 Como otras muchas personas en el entorno blanquivioleta, Manuel Retamero apuesta por que el club de sus amores dé a su cantera la importancia que merece y que, en la temporada que viene de terminar, apenas ha tenido. Lo hace como voz autorizada, ya que en las tres últimas campañas ha dirigido a Los Gatos de Íscar, equipo de una tercera división en la que se ha enfrentado al filial blanquivioleta. Además, él mismo se define como “hombre de club”.
Como otras muchas personas en el entorno blanquivioleta, Manuel Retamero apuesta por que el club de sus amores dé a su cantera la importancia que merece y que, en la temporada que viene de terminar, apenas ha tenido. Lo hace como voz autorizada, ya que en las tres últimas campañas ha dirigido a Los Gatos de Íscar, equipo de una tercera división en la que se ha enfrentado al filial blanquivioleta. Además, él mismo se define como “hombre de club”.
Su andadura en el Real Valladolid comenzó “en infantiles, y se prolongó hasta juveniles. Entonces tuve que dejarlo por una osteopatía en el pubis”. No obstante, su vinculación con el club permanece hasta la actualidad, ya que colabora con la Fundación en diversas actividades como los campamentos que se llevarán a cabo este verano en Mondariz.
“Es una mera cuestión de registros”, dice alguien que en varios momentos de su carrera ha compatibilizado las enseñanzas de unos valores humanos como los que se busca inculcar en categorías inferiores con las exigencias de unos resultados existente en una mayor categoría como es la tercera división.
Todo ello desde el esfuerzo y la dedicación que implica el intentar hacerse un hueco en este mundo cuando por él caminas sin representante ni padrino. “Esas son mis credenciales, la ilusión, el esfuerzo y el trabajo”, con las cuales no le importaría hacerse cargo del filial albivioleta, algo que reconoce abiertamente: “Como hombre de club, no me importaría entrenar al Promesas. Al Valladolid le debo todo, porque ahí me he formado”.
“Siento que por resultados podría seguir, pero por recursos doy mi ciclo por acabado”
Al que pudiera ser su próximo equipo se enfrentó esta misma temporada con unos Gatos que en las tres temporadas en que estuvo al mando se mostraron muy competitivos. Prueba de ello es que “mejoramos un año la clasificación histórica, otro la puntuación y éste ambas cosas. Hemos sido un equipo muy regular, hemos ido de menos a más y hemos terminado casi sin problemas físicos, pese a que apenas entrenábamos”.
El grado de amateur del equipo es uno de los motivos por los cuales Manuel quiere más. “Siento que por resultados mi ciclo podría seguir, pero por recursos, lo doy por acabado. Creo que no puedo sacar más rendimiento. Yo quiero entrenar más tiempo y llegar más alto, entrenar un equipo de mayor nivel”.
Para ello, no hace ascos a la posibilidad de incluso entrenar fuera de España. Sólo necesita que alguien apueste por él, dice. “He mandado currículum a representantes, a ver qué pasa. Es un mes difícil. A mí me encantaría entrenar aquí, aunque no me importaría salir fuera”.
Allá donde vaya, tiene claro que de su mano iría su inseparable Alberto, preparador físico con el que ha trabajado en los últimos tres años y cuya labor considera de vital importancia.
“Cada semana la planificamos de forma independiente. Vemos qué ha ido bien y qué podemos mejorar con respecto al último partido, y estudiamos cómo podemos hacer frente al próximo rival. Al Real Valladolid B, cuando todavía lo dirigía Onésimo, por ejemplo, supimos mantenerlo a raya más de cuarenta y cinco minutos hasta que Pablo Gómez desatascó el partido con un gol de falta”.
“Una eliminación tan pronta es un fracaso”
En el conjunto que terminó dirigiendo Julio Velázquez, ve claras las posibles promociones al primer equipo: “A Sergio García lo hubiera subido ya este año, y creo que Javi Jiménez puede ser competitivo como tercer portero o Raúl Navas haber estado en lugar de Nivaldo. En la cantera el Valladolid tiene jugadores que pueden valer para el primer equipo”.
Por ese motivo Retamero encuentra inexplicable la eliminación en la primera ronda del play-off a manos del Llanes… o no. “Un equipo como éste no puede terminar un partido como el de Zorrilla con problemas físicos de tirones, gemelos y similares. Lo que para los chicos era un premio, jugar dentro del estadio, terminó con una primera parte regalada y cometiendo unos errores poco habituales. Sin duda, una eliminación tan pronta es un fracaso”.
“Distinto era el caso de la Arandina, que tuvo un cruce más complicado, o del Ávila que se metió justo al final; pero el Promesas, con su juego habitual, estoy seguro de que habría pasado. Tienen a gente del nivel de Javi Jiménez, segundo portero menos goleado del grupo; con gol como Bacari, de la calidad de Sergio García; con llegada de segunda línea como Cabrera, Durán o Iosu Villar; o válida en la estrategia como Pablo Gómez”.
De haber estado en el lugar de Onésimo, de algunos de esos hombres hubiera echado mano cuando el de La Pilarica se hizo con el primer equipo. “Él mismo reconoció que no fue fiel a su forma de ser. De haberlo sido, habría apartado o ignorado a los cuatro que daban problemas y subido a cuatro chicos con hambre, y que tiraran para adelante. Tenía que haber trabajado más a su manera”.
“Yo apostaría por un modelo en el que hubieran veinte fichas y el resto gente de cantera. Más en clubes humildes como el Valladolid. Hemos visto que año tras año han hecho la pretemporada varios jugadores, y después todo queda en agua de borrajas. Otros equipos lo hacen. No hay nada que perder, y además se logra un aliciente para seguir sacando gente. Con ejemplos como el de Álvaro Antón, lo único que se hace es que un jugador esté dando botes y además tape a otros que vienen por debajo”.
Para rizar el rizo, su modelo ideal de club tendría un patrón de juego similar, como ocurría cuando Mendilibar estaba al mando del primer equipo, “aunque después cada entrenador adaptase ese patrón a su juego, como Onésimo hacía buscando más un juego horizontal”.
No obstante, “conviene tener siempre un plan B, cosa de la que ambos carecían. Estudiando bien el juego del Valladolid, equipos como el Atlético de Madrid o el Villarreal demostraron cómo se le podía bloquear. No todo es mantener el balón, tener movilidad y buscar apoyos; ni bascular, buscar en banda y luego remate”.
“Me considero más bien un estratega y un estudioso”
Esa es una de sus obsesiones, confiesa. “Si bien mis charlas son más bien breves. Creo que hay que buscar la practicidad. Únicamente hago cuatro cositas puntuales como recordatorio del trabajo semanal, para ver si el jugador ha asimilado lo que queremos. Siempre partiendo de un trabajo breve pero intenso, y en el que, salvo en trabajos específicos, el balón siempre es protagonista”.
Se considera “más bien un estratega y un estudioso. Trato continuamente de ampliar mis conocimientos por medio de diferentes libros sobre táctica y metodología”, así como intentar “coger lo mejor de cada entrenador. De Benítez, por ejemplo, alabo su metodismo, y que dedica muchas horas. Capello es muy de resultado. De Guardiola, aunque no me gusta su rigidez, todos conocemos su juego. De Mourinho, no me gusta que sea por momentos tan defensivo, aunque me gusta su método de trabajo, de estudio del rival para conocerlo y contrarrestarlo bien para ganarle. Luego, Manzano me parece un ejemplo para los que estamos abajo”.
Y es que Goyo, como Manuel, tuvo que labrar su presente desde abajo. Maestro de profesión, él logró alcanzar su sueño y entrenar en la primera división. Ahora Retamero busca emularle. “Sólo necesito que apuesten fuerte por mí. Al terminar su carrera, muchos futbolistas se convierten en entrenadores, pero el sprintar rápido no significa que lleguen. Yo confío mucho en mi trabajo, y sé que no defraudaré. Esto es una carrera de fondo, y si me dan la oportunidad, sé que llegaré”.
Quién sabe si el siguiente paso del que para muchos es el mejor entrenador joven de la región, que recuerda por sus métodos a Unai Emery, puede ser, porqué no, el hacerse cargo del filial del Real Valladolid en las próximas fechas. Su nombre para ello suena. Como el propio Retamero dice, “tan solo falta la apuesta”.
