El hermanamiento de aficiones del Real Valladolid y Oviedo dejó imágenes para el recuerdo en las inmediaciones del estadio José Zorrilla
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Oviedo y Valladolid. Valladolid y Oviedo. Dos ciudades, un mismo sentimiento cuando se habla de fútbol. Al fin y al cabo, el deporte es más bonito si aquel que se tiene enfrente es un viejo conocido, situación que se dio este domingo durante toda la jornada con la visita carbayona a la capital del Pisuerga. Fueron cientos los aficionados ovetenses que se trasladaron a Pucela para disfrutar de un buen día con la vista puesta en el partido.
Y sí, quizá se marcharon a casa con una derrota y cero puntos en el bolsillo, pero que les quiten lo bailado. El sarao comenzó a media tarde, a eso de las 19.00 horas, en la Sidrería Los Trabancos en el encuentro organizado por la Federación de Peñas en las inmediaciones del estadio, para después irse acercando poco a poco al templo según se acercaba la hora del encuentro. Los Anexos fueron testigo de cómo cientos de seguidores de Real Oviedo y Valladolid volvían a hacer gala una vez más de su fraternidad.
Para Blanquivioletas semejante encuentro no podía pasar desapercibido, claro. Por eso agarramos el micrófono para preguntar a los de banderas azules y de blancas y violetas si eran conocedores del por qué del mencionado hermanamiento histórico. Todo se reduce a aquel 3-8 en el Carlos Tartiere de la temporada 1985/1986, que supuso la salvación del Pucela en la penúltima jornada de Liga en Primera División.
Precisamente el mismo objetivo común que ambos buscan para el campeonato que acaba de arrancar; la Liga de las estrellas. Para ello quedan más de cuarenta partidos por delante, aunque en el primero de ellos ya ha quedado claro que a veces el fútbol es lo de menos. ¿No se lo cree? Pulse el play.
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