Relato participante en el I Concurso Literario Blanquivioletras, escrito por José María Mozo Rodríguez
[Dieciocho de junio de 2014, minutos después de la eliminación en el Mundial]
A ver quién estudia ahora. Si es que manda narices. Es una vergüenza que nos vayamos a casa en el segundo partido del mundial. ¡Pero si somos los campeones! ¿Dónde está el orgullo de esos jugadores? ¿Dónde está el darlo todo por la camiseta? ¿Dónde están los millones que ganan? Ha durado más la negociación de las primas por ganar el mundial que el tiempo que han estado compitiendo. Bueno, si a eso se le puede llamar competir porque más bien ha sido arrastrarse.
Desde luego… no merecen vestir ‘la roja’. Ni el portero, ni los defensas… ni el entrenador… Ni uno ha estado a la altura. Que sí, que han ganado dos Eurocopas y un Mundial. Pero eso no les da derecho a reírse de la afición de esta manera.
La madre que los parió, y encima otra noche sin dormir Sin dormir y sin estudiar por el puñetero fútbol. ¿Por qué siempre tienen que coincidir con los exámenes? Ya podía haberse celebrado este año en Qatar en vez de en Brasil… Cuando no es por el Mundial es por la Eurocopa y cuando no por el Pucela. Yo no sé cómo se las apañan los demás para aprobar.
Porque si fueran los días de partido, todavía pero es que es todo: los días cabreado, las vueltas en la cabeza, los periódicos que quieres leerlos y no leerlos al mismo tiempo. Porque es que manda narices con la prensa. Entre forofos, ultras, catastrofistas y redactores de crónicas que parece que han estado viendo otro partido distinto, no sabes si quieres enterarte de lo que dicen o pasar de ellos. No recuerdo haber leído crónicas en diarios distintos o en informativos de varias cadenas que coincidan ni en la mitad. No sé, un penalti es un penalti, pues es que aunque el defensa le meta el dedo en el ojo al delantero mientras el portero le agarra la pierna y le muerde el muslo, ¡y ni con esas vas a conseguir que se pongan todos de acuerdo! Alguno habrá que diga que se ha tirado, que es un piscinero, que en otros partidos no se pitan, que es que es muy pronto para sacarle tarjeta, que si el jugador es muy malo y que por mucho que le agarren si hubiera tenido más calidad habría marcado por mucho más que le hicieran. ¡No te jode! Si fuera Messi, no estaría en el Pucela. Hay gente que es que es la hostia.
Que esa es otra, la gente. Siempre está el típico gilipollas que disfruta metiendo el dedo en la llaga. Como el Ramón, que no puede ser más madridista el tío. Pero bueno, por lo menos él te lo reconoce. Peor son los Ricardo, los Mario, el pelanas ese compañero de piso de Mónica… que dicen que son del Pucela pero en cuanto vienen mal dadas están con el que si “ya te lo decía yo”, si “se veía venir”, si “siempre igual”, si “por eso no me hago socio”, si “para qué voy a ver el partido”, pero que luego están los primeros en la Plaza Mayor cuando se consigue algún ascenso. Y te abrazan, te besan, saltan de alegría, te dicen que qué buenos somos, que vaya equipazo que tenemos… ¡y que no se saben ni el once titular! Manda huevos, cualquiera les aguanta. Estos días mejor no abrir el Facebook y el Tuitter ganaría en salud si lo desinstalo del móvil.
Y ni con esas me voy a librar porque mañana en el Aulario va a ser un día de los duros. Entre que van a estar cuchicheando constantemente del partido y que en cuanto salga a tomar un café me voy a encontrar a todo dios hablando de lo mismo, ni voy a estudiar, ni se me va a quitar el cabreo.
Debería pegarme una ducha a ver si se me despeja un poco la cabeza y ponerme a empollar un poco. ¿Funcionará eso de la tila? Imagino que no, si no, ¡¿para qué querría la gente la María?!
Y ahora que digo María, lo que tendría que hacer es llamar a estaa a ver si me anima un poco; aunque si le digo que estoy así por culpa de España, encima me va a venir con que si soy tonto que el fútbol no es más que un pasatiempo, que no me da de comer y me va a terminar comiendo ella a mí la cabeza todavía más de lo que me la estoy comiendo yo. Para eso, la Merche, ¡esa sí que sabía de fútbol! Si su carné de socio del Pucela era casi dos mil quinientos números más bajo que el mío. Tendría que llamarla… Joder, si no fuera porque me puso los cuernos con cinco tíos distintos, ahora mismo la estaría llamando.
De todas formas, más tonto fui yo por no verlo venir. Estar con ella dándome el lote a los cinco minutos de conocerla en medio de la Plaza de Zorilla el día del ascenso en el 2007 ya me tendría que haber dado alguna pista pero bueno, que me quiten lo bailado. Ahora que ya me han caducado aquellos cuernos, quedan esos morreos que nos dábamos la temporada siguiente cada vez que Víctor o Llorente marcaban un gol. Se suponía que si Víctor era el que marcaba, me besaba ella a mí y si era Llorente pues al revés.
Y lo bien que nos vino aquel histórico gol de Llorente con el Espanyol, que ni lo vimos en directo por apurar demasiado y entrar como siempre cinco minutos tarde, que bastaba con acordarnos de él para darnos el lote en cualquier sitio. La putada fue enterarme de que eso no lo hacía solo conmigo… Me quedé más jodido que con el descenso de Vázquez. El de este año ha sido duro y casi hasta merecido porque no ganar el día del Betis, por mucho maletín que pudiera haber habido, que lo hubo, no tiene perdón de dios.
Porque el de Clemente, con esa olla a presión que se encontró Mr Patapunparriba y el Barça jugándose la liga en el último partido, estaba más que claro que no nos salvábamos –aunque siempre recordaré aquel partido contra el Atlético de Madrid en Zorrilla al que sólo les faltó a los colchoneros meterse ellos mismos el gol.
Pero, es que el de Vázquez, en el que estuvimos soñando con Europa casi tres cuartos de temporada, ese sí que dolió pero bien. Y ahora va, y sube con el Depor en su primer año. Manda narices con el gallego.
Buahh, las dos y sin haber pasado de la primera hoja de los apuntes. Mejor me voy a la cama a ver si con un poco de suerte consigo quedarme dormido y ya terminaré de comerme el tarro mañana con los colegas. No se va a solucionar nada, pero por lo menos, nos echaremos unas risas.