Lo de soplar las velas al ritmo del ‘Cumpleaños feliz’, además de común en nuestro país, es uno de esos momentos felices que conviven con nosotros gran parte de nuestra vida. Pero, atención, que esa canción, quizá la más inocente del mundo, se convirtió esta semana en una banda sonora infernal para los vecinos de un barrio de Murcia.
Durante más de cinco horas, la megafonía de un colegio decidió celebrar un cumpleaños, o varios, repitiendo sin descanso el clásico himno de los Parchís a todo volumen. Un homenaje involuntario a la paciencia ciudadana y a la resistencia auditiva. Lo que comenzó como una melodía alegre e incluso divertida, se transformó, con el paso de los minutos, en una especie de tortura sonora.
Un cumpleaños ¿feliz?
A las dos horas ya no quedaba rastro de entusiasmo. Los que dormían, se levantaron sobresaltados, los perros aullaban al ritmo de la música y más de un vecino empezó a plantearse mudarse a otra ciudad esa misma noche. “Era como vivir dentro de una película de terror, pero con payasos felices cantando”, contaba una vecina entre risas nerviosas.
Es entonces cuando aparece Juana, la heroína de esta historia. “Llamé porque me dolía muchísimo la cabeza”, relató Juana en televisión. “Le dije a la policía que llamara al alcalde o a quien fuera”. Cuando al otro lado del teléfono se rieron, Juana no dudó: “Pues yo pongo mi alarma y despierto a todo el pueblo”. Y lo cierto es que si la canción seguía un rato más, no habría hecho ninguna falta.
Los bomberos apagaron las velas
El caso llegó a tal punto que tuvieron que intervenir los bomberos de Murcia. Acostumbrados a apagar incendios, esta vez les tocó apagar las velas. Silenciar el cumpleaños feliz perpetuo era vital esa noche. De hecho, en su cuenta oficial de X publicaron un tuit con un toque de humor: “No queríamos fastidiar el cumple a nadie, pero… ¡no eran horas! De tus amigos los bomberos, feliz cumpleaños”. Un poquito de cachondeo que no falte.
El comentario de los bomberos se viralizó al instante y es que no era para menos. Hacía falta una buena dosis de ironía para explicar una noche en la que la megafonía de un colegio de Murcia convirtió el vecindario en una fiesta interminable en la que había de todo menos sonrisas. Según contó Paco, uno de los bomberos que participaron en la operación, “cuando entramos, estaba todo a oscuras y la canción seguía sonando. Era como un cumpleaños fantasma”. Intentaron desconectarlo desde los ordenadores, pero fue imposible y el sistema parecía poseído por el espíritu de Parchís. Finalmente, accedieron desde el exterior y lograron detener la melodía. Un silencio que debió sonar a gloria.
Se acabó la broma
La historia se hizo viral pues tiene todos los ingredientes del mejor humor español. Un problema surrealista, vecinos indignados, un toque de drama y una solución heroica que mete de por medio a las fuerzas y cuerpos de seguridad. Y también porque, en el fondo, todos hemos sufrido la tortura de una canción que,a veces, se repite en bucle en nuestra cabeza.
En Murcia, además, fue literal y no era dentro de sus cabezas, sino en la megafonía de un colegio. Casi nada. El colegio, por su parte, todavía investiga qué es lo que pasó. Algunos apuntan a un error del sistema, pero otros hablan de un descuido con la megafonía y de la programación de los mensajes de la misma. En cualquier caso, el barrio ha recuperado la calma. Eso sí, por si acaso, los vecinos ya han dejado claro que el próximo cumpleaños se celebrará en silencio, por lo que pueda pasar.
