Con el calor que está haciendo este verano, parece que eso de dormir fresco sin necesidad de poner el aire acondicionado es casi un mito, pero nada más lejos de la realidad, ya que la ciencia nos ha dado algunas pistas sobre lo que podemos hacer para lograrlo. Todo surge de la idea de “engañar” a nuestro cuerpo con una serie de acciones que podemos hacer antes de irnos de a la cama y que nos ayudan a autorregular nuestra temperatura corporal, y todo ello sin depender de aparatos externos.
La clave está en entender que el cuerpo necesita perder calor para conciliar el sueño, por lo que si la temperatura del entorno no acompaña, ese mecanismo se bloquea. Por eso, la idea de dormir fresco va mucho más allá de una simple sensación de confort, sino que es algo que afecta directamente a la calidad del sueño, al descanso real y, en consecuencia, a cómo nos sentimos al día siguiente.
Evita que el calor entre antes de que sea tarde
Lo primero que aconsejan los expertos es actuar antes de que la habitación se convierta en un horno. Para dormir fresco, no basta con abrir ventanas cuando ya es tarde, sino que debemos seguir la regla de que, durante el día, debemos cerrar las persianas, cortinas y ventanas, sobre todo en las horas más calurosas, de tal forma que reducimos el calentamiento de las superficies y creamos un microclima mucho más amable. Cuando cae la noche y la temperatura exterior baja, es momento de ventilar, por lo que podemos abrir ventanas en lados opuestos, ya que esto ayuda a crear corrientes que renuevan el aire y enfrían el espacio.
Dormir fresco también pasa por elegir bien dónde se duerme. Si la casa tiene varias plantas, mejor usar habitaciones en pisos inferiores, ya que el calor tiende a subir. En cuanto a la cama, conviene usar ropa ligera, sábanas de algodón o lino y evitar los tejidos sintéticos, que retienen más calor y humedad y, el pijama, si se usa, también debe ser de fibras naturales, aunque también podemos optar por la solución de dormir directamente sin ropa, algo que ya se ha demostrado que tiene muchos beneficios para nuestra salud.
Cómo podemos dormir frescos y ganar la batalla al calor
Como ya te hemos adelantado al principio de este artículo, nuestro cuerpo tiene sus propios mecanismos de regulación térmica, y conviene aprovecharlos de la mejor manera, como por ejemplo tomando una ducha templada antes de dormir, ya que esto ayuda a dilatar los vasos sanguíneos y facilita la pérdida de calor. La idea no es quedarse congelado, sino facilitar que el cuerpo entre en ese proceso natural de enfriamiento, permitiendo que este se autorregule.
Un truco antiguo que aún funciona es humedecer ligeramente una toalla, sábana o camiseta y colocarla sobre el cuerpo o la cama, técnica que, te lo creas o no, ya usaban los egipcios. Aunque puede parecer algo incómodo, esto nos ayuda a dormir frescos durante los primeros ciclos del sueño; pero debemos tener cuidado con no empaparnos, es decir, que hay que tener una ligera humedad, lo justo para provocar una sensación fresca sin acabar completamente mojados.
También conviene evitar cenas abundantes o bebidas alcohólicas antes de dormir, ya que ambas elevan la temperatura corporal y dificultan conciliar el sueño debido a que este es incapaz de hacerlo si estamos deshidratados o justo se encuentra digiriendo la comida. Es por ello bastante recomendable beber agua y hacer ejercicio antes de irnos a la cama, ya que un cansancio leve nos ayudará a poder dormirnos antes.
 
			