El Huesca recibe al Valladolid en esta jornada 17 y lo hace en un estadio que, en las últimas semanas, ha conseguido ser el mejor seguro de vida de una afición que no ha empezado la temporada como quería. Tras la llegada de Bolo, El Alcoraz ha vuelto a parecer un estadio memorable para poder guardar puntos y asentar las aspiraciones a luchar por algo más en un futuro próximo. Sin tener, a priori, una base asentada para aspirar a los puestos que dan derecho a los playoff de ascenso, el Huesca necesita unirse a El Alcoraz para que su mirada pueda tener, como poco, una temporada tranquila.
Con un aforo de 9128 espectadores, su estética ha cambiado mucho desde su fundación, en enero de 1972, a nuestros días, pero no las gargantas que alimentan la pasión de un club que vibra, desde 1960, con las idas y venidas del equipo de su ciudad. Los aragoneses hacen suyo este bastión de pasto en el que el Huesca sigue soñando con luchar con el esmero suficiente de poder asomarse, de nuevo, a Primera División.

Desde la 20/21 que no han vuelto a ser dignos de ese lujo, que solo han tenido dos temporadas en toda su historia. Una realidad compleja, como de un amor que nace y se va en un instante. En 2018 ascendían por primera vez, en 2019 descendían de nuevo y, en 2020, volvían a Primera. Un ascensor que acabó de asentarse en la categoría de plata en 2021 y que, desde entonces, solo les permite soñar con el día en el que El Alcoraz vuelva a ser estadio de Primera División.
La gestación de la idea del estadio de El Alcoraz
Fue en 1971 cuando Huesca quiso tener un estadio a su nombre. Poco después de la reestructuración de Tercera División (que daría paso a la ya extinta 2ª División B), la SD Huesca se vio emparentada con equipos de renombre que estaban pasando una mala época en el tercer nivel del fútbol español como UD Salamanca, Osasuna o, precisamente, Real Valladolid. Una realidad que imponía y que animó a su junta directiva a plantearse la construcción de un nuevo estadio, que se inauguraría en enero, como muestra clara de una de las enseñas de este estadio: el frío.
Huesca no es un sitio plácido para quien desea robar. En el caso de todos los visitantes, puntos, pero en otros terribles casos, la propia vida. Y es que el apelativo de El Alcoraz viene dado por la batalla de Alcoraz, una de las refriegas de la Reconquista a principios del S. X. Exactamente en el año 1096, entre tropas pamplonesas y aragonesas contra los musulmanes de la zona de Zaragoza, apoyados, eso sí, por varios nobles castellanos.

Siendo Huesca entonces ya una ciudad de importancia estratégica, esas tropas evocaron lo que en la jornada 17 será una contienda mucho más sana entre dos equipos de fútbol. Y es que en El Alcoraz se vivirá una réplica a menor escala de una realidad que cedió Huesca a Castilla, gran apoyo de las tropas musulmanas en el frente de Zaragoza y vencedores en la batalla del año 1096. Una derrota probablemente olvidada, pero que tendrá ese componente histórico en la nueva visita del Valladolid a Huesca.
Arreglarse para Primera División
En 2018, sabiéndose ya equipo de Primera División, la SD Huesca se hizo consciente de que El Alcoraz debía ponerse guapo para LaLiga. Aunque ya durante la llegada del S. XXI se habían hecho numerosos cambios, en luminarias, espacios en grada y mejora del césped, lo que le valió para la visita de España Sub-21 en un encuentro ante Grecia en 2003, con jugadores de mucho nivel en el campo como Mikel Arteta, Valdo, Riera o Asier del Horno, e incluso los que, solo siete años después, serían campeones del mundo en Sudáfrica, como Víctor Valdés o Fernando Torres.
Si antes de ese primer año en Primera División se pasó de 5500 localidades a más de 7500, la segunda cita en Primera, dos años después, elevó el aforo total al actual, de más de 9000, para favorecer la presencia de todo aquel que quiera ser uno en la voluntad de un club que quiere seguir soñando, progresando y creciendo al amparo de un estadio que, con Bolo al frente, tratará de impedir que los castellanos (hoy castellanoleoneses) puedan volver a conquistar Huesca y, específicamente, El Alcoraz.
