Manuel Retamero analiza la derrota del Real Valladolid ante el Real Club Celta de Vigo del pasado sábado.
El sábado en Zorrilla se volvió a ver un partido de los que si estás el estadio vives de verdad. Un partido con emoción, ambiente, intensidad, ritmo, de esos de los que al aficionado gusta vivir. Como si de un encuentro de primera se tratara. La pena fue que nosotros merecimos más y el destino nos jugó una mala pasada en forma de derrota dolorosa en el último suspiro.
Goles con dominio del rival
Y es que todos los ingredientes de partido emocionante se estaban dando: tú me das, yo te doy. Dos equipos demostrando querer jugar al fútbol y dejar claro por qué están arriba. Empezaba golpeando el Celta, creando problemas entre líneas y por acumulación de jugadores. Dio su primer aviso Iago Aspas, que recibía un pase en largo de Roberto Lago y que provocaría el primer córner del partido.
Pero fue el Real Valladolid el que marcó primero. Una gran acción combinativa en la que iniciaba Álvaro Rubio y que continuaban Bueno, Nauzet y Guerra para firmar un gran gol. Velocidad, pocos contactos, coordinación… mezclado todo ello con pases imposibles e inalcanzables.
Casualidades del fútbol: dominio del Celta y gol de nuestro equipo
Se fue sintiendo mejor el Real Valladolid, y eso lo plasmo en el terreno de juego con llegadas con más amplitud, buenos movimientos y circulaciones de balones como a nuestro equipo le gustan.
El inconveniente, que nos duró sólo hasta el minuto treinta, en el que Orellana buscó a Iago Aspas y éste con un golpeo no muy potente igualó el resultado en el marcador. Resultado justo a la conclusión de la primera mitad, en la que tanto uno como otro equipo nos ofrecieron sus credenciales con unos minutos finales de locura con ocasiones en ambas porterías.
Problemas en las dos defensas y Djukic se adelanta

Como pudo verse, ambas defensas pasaron por problemas en esta primera mitad. Nosotros creábamos problemas con llegadas con amplitud, tanto con Nauzet como con Sisi y las llegadas de los laterales, tanto de Peña como de Balenziaga. Las apariciones de Bueno por dentro hacían que el Celta tuviera muchos problemas para defender nuestras llegadas, quizá echando en falta más ayudas y mejorar la basculación.
El Celta, por su parte, nos hacía daño con los movimientos de Iago Aspas, Mario Bermejo y De Lucas a las espaldas de Nafti y Álvaro Rubio, por los costados con Orellana y las incorporaciones de Hugo Mallo por la derecha, alternando con la izquierda con Roberto Lago.
Toda esta acumulación de jugadores y su gran movilidad creó muchas dudas en el seno de los nuestros, pero Djukic lo cambio en la segunda parte, escalonando a Álvaro Rubio por detrás de Mehdi Nafti.
Dominio casi total y resultado injusto
Sisi entraba con mucha verticalidad por su lado y provocaba los primeros corners, la fiesta a la que se incorporó Jofre, que cogió el testigo de Sisi en la izquierda para pasar a dominar casi por completo al Celta, que quedó a nuestra merced y parecía dar por bueno el punto que hasta el momento se reflejaba en el electrónico.
Digo casi total porque tuvimos la posesión del balón, pero no finalizábamos bien nuestras llegadas. Nos costó mucho ver un centro buscando rematador o un pase atrás que hiciera justicia al dominio del Real Valladolid.
Nosotros tuvimos nuestra ocasión con Jofre golpeando fuera un centro de Sisi, y ellos tuvieron a continuación la ocasión que les daría los tres puntos. Gran jugada personal de Orellana, que le deja a Joan Tomás el placer de empujar el balón y hacer el resultado final.
Pese a lo doloroso e injusto de la derrota, nos queda como ligero consuelo el pensar que fuimos superiores y que solo pensábamos en la victoria. Desde ya hay que tener la mente puesta en el Elche. Y en seguir trabajando para mejorar.
