En Valladolid todos recordarán a Borja Fernández, futbolista que vistió la camiseta blanquivioleta hasta en 202 ocasiones tanto en Primera como en Segunda División. Tras colgar las botas allá por la temporada 2019/2020, decidió seguir vinculado al mundo del fútbol, pero desde los banquillos. Ahora, disfruta en la Unión Deportiva Ourense, equipo de su ciudad natal con el que ha conseguido ascender a la Segunda RFEF, después de una temporada casi inmaculada con una única derrota.
El técnico gallego habló con Blanquivioletas para repasar el dulce momento que atraviesa como entrenador. Sin pelos en la lengua, algo que, para gusto de unos y desgracia de otros le caracteriza, se expresó para analizar su primera gran campaña como míster y dar sus impresiones sobre un Real Valladolid ya descendido, y condenado al ostracismo y dificultad de LaLiga Hypermotion.
#Voltamos pic.twitter.com/8ZQVsKTGJl
— UD Ourense (@UDOurense2014) April 20, 2025
¿Qué tal estos días, cómo ha ido la celebración?
Bien, aunque fue una celebración un poco rara, porque ya el jueves pasado vimos que ya estaba hecho prácticamente; nos faltaba un punto en cuatro partidos contando con que el rival ganaba todo y después del partido contra el RC Villalbés ya casi celebramos. Mentalmente descansamos un poco, porque vimos que ya estaba hecho. Y luego el domingo nos juntamos con toda la afición, con todos los nuestros y fue lo típico de las fuentes y la afición. Fue intenso, pero casi en dos actos.
¿Cuáles cree que han sido las claves para conseguir el ascenso?
Yo creo que ha sido el ir todos convencidos con la misma idea, tanto lo que planteaba el cuerpo técnico como los propios jugadores. También lo asocio un poco al ascenso en Valladolid con José Luis Mendilibar, porque teníamos jugadores veteranos que querían seguir demostrando cosas, otros que tenían que dar ese pasito adelante para demostrar que pueden jugar al fútbol en otras categorías y gente joven que quería jugar con los mayores. Esta mezcla, remando todos juntos con jugadores muy buenos y con las orejas tiesas, ha sido otra de las claves.
¿Le hace especial ilusión conseguir este hito en su ciudad natal, con tu equipo, la UD Ourense?
Sí, porque además tenía mucha repercusión al llegar, porque soy de los pocos jugadores de la ciudad que han logrado llegar a Primera División, ya que aquí somos muy pocos. Además, había el doble de responsabilidad, porque después de muchos años y tener este nombre aquí en la ciudad, llegas a casa, otra vez, con el club más importante o heredero del club histórico… Había mucha ilusión, pero pesaba más la responsabilidad.
́ ❤️
Mentalmente seguimos aquí. pic.twitter.com/e0Vwq2Yd7t
— UD Ourense (@UDOurense2014) April 21, 2025
¿Nota en la ciudad ese sentimiento de pertenencia por el club de la ciudad?
Vamos poco a poco. El club histórico desapareció en 2014, aunque en ese mismo momento se juntaron aficionados, jugadores, exjugadores míticos y refundaron el club, que era como el hijo del Club Deportivo Ourense. No obstante, creo que somos el club con más socios de la ciudad, a pesar de que en Primera RFEF están Arenteiro, en Carballiño, y el Ourense CF. Creo que tienen menos socios que nosotros, menos masa social… Y no es por comparar de una forma mala, sino por resaltar el sentimiento que hay que la gente hacia la Unión Deportiva Ourense, que es como hijo del CD Ourense. Además, prácticamente jugamos siempre en casa, porque cuando jugamos fuera hay muchos aficionados nuestros que hacen mucho ruido. La afición aquí es fuerte, somos una ciudad pequeñita, con los clubes en divisiones inferiores, pero hay mucho sentimiento.
¿Ha sido fácil gestionar el vestuario?
Bueno, tanto en Valladolid cuando estuve, como ahora, aquí la UDO, lo he afrontado con mucha naturalidad. Me gusta estar cerca de los chicos, me gusta estar cerca de vestuario; no ser invasor, pero sí tener una relación fluida con ellos. Y luego es que hay grupo muy bueno. Casualmente siempre que he conseguido algo en el fútbol ha sido con grupos muy buenos, muy sanos, con mucho compañerismo. Aunque, obviamente, todo el mundo tiene su parte de egoísmo y tiene sus momentos malos cuando no juega o cuando no salen las cosas.
¿De cara a la próxima temporada, cuáles son los objetivos que se debe marcar la UD Ourense?
Yo creo que lo que tiene que hacer el club ahora es estabilizarse, no querer correr más de la cuenta. Si salen las cosas mejor de lo planeado, perfecto, pero con ideas claras y estabilizarse en la categoría para seguir creciendo más adelante. Pero lo que se ha movido este año, que llevamos un partido perdido en toda la liga y haciendo unos números muy buenos, será muy diferente al próximo año, obviamente, va a ser muy complicado de repetir, estamos subiendo de teoría, y hay que adaptarse y estabilizarse.
¿Se ve continuando allí?
Estamos ahora mismo pendientes de conversaciones. Hace unos meses que las aplazamos, porque el club quería ya en enero la renovación, pero yo preferiría aplazarlo para ver si subíamos y cumplíamos objetivos y ya a partir de ahí empezar a hablar.
Dentro del mundo de los banquillos, ¿quién es su referente? ¿Adopta ideas o planteamientos de sus entrenadores anteriores?
Hay muchas mezclas, pero hay una parte de la que más conciencia tengo, que es de que es la de Mendilibar. Además, llevo muchos años fijándome en entrenadores. Tengo la suerte de que, cuando era jugador, desde muy pronto me fijaba en que hacían los entrenadores, porque lo hacía. He podido ir recopilando esta información, obteniéndola durante años, para saber que cosas me gustaban más, compararlas y la influencia de varios.
¿Le ha felicitado gente relacionada con el Real Valladolid, ya sean jugadores directivos, o alguien del cuerpo técnico…?
Sí, sí, me han felicitado; sobre todo gente de base, antiguos compañeros, gente que no está en el club o gente que ya ha salido del club. Pero sí, he recibido bastantes felicitaciones.
En clave Real Valladolid, ¿cuál cree que ha sido el motivo principal del desastre de esta temporada?
Yo creo que la máxima del equipo se lleva viendo desde hace años. Aunque los otros descensos no han sido tan catastróficos, se veía que la cosa no iba a ir bien o que la cosa era muy probable que fuera mal. Y creo que este año ha sido el culmen de todo. No ha salido nada bien, no has hecho nada bien y ahí está el resultado. Un año puede sonar la flauta y puedes ascender como se ascendió el año pasado, que me parece que fue un poco milagro, pero el resto de años, cada vez se han ido haciendo peor las cosas, y cuando haces las cosas muchas veces mal, lo más normal es que salga mal.
¿Cómo ha cambiado el Borja que debutó en los banquillos en Valladolid? ¿Se ve volviendo a Pucela?
No sé si lo veo como algo cercano o lejano, pero es una ilusión que tengo: me gustaría poder entrenar en el Real Valladolid. A día de hoy, siento que, más que cambiar, he evolucionado y aprendido. La idea, lo que yo creo, lo que busco desde la parte técnica, es la misma; otra cosa es que desde el primer día que te sientas a esbozar un plan de partido, un entrenamiento, o una semana de trabajo a ahora sea todo mucho más fluido. Aunque la experiencia es corta y llevo poco tiempo, soy consciente que he mejorado, y también de las cosas que aún tengo que mejorar.
