El Real Valladolid perdió su primer partido de la temporada y otorgó mérito a un Albacete Balompié inteligente, que supo variar el plan para dejar al descubierto las carencias que su rival tiene cuando maneja el balón. Fruto de sus problemas a la hora de tener que generar, siquiera trenzar, el Pucela se quedó desnudo, y más, cuando en defensa no estuvo tan firme como en anteriores ocasiones. La consecuencia fue la peor actuación de lo que va de curso y un tropiezo con el que seguramente pocos o nadie contaba.
El inicio del choque fue un tanto atropellado, con varios robos altos de los blanquivioletas, que tuvieron también alguna posesión larga. No obstante, no conseguía ninguno de los dos sujetar el cuero. En contraposición con lo que quizás cabía esperar, el conjunto de Guillermo Almada tendía quizás más a su dominio en el arranque, con un Albacete que optaba por compactarse y acercarse más a las sensaciones de su último envite en Zaragoza que a las de encuentros anteriores, en los que concedió y encajó en demasía. Sendos tiros desde fuera de Ponceau y Amath se convirtieron en los primeros, aunque no en amenaza.
Sin lugar a dudas, lo fue más el de Agus Medina, superado el cuarto de hora de juego, que obligó a una estirada abajo a Guilherme en la primera ocasión clara del partido, en una jugada de esas que busca provocar más bien el Pucela: fue rápido en último tercio tras recuperar un ‘Alba’ que no acababa de hacer pie, al que con el esférico le costaba trenzar. El cancerbero volvió a ser salvador en un error impropio del equipo, que primero dejó que Gámez profundizase por la derecha, que Jefté prolongase y que Antonio Puertas rematase; los tres, solos.

Salvador Guilherme, desacertado Valladolid
Con esas dos ocasiones, el ‘Alba’ se estableció más en el campo del Real Valladolid, fundamentalmente por ese costado por el que Gámez exigía mucho, con el tiempo, estando, más que apareciendo, porque tuvo presencia hasta con unos cuantos saques de banda. Ahí, generaban superioridades con cierta frecuencia gracias a Agus Medina y Antonio Puertas, además de al propio lateral. Entretanto, Latasa no es que se guardase balones; es que ni le llegaban y ni Amath, ni Biuk, ni Ponceau terminaban de entrar demasiado en juego.
Al descanso, Guilherme Fernandes era el héroe ante el colista, ya que en un mano a mano volvió a evitar el tanto frente a Agus Medina, al que achicó todos los espacios. Después de unas cuantas acometidas, la primera réplica del primer periodo Biuk, cuyo remate palmeó Raúl Lizoain. La segunda fue aún más clara: un testarazo casi a bocajarro de Meseguer, que no pudo dirigir el remate y que acabó en un choque entre los dos con el que Ais Reig dio por concluidas las operaciones.
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— Real Valladolid C.F. (@realvalladolid) September 21, 2025
Agus Medina hace lo que Meseguer no sabe
Lo que le faltó en cuanto a poso a Meseguer lo tuvo en el área, donde, a los 30 segundos de la reanudación, marró otra ocasión clarísima. Recibió ahí, en los dominios de Lizoain, el cuero, se hizo sitio con el cuerpo y con un culebreo poco estético pero efectivo, salvo porque la pelota le cayó a la pierna izquierda, con la que le pegó mal y desviado. En su línea -lastimosamente- habitual, poco más tarde tuvo una de esas pérdidas que comete a veces y que provocó la transición del Albacete, que terminó con Antonio Puertas rematando al palo.
Lo que desperdició Meseguer supo hacerlo Agus Medina, y por derivación, lo que el Real Valladolid no hizo sí lo consiguió el Albacete. Ante la pasividad de Peter Federico y del mismo Meseguer, el conjunto manchego robó y verticalizó hacia Riki, que condujo y se la entregó a Agus Medina, que aprovechó el descubierto provocado por la pérdida para percutir lejos de Juric y, por fin -porque ya lo había intentado varias veces- marcar gol en un latigazo seco ante el que, esta vez, nada pudo hacer Guilherme Fernandes.

El 1-4-4-2 no arregla nada
La reacción de Guillermo Almada ante el gol local fue hacer debutar a Lachuer y dar entrada a Arnu, esbozando un 1-4-4-2 que buscaba ser más prácticos. Sucede que, para serlo, para activar a los hombres de banda, hace falta algo más que la intención, y no es que el Real Valladolid estuviera demasiado atinado, ni con los laterales titulares, ni con los refrescos, ni con Amath, ni con Peter Federico. Como quiera que Alberto González aculó a los suyos, sí pareció que ese afán bastaba para crecer, porque por fin había un dominio en campo contrario. Pero no otra cosa.
Lo que le faltó a Latasa fue acierto, porque lo que es regalos tuvo uno de Garri que solo había que desenvolver. El zurdazo del ‘nueve’ acabó en nada, lo mismo que el latigazo de Morcillo al larguero (en otro regalo del ’27’; este a quien no debía) aunque solo con que golpease ahí, la sensación de la parroquia del Belmonte ya fue otra. Fue el preludio de la sentencia, obra de Juan Carlos Lazo, en otro error en cadena. Trilli no acertó a despejar un envío frontal y Tomeo erró gravemente frente al goledor. Torres llegó, pero, como Guilherme, se vio vencido y el Albacete abrochó el triunfo.
Nada más sacar de centro, Lachuer se plantó solo frente a Lizoain, aunque remató mal, y Garri lo intentó desde fuera, pero la tarde estaba de que no. Por segunda jornada consecutiva, un equipo de la zona baja acabó con la imbatibilidad de uno de la parte alta de la clasificación, de un Real Valladolid que desnudó cuantas carencias tiene con balón controlado y al que, en esta oportunidad, no le sonrieron ni la pegada ni la firmeza defensiva que hasta ahora había tenido. Lo segundo, seguro que volverá. En arreglar lo primero, ya manido, tendrá que trabajar mejor -no necesariamente mucho, que eso ya lo hace- Guillermo Almada.
