Durante mucho tiempo, se ha extendido y afianzado la idea de que los gatos son unos animales más bien fríos, algo distantes de los humanos e incapaces de formar un vínculo tan profundo como el que tienen los perros con nosotros, aunque este pensamiento puede que haya sido rechazado por la propia ciencia. Lejos de esa imagen de seres ariscos o solitarios, los gatos tienen la capacidad de crear lazos emocionales intensos con sus dueños, basados en una química que nada tiene que envidiar a otras relaciones de afecto.
El secreto no está únicamente en las caricias o en su característico ronroneo, sino en un proceso biológico que compartimos con ellos, se trata nada más y nada menos que de la oxitocina, conocida popularmente como la “hormona del amor”. Gracias a una serie de estudios, se ha demostrado que tanto gatos como humanos liberamos esta sustancia en esos momentos en los que tenemos una interacción más tranquila, lo cual supone una prueba más para echar por tierra esa idea de que no podemos relacionarnos bien con los felinos, ya que se pueden establecer con estos animales vínculos profundamente emocionales.
La ciencia detrás del vínculo con los gatos
La oxitocina es la misma hormona que se activa en una madre al abrazar a su hijo o en cualquier persona cuando comparte un gesto de cariño con alguien cercano y, aunque durante mucho tiempo se pensó que los gatos no provocaban esta reacción en las personas, diversas investigaciones en Japón primero, y en otros países después, han demostrado lo contrario. Cuando acariciamos a los gatos, les hablamos suavemente o simplemente compartimos espacio con ellos, los niveles de oxitocina aumentan tanto en nuestra saliva como en la de los propios animales.
Aunque debemos tener en cuenta que cada gato es de su padre y de su madre, por lo que no todos reaccionan de la misma manera, ya que hay algunos que son más confiados y están más acostumbrados a vivir estrechamente con las personas, y justo en ellos es en los que se presentan picos de oxitocina más altos después de sesiones de juego o de caricias y mimos.
Por otro lado, nos podemos encontrar con gatos más reservados o que prefieren mantener más la distancia con la gente de su alrededor, en los que los niveles de oxitocina son más bajos, incluso cuando se sienten forzados a mantener el contacto.
Cómo podemos reforzar el vínculo con nuestro gato
Para entender bien a los gatos hay que tener en cuenta que no se comunican de manera tan evidente como los perros, ya que estos, en lugar de buscar continuamente la atención, suelen enviar señales mucho más sutiles, tales como un parpadeo lento, el simple hecho de dormir cerca de ti o el gesto de rozarse con tu pierna, las cuales son formas de demostrar su afecto por sus dueños.
El ronroneo es, quizá, el mejor ejemplo de este lenguaje compartido, ya que más allá de ser un sonido agradable, está comprobado que escuchar a los gatos ronronear ayuda a reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca en los humanos, generando un estado de calma mutua, lo que significa que no solo nosotros disfrutamos de su compañía, sino que también ellos encuentran bienestar en ese contacto.
Lo cierto es que ganarse la confianza de un gato puede llevar algo de tiempo, pero seguro que cuando lo hayas logrado, tu conexión con ese felino se volverá tan intensa que muchos dueños la describe como un vínculo prácticamente familiar. Para poder conseguirlo, puedes dedicar unos minutos de tu día a jugar con él, respetar su espacio cuando quiera estar solo y reforzar los momentos en los que busca el contacto con chuches, caricias y palabras en un tono agradable puede hacer que la relación sea mucho más estrecha que al principio.
