El Deportivo de La Coruña ha recuperado algo más que estabilidad en este inicio de la temporada 25/26. Diez jornadas después, el conjunto gallego se ha asentado en la zona media-alta de la tabla con una propuesta tan reconocible como eficaz. No es el equipo más vistoso de la categoría, pero sí uno de los más coherentes. Compite cada fin de semana con una estructura sólida, mecanismos automatizados y una fe inquebrantable en el orden táctico como punto de partida para crecer. En un campeonato tan irregular como LaLiga Hypermotion, eso ya es una virtud.
En el banquillo, Antonio Hidalgo ha conseguido que el Deportivo de La Coruña vuelva a parecer un equipo. Su llegada trajo método, calma y una idea reconocible con un fútbol de estructura, disciplina y verticalidad medida. Desde el banquillo ha construido un bloque con alma competitiva, que entiende cuándo acelerar y cuándo protegerse, que prioriza la solidez sin renunciar al gol.

El Deportivo, línea por línea
El dibujo preferido es un 1-4-2-3-1 que se comporta como un 1-4-4-2 en defensa. Germán Parreño, dueño del arco, representa el espíritu del equipo bajo los palos. Portero sobrio, sin alardes, siempre en su sitio y con experiencia. Su fiabilidad ha permitido al Dépor mantener partidos vivos en escenarios complicados, con paradas decisivas y una serenidad que contagia.
Por delante, la defensa ha mostrado consistencia y sincronía. Loureiro y Escudero, exblanquivioleta, equilibran el riesgo ofensivo de los laterales, mientras Dani Barcia se ha convertido en un central de jerarquía, líder silencioso de una zaga que rara vez pierde la posición. La línea de cuatro funciona como un bloque que cierra pasillos interiores y domina el área, aunque sufre más cuando el rival cambia de orientación o acelera el ritmo por banda.

En el centro del campo se sostiene buena parte del modelo. Villares y Patino conforman un doble pivote fiable, de lectura rápida y recorrido. El primero pone la pausa, el segundo el empuje. Son los encargados de dar sentido a la salida de balón y de sostener el equilibrio cuando el equipo avanza. Por delante, Mario Soriano actúa como conector y brújula creativa y su entendimiento del espacio, su capacidad para girarse y su presencia en tres cuartos son esenciales para activar los costados y generar superioridades.
Arriba, el equipo ha encontrado pólvora y desequilibrio. Eddahchouri se ha erigido en la referencia ofensiva con cinco goles en diez partidos. Es un delantero que interpreta bien los espacios y ataca los huecos con instinto. A su alrededor, Yeremay Hernánez, que aporta desborde, pausa y amenaza constante en el uno contra uno, mientras Mulattieri y Stoichkov se alternan como segundas puntas o falsos extremos según el contexto, siendo dos creadores de oportunidad muy llamativos.

Esta versatilidad permite que el Dépor combine juego directo, diagonales al espacio y asociaciones interiores con naturalidad. Cuando el equipo corre, es peligroso; cuando se atasca, le falta algo de ingenio para romper líneas cerradas. El conjunto coruñés ha cimentado su rendimiento en la regularidad competitiva. Defiende en bloque medio, presiona con criterio y sabe cuándo acelerar. No busca monopolizar la posesión, sino usarla con propósito.
El equipo de Antonio Hidalgo ha aprendido a manejar los partidos largos, a no descomponerse y a sobrevivir a los momentos de dificultad a pesar de que los resultados, a veces, se han escapado. Su mayor punto débil aparece cuando el duelo se descontrola y las transiciones largas desordenan su juego o el balón parado defensivo sigue siendo una amenaza latente. Este Deportivo se ha reconciliado con su esencia a base de trabajo, compromiso y un plan que, sin artificios, funciona bien con piezas que, saben, están para mucho más. Un equipo que no enamora, pero que convence.
¿Cómo le puede hacer daño este Depor al Real Valladolid?
Este Deportivo puede incomodar seriamente al Real Valladolid si logra imponer su ritmo y su estructura. El 1-4-2-3-1, compacto y solidario encaja perfecto con un sistema parecido del Pucela de Almada. Un equipo que está diseñado para neutralizar equipos que buscan dominar desde la posesión y que, sin balón, sabe manejarse.

Si el Dépor consigue cerrar los pasillos interiores y robar en campo medio, encontrará el escenario ideal para atacar a base de transiciones rápidas, apoyos bien sincronizados y verticalidad inmediata hacia Eddahchouri o Yeremay, sus dos grandes puntales ofensivos. El conjunto gallego sabe explotar los desajustes tras pérdida, especialmente cuando el rival adelanta líneas. En ese contexto, el Valladolid podría sufrir con las espaldas de sus laterales, ya que los extremos coruñeses suelen castigar cualquier espacio libre con conducciones directas y centros rasos peligrosos.
Además, el Dépor de Hidalgo tiene una virtud que puede ser letal ante el equipo de Almada, pues su capacidad para alternar registros puede superar claramente la inmovilidad de un Valladolid demasiado previsible en cuanto a la pizarra. Cuando necesita pausa, recurre a Villares y Soriano para sostener la posesión; cuando percibe fragilidad rival, acelera sin dudar.
Esa versatilidad lo convierte en un equipo incómodo, capaz de adaptarse a distintos ritmos de partido. Si logra que el Pucela pierda continuidad en la circulación y obliga a jugar por fuera, el Dépor encontrará ahí su ventaja. Desde la solidez y el orden, puede hacer daño al contragolpe o en ataques más estructurados, sabiendo que cada recuperación cerca del círculo central puede transformarse en ocasión clara.
