El punta sueco ha cumplido su primer año como blanquivioleta y en los veintiún partidos que lleva con la camiseta del Real Valladolid está llamado a ser uno de los futbolistas que marquen las diferencias respecto a los rivales.
El seis de noviembre de 2012 el Real Valladolid anunció el fichaje de un nuevo futbolista para reforzar una de las posiciones que más dudas había despertado en lo que se llevaba de Liga: la delantera.
Transcurridas diez jornadas de competición, el Real Valladolid mostraba unas sensaciones muy positivas, gracias a la solidez defensiva y el extraordinario nivel de forma en el que estaban Óscar y Patrick Ebert. Sin embargo, las sensaciones que ofrecían los puntas eran bastante diferentes.
Tras un mal inicio de temporada de Javi Guerra, el defenestrado Manucho se hizo con la titularidad tras un sólido partido frente al Rayo Vallecano en el que consiguió anotar dos goles y los blanquivioletas lograron una convincente victoria por seis a uno.
Sin embargo, tras ese gran inicio, el ariete angoleño se fue diluyendo y enero estaba a la vuelta de la esquina, momento en el que Manucho se iría a Sudáfrica a jugar la Copa África. Con la incógnita de si Javi Guerra volvería a su mejor nivel, el Real Valladolid decidió echar sus redes en la liga sueca para firmar a un Daniel Larsson que ya sonó durante el verano para reforzar el ataque vallisoletano.
Con la confirmación oficial de su incorporación el seis de noviembre, los problemas en la delantera parecieron menores porque, aunque el atacante sueco no podría ser inscrito hasta el parón de navidad, el técnico Miroslav Djukic ya podía contar con él para los entrenamientos y sabrían que de cara a la segunda mitad de Liga podrían contar con otra alternativa diferente para encarar los nuevos retos.
Larsson firmó un contrato por tres años, duración algo elevada para ser un jugador del que poco se sabía, salvo que es compatriota de Goitom y puede jugar en la misma demarcación que él. Sin embargo, sus características son bien diferentes al ser un futbolista que hace de su velocidad y su esfuerzo sus mejores virtudes.
Quizá esas fueron las razones, junto a las lesiones, por las que Djukic decidió escorarle a una banda, lugar en el que jugó la mayoría de los partidos la campaña pasada y en los que su fútbol no destacó, pero sí que sirvieron para ganarse el apoyo de una gran parte de la afición al ser uno de los jugadores más activos en un tramo final de liga en el que el equipo pucelano sufrió un importante bajón físico y futbolístico.

Una vez finalizó la temporada, la sensación predominante que había hacia Daniel Larsson es que era un jugador que podía acabar siendo importante en la entidad pucelana por el compromiso que había mostrado en sus primeros meses en España. No obstante, en plena pretemporada su recto anterior le dijo basta y acabó por romperse, lo que le alejó de los terrenos de juego durante tres meses.
Nueve partidos y medio son los que ha visto Daniel Larsson desde fuera del campo, hasta que sustituyó en Vallecas a Patrick Ebert en el descanso. Y dos minutos son los que necesitó para meter el tercer gol del Real Valladolid en el partido y el primero en su cuenta personal con la elástica blanquivioleta.
Para hacer este tanto, Larsson hizo valer sus virtudes robando un balón tras un error defensivo, conseguir definir a puerta vacía y mostrar sus credenciales para ser un jugador importante en esta campaña, algo que ha sido refrendado cinco días más tarde al marcar de un cabezazo el gol con el que el Pucela inició su casi remontada a la Real Sociedad en un partido que acabó con dos a dos en el marcador.
Quizá el gran número de bajas por lesión hayan propiciado que Juan Ignacio le haya dado la posibilidad de jugar en su posición natural, oportunidad que el sueco no ha desaprovechado al conseguir hacer dos goles en 200 minutos, cifras que dejan de lado su ausencia de tantos en las veinticuatro horas que jugó la temporada pasada.
Por tanto, parece que Larsson ha dado ese paso adelante que tanto se esperaba y además de su esfuerzo y contribución al equipo puede ser un jugador decisivo que aporte ese punto diferencial que tanto necesita cualquier equipo de la élite.
Ahora, tras su primer año, le queda temporada y media de contrato para conseguir ser un icono en una ciudad a más de 2000 kilómetros de su Gotemburgo natal.


