Una vida larga es siempre sinónimo de objetivo cumplido, de un largo viaje que comienza y sigue su curso a lo largo de muy diferentes subidas, bajadas o senderos pedregosos. En una vida como la de María Branyas, cabe destacar que, más allá de todo lo que supuso el camino, fue una vida larga. Fallecida en 2024 con 117 años, esta mujer de Olot, Girona, se enfrentó a la muerte como siempre deseó: mientras dormía. Su longevidad y vitalidad es ahora un punto de investigación para descubrir los secretos de su vida.
Investigadores del Instituto de Investigación Josep Carreras son los que lideran una búsqueda de lo que ellos llaman la ‘longevidad saludable’, una realidad que acompañó a María Branyas hasta el último de sus días. Según los datos recogidos, hay cuestiones biológicas determinantes para entender el caso, pues la mujer de Olot poseía un genoma que contenía variantes que la protegían frente a graves enfermedades. Con ese escudo, que la protegía frente a afecciones cardiacas, neurológicas o metabólicas, su historia pone una línea de salida clave para entender el secreto de sus células para ayudar a otros en la prevención de patologías complejas. El último gran servicio de María Branyas para seguir regalando ejemplo a quienes vendrán tras ella.
La ciencia habla de factor biológico… y de modelo de vida
Sí, así es, el caso de María Branyas tiene un interés médico especial por todas las peculiaridades que presenta su organismo para hacer frente de manera digna y positiva a un envejecimiento más allá del centenar de años. Un hito médico que, por ello, es ahora pieza central de un estudio que pretende identificar y encontrar vías de investigación para mejorar la medicina y acercarnos más cada vez a una vida en la que la ausencia de enfermedades incapacitantes en la vejez pueda estar más cerca.
A pesar de esos estudios preliminares en los que se afirma que María Branyas tenía una clara predisposición genética a una vejez saludable, lo cierto es que es muy pronto para echar las campanas al vuelo, pues, a pesar de que ya se piensa en posibles salidas farmacológicas que puedan facilitar el tratamiento de enfermedades como la progeria, lo cierto es que queda mucho camino por andar y que los descubrimientos no harán que pierda valor la necesidad de una vida saludable y con buenos hábitos de manera paralela a esa esperada mejora de nuestro organismo a través de la medicina.
Pues no todo es genética y sesudos estudios de un organismo que recibe la fortuna de tener genes que favorezcan esa longevidad, sino que la ciencia también confirma que los hábitos son más que relevantes para entender las razones de los 117 años de esta abuela catalana. Sí, la vida saludable suma. Según ella, tomar un yogur al día era mano de santo, pero va más allá. Llegar a los 117 con ese estado aceptable de lucidez mental y salud física habla también de una dieta equilibrada y un cuidado emocional que va más allá de la media.
La prueba clave para entender que la longevidad saludable existe y que no tiende a depender de fármacos o terapias, sino de una vida consciente de los hábitos que la rodean para mejorar en cada punto de la vida, desde las claves nutricionales hasta lo emocional, entendiendo que somos parte de un todo en el que nuestro organismo tiene la función de hacernos vivir de la mejor manera posible si escuchamos sus señales, si leemos sus códigos y decidimos hacer caso a los claros hallazgos, nada vanguardistas, de vivir en calma, descansando, alimentándonos bien y cuidando tanto como sea posible nuestro cuerpo y también nuestra mente.
