la ilusión de los directivos es toda. “Nos motiva a seguir trabajando y nos dice que en Tordesillas el fútbol se vive mucho. Hay más de mil entradas vendidas y eso son los socios los que están tirando de esto. Es importante que Las Salinas se llene con gente que ama al Tordesillas”, cree Álvarez.

El ADN del Tordesillas y la ilusión de Las Salinas
La entidad rojiblanca viene de “un verano complicado”, en el que perdió unas cuantas piezas importantes y se tuvo que recomponer. Lo hizo apostando por Álex Izquierdo y un puñado de futbolistas que, tras un inicio con alguna duda, suma cuatro victorias seguidas con portería a cero. “Empezamos con dudas porque la categoría es muy difícil, pero Tordesillas tiene un ADN marcado, de trabajo, y ahora estamos sacando resultados”, pondera Carlos Álvarez, que naturaliza “que la afición se ilusione”. “Es complicado suplir a jugadores que a veces se van, pero nos hemos ganado que en Las Salinas no valga cualquier cosa”, agrega.
No en vano, “el club lleva años trabajando muy bien durante años”. “Hay gente como Óscar [Serrano] o Marcos [Pérez] que hace mucho tiempo empezaron a trabajar con amigos y colaboradores”, recuerda el director deportivo, sin verbalizar momentos duros del pasado. Así, es imposible no ilusionarse, por complicado que sea seguir compitiendo o por muy difícil que vaya a ser el Burgos. “Pero ojalá podamos pasar. Queremos disfrutar y tenemos una ilusión tan grande como la de los jugadores”, manifiesta un Carlos Álvarez que no oculta cierto ánimo de revancha del play-off: “Quizás un clavo saque otro clavo…”.

Carlos Álvarez, siempre cerca del campo
Volviendo a la figura de Carlos Álvarez, puede decirse que su rostro es uno de los muchos del fútbol modesto de Valladolid. En el CD La Cistérniga consiguió ascender a Regional Aficionados al primer equipo, al tiempo que de cuando en vez, junto a su buen amigo Carlos Sebastián, organizaba un torneo nacional alevín. Más tarde, en el CD Laguna, repitió ascenso, pero a Tercera División. La categoría le fue un tanto amarga, pero su buen amigo Óscar Serrano, compañero en la Iveco, le captó para el puesto de director deportivo. Uno a pesar del cual sigue cerca del verde.
“Es algo nuevo para mí, un cambio grande. A mí me gusta estar ligado aquí”, dice, señalando al campo en el que Álex Izquierdo y sus pupilos se ejercitan en Las Delicias ocasionalmente para favorecer a quienes viven en la capital. Y en calidad de entrenador, al ser preguntado, señala dónde cree que pueden estar las claves del partido. “Creo que puede estar en un resultado corto, en hacer un buen trabajo defensivo y aprovechar la que tengamos. A cuchillo y espada, tenemos que aguantar el resultado”, afirma, literario, pero señalando de algún modo la garra que al Tordesillas le trajo aquí.
