Sergio Marcos llega al Real Valladolid con el objetivo de seguir creciendo y desarrollando su juego, después de su debut en Primera División hace dos temporadas con el Villarreal

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Atrevimiento, osadía, desparpajo, y sin embargo, colocación, armonía y disciplina. Solo hay una manera para que un joven centrocampista como Sergio Marcos González consiga abrirse un hueco en Primera División, y no es otra que a base de tirar la puerta abajo a pelotazo limpio. Bien es cierto que, como suele ocurrir en estos casos, ayudó el contexto. Todo comenzó hace dos temporadas cuando el chaval nacido en Sacedón, Guadalajara, se enfundó la elástica del Villarreal para debutar con el primer equipo ante en Rayo Vallecano.
Las tres competiciones en las que se encontraba inmerso el Submarino obligaron a Marcelino García Toral a tirar de rotaciones, y ahí apareció él. Con Bruno Soriano KO por lesión, aparecía ese pellizco mágico de suerte que un canterano necesita para dar el salto por primera vez. El técnico ya había oído hablar de una pierna diestra potente, pero a la vez precisa, que permitía mantener el centro del campo equilibrado cuando la situación lo requería. Y era justo lo que necesitaba para intentar asaltar Vallecas.
No pudo ser y el Villarreal terminó cediendo la cuchara por 2-0, pero ya no había vuelta atrás. Sergio Marcos había dejado una impresión buena, impecable, más en comparación con unos compañeros que, en esta ocasión, parecieron rendirse demasiado rápido. Los periódicos resaltaron en sus titulares el temple de un chico del que tiraría Marcelino hasta en seis ocasiones más, siete en total, hasta el final de Liga convirtiéndole en una buena pieza de fondo de armario.
Antes había habido intrahistoria, claro. Y es que Sergio Marcos había tenido que buscarse las habichuelas durante unas cuantas temporadas antes de que el año pasado, en Lugo, dejara otra buena impresión que le ha valido para hacer las maletas rumbo a Valladolid. Su capacidad de crear juego desde la zona más amplia de la medular, en ocasiones y cuando la ocasión lo requiere incrustado entre los dos centrales, llamaron la atención hace muchos años a los ojeadores del Atlético de Madrid, mismo equipo que terminó por desecharle en verano de 20121. Craso error, a tenor de lo visto desde entonces.
Internacional en categorías inferiores con la selección española, es evidente que Sergio Marcos ha mantenido una progresión brutal que, de no detenerse, podría terminar con él aspirando a cotas todavía más altas del fútbol español. ¿Conseguirá ese impulso, aún mayor, en Zorrilla? Esta temporada habrá que verlo, teniendo en cuenta que la competencia este año en su zona de césped es considerable.
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Orden y disciplina

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Una de las mayores cualidades a destacar de Sergio Marcos es la habilidad de hacer jugar a sus compañeros. A sus veinticuatro años maneja una madurez impropia que le hace tener una calma chicha para surtirles de balones debidamente. Cuando se pide, suelta rápido el esférico en corto. Cuando existen unos segundos más, levanta el periscopio. Un jugón tranquilo en los tiempos, lo cual no significa que ralentice el ritmo de partido. Al contrario. El hacer las cosas con mimo y esmero no implica retrasar una veloz contra, por ejemplo.
Y sin duda, bien le disfrutaron el año pasado en Lugo. Grande fue la decepción en Villarreal cuando se enteraron de que Sergio marchaba a tierras gallegas, pero el hambre y las ganas, además de la humildad, son otras de sus características.
Allí, en Anxo Carro, disputó nada más y nada menos que 33 partidos de liga, diecisiete como titular y los dieciséis restantes desde el banquillo, para demostrar una vez más su temple y buen hacer sobre el campo. Primero con Luis Milla y después con José Antonio Durán, pudo dar más o menos continuidad a un estilo que poco a poco se consolida a la hora de plantear su juego, con una visión extraordinaria y una precisión en el pase realmente envidiables.
Como suele ocurrir en estos casos, las circunstancias mandan. Tras regresar a Castellón este verano, el Submarino sigue sin ver un hueco en la plantilla para él de manera que su nueva marcha parecía inevitable, como ha terminado ocurriendo. Braulio Vázquez ha sabido moverse con agilidad para traer a un jugador que una de dos; o consigue hacerse importante y pone Zorrilla a sus pies, o cortará una vertiginosa progresión que viene dándose desde hace años. Solo el tiempo dirá.
