El Real Valladolid Promesas sumó un punto de valor ante el Real Ávila, aunque agridulce, porque otra vez tuvo que navegar contra corriente después de regalar dos goles a su rival. Erró el filial blanquivioleta en área propia con tal gravedad que, de nuevo, su rival lo aprovechó para coger ventaja, mientras que en la contraria tuvo problemas para encontrar el acierto. Cuando dio con él, terminó levantando los dos tantos que habíar recibido y que le permitieron rescatar un punto que pudieron ser tres, porque Samu Rodríguez evitó varias ocasiones claras.
La primera ocasión llegó en un déjà vu del regalo al Marino la semana pasada. Esta vez fue Hugo San, y no Sergi Esteban, quien dio un pase horizontal hacia atrás, habilitando a un rival, a un Runy que encaró la portería y disparó desviado a la derecha de Álvaro de Pablo. Una segunda llegada de los abulenses daba pie a valorar esos primeros compases como de dominio local, aunque el Promesas se reveló y empezó a buscar a Xavi Moreno en la banda derecha. A ello le sumó la presión elevada en la que derivó el tiro de Mario Domínguez, achicado abajo por Samu Rodríguez.
El intercambio de oportunidades no fue de la mano de una continuidad o claridad en el juego. El Real Ávila tenía en Adrián Carrión su mejor futbolista, que mejoraba la jugada cada vez que participaba, aunque no siempre le habilitaban sus compañeros. Esto se debía a la efectiva presión blanquivioleta, que incomodaba a los encarnados cuando jugaban en estático. Así, el gol llegaría en otra entrega deficiente, en una mala salida desde atrás de Aranda y Jesús Martínez, que terminaría en una recuperación y en la definición, ahora sí acertada, de Runy.
El Promesas reacciona
Como ha hecho en oportunidades anteriores en escenarios semejantes, el Promesas se levantó y a punto estuvo de lograr el empate antes del descanso; primero, en una jugada en la que César Porras se abrió espacio dentro del área para acabar disparando y, más tarde, en una acción polémica, en la que, con Carlos Pascual tirado en el suelo, los pupilos de Javi Baraja continuaron y Mario Domínguez remató, aunque Samu Rodríguez evitó, una vez más, con otra gran intervención, el gol visitante. Con todo, la última ocasión del primer tiempo fue un testarazo de Gonzalo a balón parado.
El paso adelante se confirmó en los primeros compases del segundo periodo, en los que Carvajal desperdició un rechazo del meta abulense a disparo, de nuevo, del ‘Jabalí del Bierzo’, a quien la fortuna no le estaba sonriendo en su primera titularidad con el Promesas. Tampoco encontró suerte en el remate Iker Ivorra, que se encontró con el palo antes de la hora de juego. Como quiera que el Real Ávila no se pertrechaba, sino que buscaba cada vez que podía el pisar campo contrario, la manera que tenía el filial de intentar hacer daño era siendo vertical.
Mandíbula de cristal y hombrada
Javi Baraja intentó mantener el pistón con un triple cambio. Sin embargo, apenas habían pasado unos minutos de este cuando un cambio de orientación dejo a Sarr en franquía para abrir el DRS y desbordar a Hugo San, a quien trató de ayudar, pero sin éxito, Iago Parente. Las áreas, suena a tópico, aunque fue tan real como la vida misma, tiraban a la lona a un Real Valladolid Promesas que había tenido guante de seda, que no de hierro, y una mandíbula de cristal, pues no atinaba en las oportunidades que tenía y encajó dos tantos en las dos que recibió.
Quedaban diez minutos cuando, al fin, encontró el filial el camino del gol. Un mal pase de Fer Díaz y una salida mejorable de Samu Rodríguez propició que el balón le cayera en el sector izquierdo del campo a Sergi Esteban con el guardameta descolocado, gracias a lo que el madrileño acortó distancias. Tiempo había para obrar una hombrada, y el Promesas quemó todas las naves; fue a por más y consiguió instalarse definitivamente en campo contrario. Una segunda jugada de un saque de banda la prolongó Murcia para Ángel Carvajal, que picó sobre la salida de Samu para obrar el empate.
El cancerbero encarnado salvó un punto en la penúltima jugada del partido, podría decirse, de esas de valor gol, si bien no fue la única de este tipo que completó: a la postre, y por mucho que el Real Ávila llegara a disponer de dos goles de ventaja, su actuación resultó decisiva para evitar que el Real Valladolid Promesas ganase en el Adolfo Suárez, donde volvió a pecar de bisoño, pero no de incrédulo: creyó, cuando nadie lo hacía y cuando todo apuntaba a otra derrota de esas que uno achaca a un filial, empató y sumó un punto tan insospechado como, a decir verdad, merecido.
