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Ni horas extra ni productividad: Corea del Sur pone de moda como deporte esta extraña actividad

por Elena
4 de septiembre de 2025
Corea del Sur pone de moda como deporte esta extraña actividad

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En Corea del Sur se ha puesto de moda un “deporte” que te va a sorprender, porque nada tiene que ver con sudar la gota gorda con grandes caminatas o levantar cantidades de peso muerto repetidas veces, y es que consiste en nada más y nada menos que en no hacer nada. Sí, has leído bien: no hacer nada de nada y simplemente sentarse, cerrar los ojos, permanecer en silencio y dejar que la mente divague durante 90 minutos completos; lo cual es básicamente una rutina que quiere combatir y oponerse a esa cultura de la productividad que muchas veces lo único que hace es generarnos ansiedad.

Y es que, lo que pasa muchas veces, es que parece que el ocio tiene que tener un propósito, incluso salir a dar una vuelta con los amigos casi implica obligatoriamente ir a mirar tiendas o acabar en un bar tomando algo, pero en este caso es justo lo contrario, ya que en Corea del se premia la quietud y el tiempo muerto como un acto de resistencia frente a una sociedad que nos obliga a estar todo el rato haciendo cosas y a mantener nuestra mente siempre ocupada.

Pero este fenómeno ya ha pasado de ser un proyecto a una verdadera competición en Corea del Sur con su propio nombre y todo, y es la Space-Out Competition, en la cual los participantes se sientan sobre colchonetas, permanecen inmóviles y controlan su respiración, evitando cualquier gesto que los descalifique. La idea de todo esto no es solo descansar, sino entrar en un estado de atención plena que permite que el cerebro se relaje y active su creatividad; generando gracias a todo el movimiento que ha habido en torno a este “deporte” un debate muy necesario sobre la relación entre el tiempo libre, la productividad y la salud mental.

Corea del Sur y la performance que desafía la sobreestimulación

La Space-out Competition fue creada en 2014 en Corea del Sur por el artista visual Woopsyang para criticar el agotamiento de la vida moderna, y desde entonces ha crecido hasta convertirse en un evento cultural que atrae tanto a locales como a visitantes. Byung-jin Park, empresario tecnológico y músico indie de 36 años, es el actual campeón del “deporte de la quietud”, en el cual para ganar los participantes deben mantener su pulso estable, no reír, no hablar, no mirar el móvil y, sobre todo, no dormirse. La puntuación se basa en la estabilidad del pulso y la percepción del público, convirtiendo cada sesión en un híbrido entre meditación, performance y competición.

Lo que hace único a este deporte en Corea del Sur es cómo cuestiona la norma social que vincula descanso con pérdida de tiempo, algo que ya encontramos en conceptos como el “niksen” holandés, que promueven el arte de no hacer nada, se reflejan aquí como una forma de crítica ante la maquinaria capitalista y la sobreestimulación constante. Además, investigaciones en neurociencia demuestran que cuando dejamos de hacer “cosas”, se activa la red neuronal por defecto del cerebro, vinculada a la creatividad, la regulación emocional y la resolución de problemas, al tiempo que disminuyen los niveles de cortisol relacionados con el estrés.

De Seúl al mundo: la revolución del aburrimiento consciente

La práctica no se limita a Corea del Sur, ya que Melbourne, por ejemplo, acogió su propia versión del evento, donde la periodista Giselle Au-Nhien Nguyen descubrió que, incluso con TDAH, no hacer nada puede resultar sorprendentemente agradable. Entrar en un estado liminal, donde el ruido exterior se convierte en ruido blanco, permite que la mente divague y se regenere, algo que incluso expertos como la psicóloga Sandi Mann defienden, diciendo que el aburrimiento estimula la creatividad y que, lejos de ser un enemigo, es un regalo para nuestro cerebro.

Y es que, tal y como afirma Byung-jin Park, “desconectar no resolverá todos tus problemas, pero sentirás cómo tus pensamientos se transforman. Es súper refrescante”. En una sociedad donde incluso el ocio se mide por su productividad, Corea del Sur demuestra que, a veces, el acto más radical y beneficioso es simplemente no hacer nada.

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