“A Víctor Pérez le comento que vamos a ser los fichajes de invierno”. Las palabras de Óscar en Onda Deportiva encierran una realidad: que su retorno dotará de mayor calidad y alternativas al entramado de Juan Ignacio Martínez.
“A Víctor Pérez le comento que nosotros vamos a ser los fichajes de invierno”. Son palabras de Óscar González esta misma semana en los micrófonos de Onda Deportiva Valladolid, programa que conduce Héctor Rodríguez en Onda Cero. Palabras que tienen gran lógica, a tenor del fútbol que le falta al Real Valladolid y el que a ellos dos les sobra, y que ya han demostrado juntos en las últimas temporadas con la blanquivioleta enfundada.
En los dos años que permaneció Miroslav Djukic en el banquillo del Nuevo José Zorrilla, fueron, junto a Álvaro Rubio, los principales generadores de juego del equipo. Un juego que, en las once jornadas de competición liguera, no ha encontrado continuidad.
A estas alturas, una vez ha transcurrido un tercio del campeonato, no son pocos los aficionados que muestran preocupación por el hecho de que el plantel no haya terminado de alcanzar no solo regularidad, sino también un patrón definido, pues en contra de lo inicialmente previsto, ha sido varios equipos, en lugar de uno.
Lo cual no es del todo malo. Juan Ignacio Martínez ha mostrado la capacidad de adaptarse al entorno y a las complicaciones que se le han presentado en el camino, que no han sido pocas. Aunque, precisamente, el hecho de que hayan pasado once fechas y esa falta de un modelo no ya único, sino al menos habitual, hace que quepan cada vez menos excusas, puesto que en algún momento todos los rivales han pasado ya por una situación semejante.
Las sensaciones transmitidas hasta la fecha son mejorables y la necesidad de que cambien empieza a ser perentoria, aunque la clasificación aún no apremia. Y la mejora debe llegar esté quien esté vestido de corto, sobre el césped, aunque una cosa es cierta, y es que los dos ‘refuerzos’ a los que alude Óscar se antojan necesarios y se anhelan por diferentes motivos.
La jerarquía del salmantino y de Víctor Pérez en el Real Valladolid hace que se les esté extrañando más de menos de lo que se debería, teniendo en cuenta que Fausto Rossi se está destapando como un sustituto de garantías del centrocampista albaceteño y que prescindir de la figura del diez a cambio de jugar con dos delanteros es una fórmula que ha dado buenos resultados, ante la falta de Óscar.
Sin embargo, el italiano todavía no es del todo consistente. Víctor Pérez acumula un buen puñado de partidos en la élite, así como con Álvaro Rubio durante las dos últimas campañas. Aportará, probablemente, cuando vuelva, más intangibles que quien hoy ocupa su puesto por estos motivos, máxime si lo hace de la mano de un Óscar con el que ejerce de bisagra.
Eso es lo que le falta en la actualidad al Real Valladolid. Posiblemente, en parte, porque para enlazar entre dos partes es necesario que estas existan y estén cerca, cosa que no está ocurriendo. En honor a la verdad, Javi Guerra está pasando por el mejor momento de juego de toda su trayectoria, ya que está viendo puerta con facilidad y ha vuelto a ser generador, como cuando estaba en el Levante. Pero no es Óscar.
Y si el plan real pasa por hilvanar jugada, es más necesario el ‘diez’ que el ‘nueve’ entre líneas, ya que aporta pausa, consistencia, creatividad y último pase, mientras Guerra es apoyo, caída a bandas y golpeo allí donde su viejo compañero de fatigas es ruptura. Y esta es, precisamente, una de las cosas de las que el equipo adolece, de falta de ruptura de la última línea rival, incluso cuando juega directo, problema que provoca la falta de ocasiones.
Sin el triángulo que forman los dos “fichajes de invierno” con Álvaro Rubio, el Real Valladolid es incapaz de ocupar la zona de tres cuartos provocando en el rival sensación de peligro. Juan Ignacio, consciente de que a Rossi le falta y de que carece de un segundo mediapunta ha optado por alargar el equipo, por transitar por el carril del diez sin detenerse, sabedor de que hoy día puede hacer más daño estirándose hacia el área.
Así, Javi Guerra ha pasado de ser un fin a ser un medio, de punta de lanza a dirigir el tráfico, pues para dirigir la orquesta le falta la capacidad de llevar la batuta de Óscar. Lo que no tendría por qué implicar que el equipo jugase peor, sino distinto. Aunque, en efecto, juega peor que en tiempos pasados porque no está hecho al modelo y porque en el fondo se resiste al cambio.
No obstante, el retorno de los lesionados, cuando se produzca, podría ahondar en ese contexto alternativo, ya que la posibilidad de seguir jugando con dos puntas natos no sería del todo descabellada si Óscar González pasase a ocupar el flanco izquierdo del ataque -un lugar donde, dicho sea de paso, no le gusta jugar, tal y como ha transmitido ya a su técnico, después de la probatura del Trofeo Ciudad de Valladolid-, resolviendo así la duda que genera la irregularidad de Omar y la efervescencia de Valdet.
Asimismo, la vuelta al mediocentro primigenio, formado por Álvaro Rubio y Víctor Pérez, podría permitir que fuera Fausto Rossi el que hiciera el fuera-dentro en el costado izquierdo, de manera, que ocuparía un carril central y dejaría la cal para las galopadas del lateral y podría bien ayudar en la creación al doble pivote, en una 4-4-2, o bien estar un escalón por encima y juntarse en tres cuartos con Óscar, si es que este recupera su hábitat.
Podría decirse, con todo, que su vuelta lo convertirá en pieza no solo clave, sino también contextual; esto es, en un jugador de cuya posición dependerá el modelo de juego por el que apostará el equipo. Si ocupa una posición escorada, incluso con Víctor Pérez en el once, y por tanto, con los hombres más preparados para el toque sobre el verde, el continuar apostando por dos delanteros hará que su pausa y horizontalidad alterne con la prisa y verticalidad, en busca de la ruptura de Manucho, Osorio o Larsson o la volatilidad de Guerra.
Por el contrario, si ocupa la mediapunta, hoy inexistente, el Real Valladolid se parecerá más a sí mismo, al plan único al que Alberto Marcos se refirió cuando llegó Juan Ignacio Martínez, hasta ahora apenas explorado en lo que va de curso. Podría darse el caso, cómo no, de que el matiz de la verticalidad que diferentes jugadores dicen que ha traído JIM continuase. Pero, a la vez, se matizaría, valga la redundancia, ya que de la influencia y posición de Óscar dependerá la ocupación de las zonas interiores, entre la zaga y el mediocampo rivales. Si él está ahí, la idea será jugar. Si está fuera, el plan será correr.
De un modo u otro, una cosa está clara: el salmantino no yerra cuando dice que él y Víctor Pérez serán los (anhelados) refuerzos invernales. Por su calidad y ascendencia en el equipo, se les espera como agua de mayo. Pero, a tenor de lo visto, probablemente su técnico piense también en ellos -especialmente en González- por las diferentes alternativas que abrirán en el juego del equipo.