Iván San José, Chuki, está viviendo una difícil temporada de debut en la élite. El canterano ha tenido minutos en un puñado de partidos con el Real Valladolid, los suficientes como para considerarlo jugador a todos los efectos del primer equipo, con el que ha estado todo el curso. Después de hacer su estreno con Paulo Pezzolano, el valle en el que se instaló de septiembre a enero hizo pensar que su futuro podía pasar por un cambio de aires. No se entendió así en las oficinas de Zorrilla, donde hicieron un llamado a la calma y le auguraron un porvenir aquí.
Lejos de abrirle la puerta en el mercado invernal, le prometieron que jugaría, y desde aquella promesa solo ha dejado de hacerlo en la jornada 24; en el resto, siempre ha tenido minutos, fueran más o menos. Asimismo, se activó su renovación, que, efectivamente, habla de un Chuki protagonista, o buscando serlo, durante los años venideros. En estos deberá también, no obstante, acabar de encontrarse a sí mismo, puesto que el talento que demostró en las categorías inferiores ha ido de la mano de un perfil indescifrable que debe terminar de resolver en un jugador más determinado. Y si uno mira a Primera o Segunda División, varios espejos tiene donde mirarse.
Mario Soriano: entre el 8 y el 10
En su última etapa en la cantera, en el Real Valladolid Promesas, con el mediapunta se pretendió hacer una media reconversión, buscando que fuera un jugador que participara más en el juego. Decía un exentrenador del filial hace años, sobre un jugador al que entrenaba, que prefería tener un 8 templado que un 10 frío; que, en un caso parecido -aunque con menos talento individual-, prefería intentar que fuera el tercer escalón del centro del campo, pero no como 10 puro, abstraído y absorto, sino que tuviera más contactos, que ayudara a crear ventajas.
En el Deportivo de La Coruña, Mario Soriano ha sido por momentos un poco eso. Aunque el mayor brillo lo saca cerca del área contraria, en contextos de partido apurados, sobre todo, pero también en otros en los que el rival va a un bloque bajo o su equipo necesita claridad, ha llegado a jugar incluso como mediocentro. Cierto es que el Real Valladolid no ha podido ofrecerle a Chuki situaciones semejantes, pero si uno mira a ese previsible mañana en LaLiga Hypermotion, quizás ese punto de maduración de su juego pueda llegar tendiendo a ese perfil.
Fermín: el 8 con llegada
No es que Mario Soriano no corra y ataque; no. Lo hace; vaya si lo hace (lleva cuatro años seguidos interviniendo en al menos ocho goles). Pero si lo que el Pucela va a buscar va a tender a la transición y a la sorpresa, en el más alto nivel hay un futbolista al que, con los matices obvios que uno puede pensar al leer su nombre, se puede parecer. Él es Fermín López, jugador del Barcelona que, como dice el tópico boxístico, entra como cuchillo en mantequilla en las defensas rivales. Asoma en la base, sí. Pero es irrumpiendo en el área como mejor rinde.
Puede sonar algo atrevido el símil, pero era el vallisoletano en la cantera un futbolista que aparecía en el área indetectable, y así llegó a tener buenos números hasta que jugó en el División de Honor (en el Promesas, por la indeterminación, algo menos). Salvando las distancias, por su técnica más depurada, podría asemejarse ese rol al del Víctor Meseguer al que Paulo Pezzolano tanto rendimiento sacó en Segunda División. En medio del desastre esto apenas se ha visto, pero lo tiene. Si el balón va rápido al ataque y encuentra espacios, puede ser un percutor.
Dani Raba: el 10 que transita
Más mayor que los anteriores, pero a la vez con una trayectoria y unos números que le avalan, Dani Raba es otro modelo al que tender. El actual jugador del Leganés lleva ocho goles y cuatro asistencias en la presente campaña gracias a ser un atacante que fluye, que, en un modelo que busca la verticalidad en su faceta ofensiva, se mueve con bastante libertad en vanguardia. Esto, a Chuki, le daría la libertad de ser el verso suelto del equipo, una que, cierto es, también se gana. Casi obligatoriamente -más que en los roles anteriores-, tendría que hacer números.
En esa Segunda División a la que tiende a acercarse el Real Valladolid, hay otro futbolista parecido, Pablo Rodríguez, jugador del Real Racing Club que, en Santander, como Raba en Butarque, juega tanto en la mediapunta como en la banda. El riesgo con el canterano, en este caso, seguramente esté en la mejorable activación cuando ha actuado escorado, donde no se ha encontrado. Como buscan normalmente los dos ejemplos, esto cabría si el costado es para correr, no para estar, una máxima poco explorada en el Pucela.
Peque: un 9 y medio
El Chuki más reciente, el que en el Promesas fue líder y alcanzó las dos últimas temporadas las ocho y las nueve participaciones en goles, tenía un poco de todo lo anterior, pero también -sobre todo- de un perfil que cuanto más arriba esté, más exigencia tiene, como es el de ser un ‘9 y medio’; esto es, un segundo delantero, con todas las implicaciones que eso tiene en cuanto a su (a veces, poca) interrelación con la jugada. En Zorrilla hubo uno, pequeñín también, que fue eso y enamoró a todo el mundo: Víctor Fernández. Pero eso son palabras mayores…
No intervenir mucho en el juego tiene la contrapartida clara de que, cuando lo hace, el jugador en cuestión debe ser decisivo. Aunque no solo, es por eso que Peque, que marcó el año pasado en el Racing de Santander y este no ha visto portería en el Sevilla: es difícil vivir de ser ‘solo’ resolutivo de cara a puerta, y más, si alrededor las cosas fallan. No es que el catalán no haga nada más, ni que no lo haga Chuki, ni mucho menos que no lo hiciera Víctor, pero el fútbol actual penaliza a perfiles tan específicos (y más cuanta más exigencia les rodee en sus equipos).
Conclusión
Si bien el transcurso de la temporada actual y su concurso tiendan a verlo todo como un desastre, Chuki es uno de los talentos naturales más puros brotados de la cantera del Real Valladolid en los últimos años, rivalizando seguramente con Toni Villa. Sin embargo, la tendencia a la desaparición del 10 típico que podría ser le obliga a ser algo más; otra cosa. Lejos de sonar esto a desnaturalización, es una mera adaptación al medio, una en la que está claro que en Zorrilla confían que se produzca, a tenor de su renovación para los cursos venideros.
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— Real Valladolid C.F. (@realvalladolid) August 21, 2024
 
			