Óscar lleva catorce goles en una temporada en la que, para algunos, viene haciendo buena la canción de Quique, esa que dice “hay veces que lo bordas y hay veces que lo tiras por la borda”

De vainilla y de terciopelo es la voz de Quique González. Desgarra con cada letra, canalla a veces, dulce otras. Llega a los oídos con la contundencia de un golpe de Cassius Clay, directo al hígado, real, sincero. Es, en fin, arte en sí misma. Cosas de los González.
Con el diez a la espalda, con el mismo apellido, responde en Zorrilla otro al nombre de Óscar. Como Quique, solista. Capaz de emocionar, en su caso, con bota de seda, que es cuchillo cuando enfrente la oposición no es tal o no posee la alquimia necesaria para neutralizar su magia.
Cada uno a su manera, estremecen ambos. El cantautor ha ido matizando su estilo en los últimos años en Estados Unidos, donde ha introducido un matiz y un sentir un poco tejano a su sensibilidad de andar por Madrid, y sin embargo ser capaz de ver lo mundano más allá de las carreras en el metro.
El ritmo del mediapunta también es pausado, como una tarde de lluvia en Sol con tu pareja de la mano. Mientras todo alrededor es ansiedad y estrés, él prescinde del paraguas. Y baila. Y sonríe. Aunque no todo el mundo le comprende. Hay quien pasa junto a él y piensa “¿por qué tan alegre, si llueve?”.
Eso es a veces Óscar, un incomprendido. Aunque a veces con razón, todo hay que decirlo. Es un verso suelto, un beso aislado, un frío abrazo. Y Zorrilla, aunque le digan así, frío, es ardiente; o, mejor dicho, necesita fuego. Por eso hay quien, a pesar de sus catorce goles, con los que ha igualado su mejor registro profesional, no acaba de apreciar su fútbol.
Como mago, en ocasiones ejerce como escapista y la zaga rival no le ve; otras, es ilusionista y desaparece él mismo. Volviendo al otro González: si fuera canción, una de Quique, sin duda alguna sería ‘Por la borda’. “Hay veces que lo bordas y hay veces que lo tiras por la borda”, dice la letra, que, decíamos, le viene al dedo.
La primera premisa es real, plausible. Como la segunda, que es reproche, aunque no mucho. Lo es porque a los buenos se les exige. Y él es bueno. De los mejores. O, quizá, el mejor. Es a quien se debe encomendar el Real Valladolid para el ascenso, principalmente. Y quien debe saberse protagonista y líder; quien debe dar un paso al frente para que el tramo final lleve a la gloria.
Indudablemente, Óscar es importante. Ha de serlo para que el objetivo se cumpla y la ciudad que lleva detrás vuelva a ser de Primera. En sus pies está ser Quique; volver a poner al público de pie. Que la afición de Zorrilla grites sus goles y coree aquel ‘Delantera mítica’ que aún no es él, pero que puede y debe.
Fuimos una delantera mítica
y lo entiendo pase lo que pase,
porque te llevo en el corazón.
A decir verdad había química
y te espero cuando todo estalle,
porque te llevo en el corazón,
porque te llevo en el corazón…
