Suena el despertador, nos incorporamos y en el reloj apenas dan las ocho de la mañana. Solo una cosa nos puede hacer salir de ese escenario de letargo en el que el madrugón nos ha sumido: el desayuno. La imagen de la taza de café y la tostada con aceite no solo ha sido el símbolo del desayuno mediterráneo, sino una costumbre casi sagrada que muchos defienden como sinónimo de salud y equilibrio nutritivo. Pero, ojo, que algunos nutricionistas empiezan a cuestionar ese dogma y tirar por tierra la realidad de ese desayuno de reyes.
Carlos Núñez, especialista en nutrición, nos dice sin rodeos que ese ritual matutino puede ser “un veneno lento”. Sí, suena exagerado, pero lo cierto es que sus análisis tienen más ciencia de la que puede parecer, así que atiende que tiene cosas que contarte. Según explica, el problema no está en el aceite ni en el acto de desayunar esa tostada, sino en el momento y en la combinación.
El pan, generalmente hecho con harinas refinadas, dispara los niveles de glucosa en sangre justo al comenzar el día y eso, según asegura Núñez, genera una inflamación de bajo grado que, si repetimos a diario, puede minar poco a poco nuestras defensas. Como empezar el día “con un lastre”, asegura el experto, que insiste en que esos picos de azúcar de buena mañana activa mecanismos hormonales que no son nada convenientes.
El espejismo del pan como desayuno
Según el experto, la energía que ofrece este tipo de desayuno basado en meter en el cuerpo hidratos de carbono simples, como los del pan, es una “energía vacía” que da una chispa inicial potente, pero que se apaga enseguida. Algo que fomenta un ciclo que empuja al cuerpo a almacenar grasa y depender de estímulos rápidos para mantenerse activos. El exceso de insulina, liberada una y otra vez cada mañana, dificulta la quema de esas acumulaciones de grasa y fomentan el estado de almacenamiento continuo que, a veces, muchos confunden con el metabolismo lento. Pero no, es una trampa.
También advierte de que este hábito, repetido durante varios años, puede tener consecuencias más allá del sobrepeso, pues habla de un desgaste hormonal y de un sistema inmune debilitado, por lo que el cuerpo puede pasar a estar permanentemente inflamado. Pero, todo el mundo tranquilo, que no se trata de alarmar a nadie, sino de entender que a veces lo tradicional y lo de siempre no en todos los casos es tan saludable como creemos. Esa tostada de siempre, con su hilo de aceite, podría estar saboteando, sin notarlo, la estabilidad de todo nuestro organismo.
La alternativa que propone es sencilla, aunque nos cueste al principio. La opción que nos sugiere es cambiar el tipo de combustible para las mañanas, para, en lugar de tomar un desayuno basado en los carbohidratos, recomienda empezar el día con proteínas y grasas saludables, que no provocan esos picos altos de insulina y que nos saciarán durante horas. Pueden ser huevos, yogures naturales, aguacate o frutos secos, todas opciones que, según asegura, mantendrán la energía estable para evitar antojos.
El propio Núñez es más que consciente que, al menos en España, lo de cuestionar la tostada con aceite suena casi a un sacrilegio gastronómico, pero cree necesario insistir en que ese cambio de hábito puede ser una inversión más que importante en nuestro bienestar. Ni mucho menos se trata de prohibir ni demonizar el pan, sino de elegir mejor cuándo y cómo poder echárselo a la boca, pues el problema no es el alimento en sí, sino el momento que elegimos para comerlo.
 
			