El Laguna no transformó su superioridad en goles y acabó goleado por el equipo de Cristian Terrados, que aguantó el chaparrón

El Laguna tiene motivos para estar contento, también para sentirse lastimado, pero nunca sorprendido. Porque sabe que el fútbol también presenta escenarios como el de este sábado, donde quien domina no necesariamente gana, donde el que arriesga a veces pierde, donde el que da no siempre recibe. En su caso, cayó con un Betis que parecía lastrado, pero que resurgió de las cenizas para remontar un partido que supo a gloria verdiblanca.
Trató de impedirlo su ex pupilo, Diego Benito, predispuesto a amargar la tarde a la que fue su hinchada durante 14 años. Y tiene 19. Y una madurez que ya la quisieran los de diez años más. Marcó él, si bien el gran mérito de la jugada lo tuvo Borja, su compañero. El Laguna había comenzado fuerte y pudo llegar el cero a dos, porque hasta que se cumplió la media hora se mostró mucho más equipo que el Betis.
Se percató rápido su técnico, Cristian Terrados, quien imprimió al equipo el carácter inexistente hasta el minuto 30. Después, el escenario fue distinto. Se buscaba constantemente a Santi, quien caía en fuera de juego, y Aitor rozó el empate con un disparo desviado. Había cambiado la tendencia, y se confirmó con el empate del propio Santi al borde del descanso.
Sin embargo, los locales recayeron en el error de salir a verlas venir. Otra vez el Laguna se lo creyó, con la diferencia de que esta vez no encontró el gol. Durante 15 minutos el cuadro de Gustavo Pérez fue un rodillo, que arrinconó al contrincante a base de saques de esquina y de segundas jugadas. Beni se entretuvo, Guille no atinó y Cristian despejaba cada balón que aparecía por sus dominios.
Y entró Héctor, el salvavidas. Porque cuatro minutos después de pisar el césped marcó el segundo para el Betis. Nadie lo habría imaginado, porque cuando peor estuvo su equipo llegó el tanto gracias a un contragolpe niquelado. Si ya era mayúscula la sorpresa se convirtió en insuperable cuando, diez minutos más tarde el propio Héctor marcó un gol olímpico con la ayuda del larguero y de la falta de contundencia del guardameta lagunero.
Ahí murió el Laguna, si bien persistió en campo contrario, pero fue peor el remedio que la enfermedad. Llegó el cuarto en la última acción del encuentro, obra de Mario Díez en una contra plácida para él. Definió en el uno contra uno para dedicárselo a Dani Díez, su ex compañero en el Real Valladolid y, paradójicamente, anterior jugador del Betis.
Él fue un ex verdiblanco feliz, contrastado con otro que regresó a su campo por primera vez con la camiseta de un contrario y que se llevó el resultado que nunca imaginó, nunca deseó, más aún tras haber abierto la lata en el minuto 2 de partido. Al fútbol no hay que buscarle explicación, solo hay que vivirlo y quien salió más vivo fue el Betis, con tres puntos y una salvación prácticamente asegurada.
El Parquesol B golea; el Arces se topa con la crueldad
Triunfo holgado del Parquesol B, sostenido en sus hombres fuertes. Miguel abrió la lata a la media hora y dio inicio a un choque redondo. Después fueron Arranz y Jony –dos de las apuestas de Serrano con el primer equipo juvenil– quienes sentenciaron ante el Villamayor.
Por su parte, el Arces perdió una de sus últimas finales por la salvación. Se medía ante un rival directo como el Guijuelo. Empezó adelantándose gracias al gol de Mateo a falta de veinte minutos, pero en el minuto 80 empató Sebastián y en la jugada siguiente el mismo futbolista remontó el choque. Ahora los celestes son colistas a diez de los salmantinos.
