La imagen de Stipe Biuk las primeras semanas de competición parecía augurar una recuperación honrosa tras su fichaje. El jugador croata, nacido en Split en 2002, parecía querer ser para el Real Valladolid de la presente campaña un jugador clave para superar la marcha de Raúl Moro. Regateador, con velocidad y con acierto en esos primeros pasos del equipo, la comparación era dura con el exblanquivioleta, pero podía funcionar en el contexto de la Segunda División.
Y dicho y hecho. Los días 15 y 22 de agosto, así como el 6 se septiembre, tienen algo en común dentro del devenir del camino de Biuk dentro del Pucela en la 25/26. Son precisamente los días que Stipe Biuk dio las tres asistencias que, a día de hoy, ha logrado repartir en toda la temporada. Desde ese duelo ante el Real Zaragoza, donde logró asistir a Meseguer para el empate final, Biuk no ha vuelto a ser el mismo o, como poco, deja bastante que desear.

Su contribución ha bajado enteros, ya no solo en estadísticas, que pueden llegar a ser muy engañosas, sino también en cuanto a sensaciones. El equipo blanquivioleta no solo lo echa de menos, sino que muestra un cambio radical con respecto al peso específico de sus extremos en el día a día. Conviviendo en esa realidad, Biuk no está solo, pero el bajón sí que es mucho más notorio que los de Amath o Peter Federico.
Biuk sigue sin dar lo esperado
Desde su llegada procedente de la MLS en enero de 2024, las dudas habían sido enormes. El talento estaba ahí, pero parecía difícil hacerlo salir. Menos de un año después, en septiembre, el Hadjuk Split le abría las puertas en una cesión que parecía destinada a darle la oportunidad de mejorar, de sentirse cómodo y de crecer como futbolista, aún muy joven. A su vuelta, Valladolid parecía suya en esa banda izquierda, donde primero con Garri y más tarde con Guille Bueno, parecía capaz de ser motor creativo del Pucela. Pero eso no está pasando.
Queda mucha temporada, pero la realidad es que Stipe Biuk sigue por debajo de lo esperado. Su rendimiento ha pasado, de la terna por ser uno de los más destacados a la debilidad de estar fuera de la titularidad. La llegada de Peter Federico y la mejora de Amath a nivel goleador le quitan un espacio que podría haber hecho suyo. Una situación que, por el momento, parece lejos de la realidad.

La falta de minutos a su llegada no ha sido el problema en una campaña en la que empezó siendo uno de los elegidos de Almada para el once inicial. Repitiendo en numerosas ocasiones como titular en esa banda zurda y alternando mucho entre una banda y otra durante los partidos, la presencia de Biuk se ha ido haciendo, poco a poco, cada vez más chiquitita. En la actual situación de un Valladolid herido, que necesita generar mejores situaciones y acertar de cara a portería, una presencia tan poco representativa de un jugador como Biuk es una traba importante.
Siendo un futbolista que, en las primeras jornadas, supo encontrar la manera de potenciar su influencia, su presencia actual en el equipo deja mucho que desear y alimenta las dudas sobre su capacidad para hacerse notorio dentro del Real Valladolid y del fútbol español. Una duda lógica y argumentada que vuelve a poner el foco en un jugador del que siempre se ha esperado más y que, más allá de ese primer mes de competición, sigue mostrando incógnitas sobre su nivel y, sobre todo, sobre su techo competitivo real.
