Ha cambiado mucho el fútbol español desde mediados del siglo XX. En un marco que mostraba un mosaico de torneos hoy desaparecidos, la Copa Federación, hoy en marcha pero con muy diferente formato, se abría paso como una vía para mantener la actividad de muchos clubes sin presencia en las grandes competiciones nacionales.
De 1944 a 1953, la Copa Federación tuvo un primer tramo exitoso y el Real Valladolid escribió una página memorable en su historia y en la de la competición, al proclamarse campeón de un título que, con el paso de los años, quedó relegado al olvido y que, precisamente ese año, dejó de celebrarse. Entre las dudas de los despachos y la consistencia del calendario (esto hoy nos parecerá curioso), el título hoy parece casi ya borrado de la memoria colectiva. Lo que entonces fue un gran motivo de orgullo y el primer título oficial del club, se convirtió en una “copa fantasma”.

La edición de aquel año es clave para la historia de un Pucela poco acostumbrado a celebrar títulos. Antes de poder medirse en la primera final de Copa del Rey disputada y mucho antes de la célebre Copa de la Liga de 1984, el Pucela, en esos tiempos asentando al club en la máxima categoría, se hacía con el último de los trofeos de Copa Federación disputados en el antiguo formato.
Fundado en 1928 y consolidado en Primera desde finales de los cuarenta, el Real Valladolid afrontó el torneo como una ocasión de demostrar su competitividad en el ámbito nacional contra equipos de muy diversa índole. Al frente del equipo estaba Iraragorri, mítico del banquillo pucelano y un técnico que supo construir un bloque sólido que contaba con el talento de Matito, Lesmes, Ortega, Coque Lolo o Valdés. La Copa Federación se presentaba como un escaparate paralelo a la Liga y a la Copa del Generalísimo, y el conjunto castellano lo aprovechó con determinación.
La que hoy es una competición dirigida a potenciar el fútbol de las divisiones inferiores a las profesionales, entre la Primera y la Tercera división RFEF (salvo equipos que disputen Copa del Rey o filiales), de 1944 a 1953 se trataba de un torneo eliminatorio entre equipos de Primera, Segunda y Tercera División, lo que daba lugar en un torneo global entre casi todos los equipos reglados en España y un lugar donde los pequeños se podían permitir competir frente a los más grandes del país.

Así fue la Copa Federación de 1953
El campeonato se desarrolló a lo largo de dos meses en formato de eliminatoria directa. El formato era tan complejo como característico de aquella época. El Real Valladolid superó cada obstáculo con solvencia, mostrando un fútbol intenso, firme en defensa y eficaz en ataque jugando contra Alavés, Jaén y, en la final, Cacereño. Esa victoria confirmó el buen momento de un equipo que empezaba a ser visible.
Los blanquivioletas se impusieron con dificultad ante un Cacereño que no pensaba rendirse con facilidad y fue celebrada como el primer gran éxito nacional de la entidad, con un once presentado por Iraragorri en el que jugaron: Goicolea; Matito, Lesmes, Losco; Ortega, Lasala; Cerdán, Coque, Tini, Ricardito y Valdés. Esa edición de 1953, Lolo y Zubeldia, de Valladolid y Osasuna respectivamente, compartieron el liderazgo del ránking a máximo goleador, con cinco dianas en todo el torneo.

Aunque lo cierto es que la alegría fue efímera y el torneo no tuvo más ediciones desde esa lograda por el Pucela en la 53/54 hasta finales del S. XX, en la década de los noventa. La Federación Española, en pleno proceso de reorganización de su calendario y sus torneos, acabó retirando el título por problemas económicos.
La decisión fue un jarro de agua fría para muchos que veían cómo la Copa Federación pudo poner en el mapa a clubes como el Real Valladolid y a otros ganadores, como la UD San Martín, el Deportivo Alavés, el CD Málaga, el RCD Córdoba y el Real Jaén, con los primeros títulos de estos equipos en Primera, Segunda y Tercera división.
En la ciudad, sin embargo, la historia se mantuvo viva durante años y los aficionados más veteranos seguían relatando en tertulias el orgullo de aquel triunfo y lo que había supuesto para una plantilla que consolidó su prestigio. Hoy pocos recordarán ese torneo como la constatación de que el Pucela podía aspirar a algo más que sobrevivir en la élite, pero su historia quedó escrita para siempre.
La Copa olvidada… y perdida
El episodio refleja la naturaleza volátil de aquel fútbol de los cincuenta, en el que proliferaban competiciones de vida corta, condicionadas por intereses federativos y por la necesidad de llenar calendarios. El Real Valladolid fue uno de los clubes que sufrió esa inestabilidad, viendo cómo un trofeo conquistado en el campo era relegado al olvido por la historia… y por un descuido.

Esa victoria, aunque plasmada en la historia, en los registros y en la oficialidad del fútbol español, no tiene un trofeo que argumente y vista la sala de trofeos de un Real Valladolid que, en los sesenta, perdió el primer título oficial a nivel nacional de la historia del club. En uno de los numerosos traslados de la sede social, la Copa Federación de 1953 desapareció y no se ha vuelto a tener pista de ella. Una pérdida que ha impedido mostrar el logro del equipo, pero que no ha borrado su memoria.
El Real Valladolid actual, inmerso en retos muy distintos, podría encontrar en aquella historia una enseñanza útil de que los logros no siempre son reconocidos, pero el orgullo de la afición es lo que verdaderamente perdura. La Copa Federación de 1953 simboliza esa tensión entre memoria y olvido. Lo popular, perdura y sigue siendo un capítulo inolvidable para quienes entienden que la esencia del Pucela consiste en defender lo suyo, aunque el mundo se resista a reconocerlo.
Sigue aquí la serie Pucela Retro:
- El doloroso correctivo del Zaragoza – Valladolid en la 1962/63
- César Sánchez, el gran escudero de los 90
- Simonet, el mito del Córdoba que comenzó en Valladolid
- Un antecedente especial entre Valladolid y Castellón
- Hermanos Lesmes, conexión ceutí con Valladolid
- Peternac, un vallisoletano con acento croata
- El Trofeo Ciudad de Valladolid, señal de identidad
- Gail, un vallisoletano polivalente y comprometido
- Gerardo Coque, corazón blanquivioleta
- Pato Yáñez, ídolo compartido
- Real Valladolid 1999/00: estabilidad y símbolos
- Uruguay en la historia del Real Valladolid
- Antonio Barrios, el vizcaíno que dejó huella en Valladolid
- Temporada 2024/25
 
			