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Bienvenido, Míster Arfa

por Juan Díez
8 de febrero de 2020
Celebración gol Alcaraz || Foto:Laliga

Celebración gol Alcaraz || Foto:Laliga

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El Real Valladolid rescata un valioso punto ante el Villarreal con una genialidad de Alcaraz antes de una resistencia heroica en la segunda mitad

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Toni celebra el gol con Alcaraz || Foto: LaLiga

El pueblo de Zorrilla esperaba con los brazos abiertos a su equipo, después del triunfo tan valioso en Mallorca, pero sobre todo aguardaba deseoso la visita de su invitado estrella, que tanto revuelo había generado desde que se anunció este histórico evento.

Había que impresionar y por ello la parroquia blanquivioleta se vistió con sus mejores galas y el partido era lo suficientemente atractivo para que la bienvenida a Ben Arfa fuera aún más agradable.

Eso sí, cuando entró la caravana de Ben Arfa por el césped no arrasó con todo lo que vio a su paso, como sí pasó en la ficción, no revolucionó el gallinero tanto como lo había hecho su mero fichaje, aunque sí logró confirmar un punto que el resto del equipo se había ganado a pulso. Con sufrimiento, con momentos críticos a los que le sometió el Villarreal en una segunda parte monocolor, causa del desgaste de la primera.

No es por ser agorero, pero llamó la atención ver una primera parte tan entretenida, de mucho ritmo, propiciada por un Real Valladolid con ganas de jugar, con muchas ganas, y un Villarreal que no se lo impedía.

Ese ímpetu se notó en cada recuperación de balón. Los de Sergio pasaban de campo con fluidez y siempre encontraban un socio en la banda para prolongar el contraataque. Y mientras Ünal se buscaba el espacio para hacer daño. El turco se veía motivado ante su ex equipo, estaba en todas. De hecho fue el primero en marcar, pero en clara posición de fuera de juego. Hizo amago de celebrarlo, para los más morbosos, pero se quedó en una anécdota cuando el linier alzó el banderín.

No tardaría en celebrarse un tanto –minuto 15–, ahora sí, válido, aunque no de Üal. Intervino en la jugada, muy rápida de nuevo, pero el gran protagonista fue Alcaraz que, viniendo desde atrás, pegó una volea perfecta, a centro de Sandro. Qué bien lo hizo el canario, y qué mal unos instantes después.

El Villarreal regaló la pelota y dejó a Sandro completamente de cara a portería. Tan fácil lo vio que tan mal la pegó. Desperdició un dos a cero que tan bien habría venido a la parroquia pucelana, que sufrió la primera taquicardia cuando Alcácer la mandó al larguero. Era fuera de juego, eso sí, pero ya anticipaba que el hecho de no sentenciar podía pasar factura.

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El cansancio hizo mella y los cambios no mejoraron

No sentó bien el descanso a los locales. Parecía que se lo habían dejado de creer. Hasta Zorrilla tuvo que echar voz de su famoso cántico de “Pucela échale eso con lo que se hace la tortilla”. Veía a su equipo desfondado, más aún tras el empate. Quizás no tanto por recibirlo, sino porque el golpe llegó con el suspense del VAR, ese gran desconocido todavía para la mayoría.

Los de Calleja botaron un córner desde la derecha y le cayó el balón a Iborra quien, según el colegiado (en ese momento), cometió falta sobre Moyano. El balón suelto lo recogió Gerard Moreno, quien marcó, previo pitido del árbitro que señalaba la infracción anterior. Era una jugada en la que, supuestamente, el VAR no entraría puesto que el colegiado la había visto. Prueba de ello es que la pitó. Sin embargo, desde Las Rozas le contaron la evidencia de que no había absolutamente nada, corrigió la decisión tras consultarlo con la pantalla, y decretó el empate.

Llegó el momento de sufrir y de rezar por un contragolpe que con el paso de los minutos se convirtió en misión imposible. Se intentó, pero la entrada de Hervias y Miguel no ofreció toda la frescura que se les pedía. Por tanto, quedaba resistir. Con Salisú y Carnero en su versión óptima era más fácil y si ya Alcácer perdonaba un mano a mano casi igual de clamoroso que el de Sandro, mejor que mejor.

Y con diez minutos por delante apareció la caravana de Ben Arfa, al que se le notó que le queda tiempo para ponerse a tono. Ayudó un poco a oxigenar, incluso dio la opción a Alcaraz de marcar al filo del descuento, pero su disparo se fue desviado. Igual que el de la falta directa posterior con la que el choque llegó a su fin.

Así se consumó un empate luchado, que sabe bien, no porque se afrontara sin la obligación de ganar, sino porque tras la victoria en Mallorca puntuar ante un rival tan potente como el Villarreal es positivo. De momento, los pucelanos siguen viendo el descenso desde la barrera y con la motivación de haber dado ya la bienvenida a Míster Arfa y, sobre todo, con la bendición de que viene para quedarse, mejorar y adaptarse a las costumbres blanquivioletas.

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