El mediapunta murciano abandona el Real Valladolid después de siete años, después de que Paco Herrera no contara con él. Será propiedad de los leoneses, aunque los blanquivioletas se reservarán una opción para recuperarlo en el futuro
La sorpresa se ha confirmado: Toni es nuevo jugador de la Cultural Leonesa. De esta manera, abandona la capital del Pisuerga después de siete temporadas vestido de blanquivioleta, desde que llegó en edad cadete, y a pesar de ser considerado durante años por los seguidores de la cantera como una de las mayores perlas de esta. Se desconoce el periodo que se prolongará su contrato, aunque el Real Valladolid se reserva una opción para recuperarlo en el futuro.
La operación se ha cerrado en apenas una semana. Conocida la decepción de que Paco Herrera no iba a contar con él –le dejó fuera de la concentración de pretemporada–, MRH Fútbol, la agencia que lo representa, se puso rápidamente manos a la obra en busca de una salida, ya que si bien había renovado recientemente hasta 2018, el ver cerrada la puerta del primer equipo tan pronto llevó a Toni a desear salir.
Después de jugar (y no desentonar) en los dos primeros amistosos del primer plantel, dispuso de un puñado de minutos en Mareo, a las órdenes de Rubén Albés, aunque su cabeza ya estaba fuera. De hecho, no jugó el siguiente partido, en Dueñas ante el Cristo Atlético, debido a que la ‘operación Cultural’ ya estaba en marcha.
En el Reino de León se producirá el reencuentro con Rubén de la Barrera, aquel con quien más rindió en estos años en el Promesas. Es, el técnico gallego, su principal valedor en la Cultural y Deportiva Leonesa y uno de los motivos principales por los que ha firmado por la entidad culturalista, aunque no solo. Allí dará un salto en cuanto a la competitividad de su equipo, toda vez que luchará por los puestos cabeceros, en busca de disputar el play-off de ascenso a Segunda y de pugnar por el salto de categoría.
Después de debutar con el filial el último año en que este militó en el Grupo VIII de la Tercera División, siendo todavía juvenil (jugó cuatro partidos y marcó un gol), ha sido jugador de pleno derecho del Real Valladolid B durante las dos últimas temporadas. En la primera, disputó 37 encuentros, en los que marcó cinco goles. En la pasada, fueron 37 entorchados los que sumó también aunque vio puerta solo dos veces. Así, su bagaje en el filial es de 76 envites y siete tantos, y un total de 6.390 minutos.
Técnico, fantasista, siempre se le ha acusado de tener poco físico, no sin razón. Por esta cuestión se le cerró con anterioridad la puerta del primer equipo –habría que preguntar a Paco Herrera qué no le ha convencido de él–, lo que no fue óbice para que luciera, ciertamente, más en la 2014/15 que en la 2015/16, aunque en esta tuvo también momentos de buen fútbol.
Le penalizó el estilo menos protagonista y dominador, que se espera predominante en la nueva etapa que se le abre en el horizonte. En la Cultural deberá dar un salto adelante, confirmar que está capacitado para jugar más arriba y, porqué no, para volver al Real Valladolid, ya como integrante del primer equipo. A un contexto en el que muchos aficionados lo veían, si no ya, más pronto que tarde.
Foto: Rosa M. Martín
Aunque un sector de la afición mostrara su disconformidad con su salida cuando se conoció la posibilidad a través de redes sociales, lo cierto es que, aunque cruda, tiene su lógica. Para el jugador, porque colmará su deseo de competir a un nivel mayor que el presupuesto al Promesas y porque se podrá testar después de ser desechado tras la oportunidad que se le había prometido. Y para el club, porque podrá comprobar si su potencial acaba de descollar y rompe en el jugador que promete, a la vez que se deshace de una ficha alta, lo que a buen seguro permitirá reajustar el presupuesto del filial y acudir al mercado.
Si bien la fórmula puede no ser la mejor a ojos de muchos, no deja de ser válida, debido a que el Real Valladolid no pierde toda opción sobre sus derechos. Es más: la dirección deportiva pretendía que se fuera cedido, pero fueron las otras partes las que insistieron en la rescisión, acordada finalmente a cambio de una opción de compra futura desde Zorrilla.
Con todo, deja un vacío en el Promesas pierde a uno de los que podrían ser sus puntales, por calidad, potencial y experiencia en la categoría.
Y así, abandona su casa, que eso es Valladolid, aunque sea murciano. Parte de la estructura desde los catorce años, sobra decir que su arraigo y adaptación a la ciudad eran absolutos, y también al club: se va siendo un blanquivioleta más… aunque desgraciadamente no más que nunca.