Llevo toda mi vida pensando que la cantera debe ser la base por la que un club como el Real Valladolid deba sentir orgullo de ser grande y de haber tenido un recorrido envidiable por Primera División en España. Y, a pesar de todo, sigo viendo reticencias en cómo valoramos y miramos la cantera en un club en el que sus categorías inferiores deberían ser un puntal imprescindible. Y si bien es cierto que la cercanía con Madrid y la gran afluencia de equipos saneados del norte de España dificulta las aspiraciones, Valladolid debería ser un punto clave para la aglomeración de talento, así como una apuesta clara por ese perfil de cantera.
Se puede entender, realmente, que la gente tenga ciertas suspicacias con la cantera. Incluso diría que tiene razones para poder creer que los esfuerzos de un club pequeño deberían ir todos a mejorar la primera plantilla para competir mejor y crecer lo más rápido posible. Pero lo cierto es que, para un club pequeño, el equilibrio es más que necesario. El retorno de muchas de las inversiones en fichajes ni siquiera es capaz de cubrir los costes y muchos clubes acaban cayendo por no medir el impacto de esas apuestas. En casos como el del Real Valladolid, el equilibrio puede parecer imposible, pero es necesario.
Y ya no digamos en situaciones como las que hoy se ven en el club blanquivioleta. En una temporada en la que los fichajes no han terminado de encajar dentro de la dinámica del primer equipo, la realidad es que no estamos siendo capaces tampoco de promocionar el talento que sale de la cantera, aunque simplemente sea por cubrir huecos necesarios y tratar de poner en valor a jugadores que pueden dar el salto. Aquí o en otra parte, no nos equivoquemos. Creer que el proceso formativo es mirando únicamente el éxito con la camiseta de nuestro equipo es quedarse lejos de lo que es la realidad de la cantera, no sólo en lo que va de este S. XXI, sino también en lo que ha sido el desarrollo de las grandes escuelas futbolísticas durante todo el S. XX.
Vender también es necesario, pero es mucho más complicado hacer entender el valor si desde el propio club no se cree en la cantera. La realidad futbolística del Valladolid sí permite pivotar en torno a muchos de los perfiles que están surgiendo en sus categorías inferiores. Generar tapón en un filial o en un primer equipo es tirar piedras contra el propio tejado, sabiendo que es necesario renovar de cuando en cuando el desarrollo de sus equipos, aunque eso suponga perder partidos. Como en muchos otros ámbitos de la vida, el proceso de desarrollo de una cantera no responde al viejo aliado deportivo que suele ser la victoria. En cantera, a menudo, ganar hoy no es el camino más corto para triunfar mañana.
La cantera es una red de seguridad. Para buscar perfiles que te faltan a nivel competitivo de manera rápida, pero también para tratar de hacer caja y poder seguir invirtiendo en infraestructuras (muy importantes) y en capital humano que gestione ese desarrollo (esencial). En esa base que consideramos Los Anexos en Valladolid, el desarrollo está muy lejos de ser luchar por conseguir los tres puntos del fin de semana. La mirada ha de ponerse mucho más lejos, sabiendo que el proceso ni es rápido ni es seguro, pero estarás trabajando en una estabilidad y en una ganancia tan necesaria como interesante como para poder permitirte de vez en cuando algún que otro tropiezo. Lo que viene a ser, desde siempre, cualquier juego.
