El de Sulayman fue el quinto tanto encajado por el Real Valladolid de parte de jugadores que antes vistieron sus colores

Foto: Raquel Gómez
La afición del Real Valladolid tiene un punto de derrotismo y de colmillo torcido del que hace gala en forma de humor en ocasiones, como aquel que en su día apostó a que Morata eliminaba al Real Madrid de la Champions integrando la Juventus y al final pasó. De aquella cena prometida nunca más se supo. De lo primero sí, este domingo, con el gol de Suly aventurado por los agoreros (que a veces lo son, pero a veces no).
El cero a uno del Almería obligó a quien más, quien menos, a frotarse los ojos por lo inaudito que le parecía que un jugador denostado y que no llegó a debutar en esta misma liga como futbolista blanquivioleta (en Copa del Rey sí que lo hizo). Otros directamente se lo tomaron a chufla. Y un tercer grupo, el del #todomal, tiró del típico y manido tópico de “ya lo dije yo”. No obstante, su punto de razón tienen quienes lo proclamaron, porque la manida ‘ley del ex’ es tan real como la vida misma. No en vano, fue el quinto gol de un ex en lo que va de temporada.
Antes de que el ghanés viera puerta en ese testarazo en el minuto tres, Rodri y Raúl de Tomás doblegaron a Masip por partida doble, tanto en la ida como en la vuelta. Quizá lo bueno es que en cuatro de los cinco partidos el Real Valladolid no perdió, si es que de la maldición se puede rescatar algo positivo. Así, en el Reino de León el punta andaluz anotó el 3-4 previo al empate y en Valladolid marcó el momentáneo 2-1 (3-2 al final), mientras que ‘RdT’ hizo el 3-1 en su nueva casa (acabaría siendo 4-1) e igualó la cosa en la vieja (1-1).

Más que ley, ya tradición
La ley del ex no es solo teoría, ni solo algo de esta temporada. Si la gente cree en ello es porque, más que ley, es una ya tradición, adquirida hace ya dos campañas. Y es que mientras en el año posterior al ascenso no hubo ninguno, entre los dos cursos anteriores han sido nada más y nada menos que catorce las veces que un ex del Pucela ha perforado la portería que un día defendía.
Todo comenzó un nueve de septiembre de 2015, cuando se disputó la eliminatoria de Copa del Rey y en la que Toché, de penalti, abrió la cuenta de un 2-1 en el que también marcó para el Real Oviedo el hoy blanquivioleta Pablo Hervías y en el que Alfaro marcó por parte del Real Valladolid. Apenas once días después, en Los Pajaritos, Óscar Díaz logró poner el 2-2 que terminaba de neutralizar para el CD Numancia la renta adquirida gracias a Mojica y a Rodri. Y también con un breve lapso de tiempo, aún en novimbre, Toché repitió en Zorrilla ya en liga. Puso el 1-2 y el partido acabó 2-3.
No fue la última vez que pasó durante la 2015/16. En las dos siguientes la situación sería más dolorosa: Quique marcó en Los Juegos del Mediterráneo en noviembre y en Valladolid, su casa. En ambos envites adelantó a la UD Almería y no lo celebró, llegando casi a sollozar en el disputado aquí. La última perforación de un ex en aquella campaña llegó de las botas de Lluís Sastre, responsable del segundo gol del 4-0 que endosó el CD Leganés al conjunto de Rubi en Butarque en la jornada 33.
Si aquellos seis goles parecían muchos, los ocho del curso pasado fueron poco menos que una epidemia, en la que, para más inri, participaron jugadores que habían estado la campaña anterior a las órdenes del citado Rubi. De esta manera, considerado hijo pródigo por su reciente second coming, Roger marcó hasta tres, dos en el Ciutat de Levante (3-2) y otro en el dolorosísimo 0-4 que supuso el principio del fin de Paco Herrera (el ‘final final’ fue aquel 6-2 en Miranda).

A todos aquellos que defendieron la camiseta blanca y violeta en el primer equipo hay que sumar uno que lo hizo en la cantera, que fue denostado y a quien no se le trató de retener. Amath N’Diaye, cuyo primer club en España fue el Valladolid y quien llevó la eliminatoria copera de principio de temporada a la prórroga con un gol doloroso, que festejó bailando.
No fue el último gran mazazo, ya que Manu del Moral haría en el minuto 89 el 2-1 que hacía hincar la rodilla otra vez en Sorial. Y Toché volvió a ver puerta en el Tartiere en el 1-0 que supuso otra derrota. Manucho se sumaría con el tanto que adelantó al Rayo en el José Zorrilla, remontado luego para el 2-1 final. Mismo resultado que el cosechado ante el Córdoba el día que marcó Alejandro Alfaro, quien, como Del Moral y como Roger, la temporada anterior había sido blanquivioleta.
Así pues, lo de Suly vino a rizar el rizo como solo lo habría hecho el que Jose, jugador del Pucela aún en la primera jornada, hubiese marcado en el duelo de la segunda vuelta. #SomosValladolid, dirán algunos si llegaron hasta aquí, cambiando la garra que implicaba en tiempos de Djukic esta señal por una etiqueta de perdedor. Una que, en realidad, no ha cambiado la afición.
Como un amigo del aquí firmante hizo en Soria en su día, puede que antes de encarar al próximo ex a quien lea esto le toque apostar. Si no se la quieren jugar a César Arzo (actualmente en las filas del Nàstic de Tarragona, aunque con pocos minutos), tomen nota: a mediados de abril visita Valladolid el Sporting. Que no sea su amigo el que le eche en cara que “ya lo dije yo”.
