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De resaca en San Mamés: Masip y Unai Simón, héroe y villano

por Gonzalo Castro
21 de octubre de 2019
Unai Simón

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El Real Valladolid rascó un punto en Bilbao. Otra vez más, y ya van cinco empates esta temporada, merecido. Lo intentó lo mismo que el Athletic y se topó con Unai Simón las mismas veces que los leones con un heroico Masip. Fueron estos dos, los porteros de ambos equipos, los que decidieron el resultado. Los de Sergio González, que mejoraron tras pasar por los vestuarios en el descanso, no saltaron al campo en el primer tiempo, después dominaron y al final, es normal, acabaron pidiendo la hora. Once puntos, a dos del descenso. Muy vivos.

 

El héroe. Masip, Masip, Masip… A veces te odio y otras te adoro. El fútbol y la vida. Pido que no juegues cuando fallas. Pido que te llame La Roja cuando no nos fallas. Pero no me arrepiento de cambiar así de opinión. Cada pensamiento está justificado. Escribo tal y como siento. Esa es la crueldad del futbolista. Del portero, más concretamente. Los aficionados solemos ser MUY injustos con nuestros guardametas. En parte es normal. Cuando un portero comete un error el desenlace suele ser desastroso. Si se equivoca el delantero, puede resarcirse a la jugada siguiente. El portero, en cambio, tiene que esperar minutos, jugadas y partidos para darle la vuelta a la tortilla. Ahí es cuando adquiere una importancia abismal el entrenador. Sergio, que siempre confió en Masip, le mantuvo pese a perder toda la seguridad que un día le sobraba. Nunca dudó. Lunin no era una opción. Le criticamos por eso. Ahora nos cierra (otra vez) la boca. Por eso ninguno de nosotros entrenamos al Real Valladolid.

El villano. Hace una semana se celebró en Toro, un pueblo mediano entre Valladolid y Zamora, la fiesta de la vendimia. Como cada año acudieron más de 15.000 personas. Entre tantas se coló Unai Simón, que aprovechó el parón del Virus FIFA para visitar a su familia zamorana. Un servidor vive allí y por eso tuve la suerte de charlar con él durante dos minutos. Pasaba desapercibido entre la multitud, pero los más futboleros le reconocimos rápidamente. Entre dos fotos que le pidieron aproveché para felicitarle por la gran temporada que lleva. ¡Hasta ayer solo le habían metido cuatro goles! Pero también le pedí una cosa: pórtate bien con mi Pucela el próximo domingo. Con el paradón a Unal me acordé de aquella noche. Tras la cantada me llevé las manos a la cabeza. Ese error, garrafal para un portero de Primera, nos ha dado mucha vida. El año que viene se lo recordaré.

Popurrí. El partido dio para mucho. En el primer tiempo, ya olvidado, los jugadores blanquivioletas ni pisaron el césped. Solo corrieron una vez, fue para atrás, y no sirvió para nada. El Athletic despejó, el balón le cayó a Williams y el resto ya está guardado en la carpeta de ‘Mejores goles de LaLiga’. Los 34 km/h de Iñaki parecían imparables. Tumbó a las dos torres de Sergio. Olivas llegó tarde al cruce y terminó sentado. Salisu fue al golpe y ni le movió. Un cuarto de hora antes me dejé la garganta. A Unal, con todo a favor para batir en el uno contra uno a Simón, se le apagaron las luces y la falló. ¡Esa la mete Miguel de la Fuente! Su compañero arriba, Guardiola, desaparece cuando se aleja del área y eso, cada día más frecuente, es un problema. Toni Villa, invisible. Plano, también. Míchel y Joaquín cumplieron otra vez. Como Nacho, que no defrauda. El equipo mejoró notablemente cuando Sergio cambió la banda derecha: entraron Porro (¡Debe jugar siempre!) y De Frutos (por favor, sácale más), que debutó. Al final se pidió la hora pero sin sufrir. Pobre Pucela. Pero muy rentable.

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