El Real Valladolid ha conseguido que, por su historia, pasaran multitud de jugadores importantes, pero pocos lograron tener el peso y la categoría de César Sánchez. Un jugador que, a lo largo de su trayectoria, se fue ganando un peso como portero que le llevó a triunfar en numerosos clubes y realidades, pasando por Madrid, Valencia, Zaragoza o Londres además de por el club de la capital vallisoletana.
Guardameta nacido en Coria, Cáceres, en 1971, el extremeño aterrizó en el Valladolid a finales de los años ochenta para poder formarse en la cantera del club blanquivioleta. Sin grandes alardes, pero con una enorme fiabilidad, César sabía colocarse, dominaba el área en los balones aéreos y transmitía una calma que contagiaba a toda la zaga. Un perfil que, unido a su carácter trabajador y discreto, hizo que se convirtiera en un referente para un Valladolid que vivió años de relativa estabilidad en la máxima categoría.
Su papel en la participación pucelana en la Copa de la UEFA de la temporada 97/98 fue una de las grandes cumbres vividas en su etapa en Pucela, ya que representó el salto del club a la escena continental. Su rendimiento, de hecho, no pasó desapercibido, por lo que, en el año 2000, el Real Madrid llamó a su puerta para llevarse sus paradas al Santiago Bernabeu.

Un destino con múltiples paradas
Para César Sánchez, aquel traspaso significó un reconocimiento a su labor en Valladolid y un premio a su constancia. En el Real Madrid vivió momentos de todo tipo, desde la competencia feroz con otros porteros hasta la gloria de la Champions League. Fue titular en la final de Glasgow en 2002, la famosa Novena, aunque una lesión le obligó a dejar su sitio a Iker Casillas, que se erigió en héroe y comenzó con paso firme una carrera de época.
Ese episodio reflejó también la grandeza de César: un profesional que aceptó con entereza los designios del fútbol, consciente de que el colectivo siempre estaba por encima del individuo. Después de su paso por el Real Madrid, recaló en el Real Zaragoza, donde volvió a encontrar continuidad y protagonismo en una plaza que esta semana toma una trascendencia especial por ser el siguiente rival del equipo pucelano.
En Zaragoza defendió la portería durante varias temporadas y recuperó el papel de guardameta de referencia, convirtiéndose en uno de los hombres fuertes del equipo aragonés. Posteriormente siguió prolongando su carrera, saltando a la Premier League, gracias al interés de un Tottenham Hotspur que también se quiso hacer con sus servicios y que vivió sus paradas en Inglaterra. Tras esa aventura, el portero pasó por Valencia y Villarreal, antes de que se retirara con casi 40 años. Un mérito notable para un portero que siempre se caracterizó por el cuidado de su físico y su preparación.

César: ídolo eterno en Valladolid
Más allá de los títulos y de su prolongada carrera, César Sánchez será siempre recordado en Valladolid por haber dado al club una identidad bajo palos. Durante los años noventa, el aficionado blanquivioleta acudía al José Zorrilla con la tranquilidad de saber que la portería estaba en buenas manos. En una época en la que el equipo alternaba temporadas de sufrimiento con otras más exitosas, la figura del extremeño fue sinónimo de fiabilidad.
Sus paradas ante delanteros de talla mundial y su serenidad en partidos decisivos forman parte de la memoria colectiva de una generación de seguidores. Su trayectoria, además, sirve como ejemplo de lo que significa crecer en un club como el Real Valladolid, un lugar donde se forjan futbolistas que, a base de trabajo y humildad, dan el salto a la élite. La carrera de César es un espejo para los jóvenes de la cantera, un recordatorio de que desde Zorrilla se puede alcanzar la cima.
De hecho, su paso por el Pucela sigue siendo una referencia habitual cuando se repasa la historia de los grandes porteros españoles de los noventa. Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, César Sánchez no solo representa al guardameta seguro y constante que fue, sino también a un profesional ejemplar que supo defender los valores de cada club en el que militó. En Valladolid se le recuerda con cariño porque fue allí donde empezó todo, porque en Zorrilla encontró el lugar para crecer y porque durante años se erigió en guardián de un equipo que supo sostenerse en Primera.
Sigue aquí la serie Pucela Retro:
- Simonet, el mito del Córdoba que comenzó en Valladolid
- Un antecedente especial entre Valladolid y Castellón
- Hermanos Lesmes, conexión ceutí con Valladolid
- Peternac, un vallisoletano con acento croata
- El Trofeo Ciudad de Valladolid, señal de identidad
- Gail, un vallisoletano polivalente y comprometido
- Gerardo Coque, corazón blanquivioleta
- Pato Yáñez, ídolo compartido
- Real Valladolid 1999/00: estabilidad y símbolos
- Uruguay en la historia del Real Valladolid
- Antonio Barrios, el vizcaíno que dejó huella en Valladolid
- Temporada 2024/25
 
			