El extremo reconvertido a lateral debutó con el Real Valladolid contra el Real Oviedo, primero en Copa del Rey y luego en liga

Foto: LFP
Normalmente cuando se habla de ‘rival fetiche’, en el mundo del fútbol, uno se refiere a uno propiciatorio ante el que suele cuajar una buena actuación o ganar. No obstante, Ángel García, jugador del Real Valladolid, tendrá marcado otro en el calendario no solo porque jugara bien frente a él, sino porque es el rival de los momentos especiales, por lo menos vestido como blanquivioleta.
Contra el Real Oviedo, en su primera temporada en la entidad, vivió una mañana mágica, aquella en la que el Promesas entonces dirigido por Rubén de la Barrera venció a los carbayones en una gran actuación, pero, sobre todo, guardará en el recuerdo dos fechas: el nueve de septiembre de 2015, cuando debutó con el primer plantel oficialmente, en Copa del Rey, y el once de octubre del mismo año, cuando hizo lo propio en liga, con el añadido de que llegó y besó el santo, puesto que marcó el momentáneo dos a dos de un envite en el que los ovetenses marcarían un tercer tanto.
La estadística carece de relevancia alguna, pero lo cierto es que desde que el madrileño es jugador del Real Valladolid, sus dos primeros conjuntos se han enfrentado cinco veces al asturiano, y ha sido titular en cuatro de cinco ocasiones. Lamentará, no obstante, el haber salido victorioso en la primera, tan solo, la relatada del filial en el Nuevo José Zorrilla. En sus dos apariciones a las órdenes de Garitano el equipo cayó, como con De la Barrera en el Tartiere el año anterior.
Una titularidad para probar y probarse

En total son 341 minutos los que ha disputado ante un equipo que para el suyo es hermano, si no se tiene en cuenta el reciente amistoso en Luarca. Allí, en Asturias, fue otra vez de la partida y jugó la primera mitad. Aunque no sufrió como después contra el Alavés en el Trofeo Ciudad de Valladolid, se le vieron los mismos defectos que todavía arrastra de su reconversión a la hora de defender.
Sus lagunas defensivas son todavía subsanables, o eso cabe esperar de un lateral cuya oportunidad en el primer equipo es de sobra merecida, dado su nivel en los años precedentes y su profesionalidad. Discreto, con la cabeza bien amueblada, es un futbolista esforzado en mejorar y en tratar de suplir con actitud lo que todavía no es aptitud.
No significa esto que no sea apto, sino simplemente eso, que debe mejorar, pulir los errores que aún comete, mientras mantiene el tacto en su zurda y su competitividad, siempre alta. Aunque Luciano Balbi parta como lateral izquierdo titular, por aquello de su experiencia y de su procedencia, Paco Herrera lo advirtió hace escasas fechas: él también puede ocupar ese lugar en sus esquemas.
Así, este domingo por la noche ante el Real Oviedo, en el debut de muchos, que a la vez será estreno de todos esta campaña, tendrá una ocasión no para reivindicarse, porque aún no es tiempo, pero sí al menos de responder a la confianza con su fútbol; una, porque aunque se le vio físicamente bien en pretemporada no mostró su mejor versión, y otra, por disipar las dudas que todavía pueda haber sobre su preparación.
Porque favorito no es amigo, y porque aunque lo fuera, lo primero es uno. Y él tiene por delante el reto de seguir derribando puertas y ganarse nuevas oportunidades, porqué no, esta vez de afianzarse en un once en el que estará, salvo contratiempo físico, gracias a la sanción de un partido que Balbi, su competidor por la posición, arrastra de la liga argentina.
