Manucho anotó su primer gol oficial con la camiseta blanquivioleta hace tres temporadas ante el Valencia CF, el primero de los once que lleva hasta el momento.
Érase una vez un delantero, angoleño para ser más exactos, procedente del Manchester United, que un buen día, el de su presentación con el Real Valladolid, dijo que iba a marcar entre treinta y cuarenta goles, tantos que celebra emulando a un avión. Cuenta la leyenda que la dichosa cifra fue un error del traductor que lo acompañaba, pero fabula o no, los cuarenta de Manucho se quedaron grabados a fuego en la memoria de muchos.
Domingo, trece de septiembre del ya pasado 2009 en el Nuevo José Zorrilla y con un invitado de lujo, el Valencia CF. Corría el minuto cuarenta y cinco cuando ‘la sorpresa’ de aquel ya olvidado verano hizo su estelar aparición. Tan solo diez minutos le hicieron falta para marcar su primer gol. El avión comenzaba a despegar.
Mateus Alberto Contreiras Gonçalves (Angola, 7 de marzo de 1982) fue “la sorpresa” de Carlos Suarez para la delantera del Real Valladolid de la temporada 2009/10. Un jugador que prometía goles y que parecía que lo iba a cumplir ya que tan solo le hicieron falta dos jornadas para anotar su primer gol.
Su segundo tanto se hizo de rogar, y más de lo que a la afición vallisoletana le hubiese gustado. Casi tres meses después, Manucho volvió a marcar y a sonreír. Esta vez fue lejos de casa, frente al Sevilla, en un encuentro que acabó empate a uno, pero que al delantero le sirvió para reconciliarse con el tan preciado –y caro- gol.
Parece ser que el Sevilla es la debilidad del ‘palanca negra’, puesto que en el partido de segunda vuelta, cuatro meses después, volvió a batir a Palop. Su tercer gol de la Liga dio el triunfo a los locales. Un triunfo vital que permitía al Real Valladolid aferrarse a la permanencia.
El cuadro pucelano estaba con el agua al cuello, rozando el abismo y con un pie en el infierno de segunda, pero Manucho tiró de casta y enseñó la senda de la victoria al Valladolid en El Molinón y ante un rival directo. Abrió la lata de este encuentro en el minuto ochenta marcando el primero de los dos goles que dieron el triunfo al Real Valladolid. Un gol que más bien fue un rayo de esperanza para la parroquia pucelana.
A pesar de todo, el Real Valladolid acabó descendiendo a Segunda esa temporada y Manucho hizo las maletas rumbo a Turquía. No fue un adiós definitivo, sino un simple hasta luego. En la temporada 2011/12 regresó a la fría Castilla para ayuda al equipo a regresar a lo más alto.
Cinco goles, uno en propia puerta, fueron los que marcó en los 567 minutos que disputó esa temporada. Al igual que ocurriese el año de su debut con su primer gol, quinto en el computo global, lo marcó en casa, ante el Numancia y saliendo desde el banquillo.
No tuvieron que pasar tres largos meses para ver su segundo gol. Cuatro semanas fueron suficientes para que volviese a marcar y no uno, sino dos. Su primer doblete con el Valladolid llegó el diecinueve de noviembre de 2011 en Zorilla ante el Villarreal B.
No pasó tanto tiempo entre el primero y el segundo y el tercero pero entre el tercero y el cuarto… el tiempo suficiente para que una Liga como la Segunda División Española dé cien vueltas.
Medio año después, el avión aterrizó en Riazor para rescatar un punto en el minuto noventa. ¡Manucho al rescate! Córner botado que el angoleño aprovecha para batir a Lux. Al igual que dos temporadas atrás el Valladolid se jugaba mucho y ante un rival directo, el ascenso ante el Deportivo.
Pero lo que nadie vaticinaba es que el sino, tan solo una semana después, le haría pasar de héroe a villano. El Real Valladolid se enfrentaba al Hércules y el conjunto de Djukic, en el 94′ iba ganando por un gol a cero. Tan solo un minuto después el conjunto alicantino saca un córner con tan mala fortuna que Manucho bate a Jaime. Empate a uno y reparto de puntos. Por suerte ese gol no influyó mucho en el buen devenir del Real Valladolid esa temporada. Finalmente se consiguió el ansiado ascenso a Primera.
Si ya lo decían los filósofos de la antigüedad, el destino es caprichoso e impredecible. Posiblemente sea así. Manucho ha pasado de ser un descarte, no se lo quería, no entraba en los planes y era un jugador no valido para el estilo del Pucela en Primera, a ser uno de los revulsivos.
Avatares de la vida han querido, por el momento, que Javi Guerra no sea ese delantero que en dos temporadas marcó cincuenta goles y hacía suspirar a toda una afición. Malo para uno, bueno para otro, así de simple. A Manucho se le abrieron las puertas de la titularidad y no, no dejó escapar el tren. Tanto es así que no tardó en demostrar que él era igual de válido y bueno que Javi Guerra. Por el momento, lleva tres goles en once jornadas, dos ante el Rayo Vallecano y uno ante el Málaga.
Hasta la fecha lleva once goles, el que marcó en propia puerta mejor obviarlo, al fin y al cabo no será al primer jugador al que le pase con la camiseta blanca y violeta. Aún le quedan unos cuantos para cumplir su promesa, pero… ¡Lo imposible solo tarda un poquito más en conseguirse!
