Johan Mojica debe mejorar en la parcela defensiva si quiere asentarse en el fútbol español y quitar el regusto amargo dejado la pasada temporada por dos de sus compatriotas en el Real Valladolid

Sin prisa, pero a la vez sin pausa, la plantilla del Real Valladolid sigue creciendo. Con la paciencia del gallego, Braulio Vázquez continúa atrayendo a jugadores que quieran hacerlo también, crecer en un club y en un equipo que tiene como único objetivo el ascenso a Primera División. Así es que ha conseguido no solo que varios jugadores quieran relanzar sus carreras en el Nuevo José Zorrilla, sino que entidades de Primera confíen en el nuevo proyecto para ceder a potenciales soldados de élite.
Es el caso de Roger, propiedad del Levante, o del último en alistarse en las tropas de Rubi, un Johan Mojica que ha firmado recientemente por cuatro años por el Rayo Vallecano. Tiene veintiún años y uno de experiencia en Primera, juega por el lado izquierda, es de un marcado perfil ofensivo y colombiano, el décimo de la historia de un club que conoció a Higuita, Leonel Álvarez o Valderrama y que tuvo a Maturana como entrenador.
Más recientemente, la campaña pasada, estuvieron por aquí Alcatraz y ‘El Zorro’ Osorio. Ninguno de los dos triunfó. El uno, porque su familia no se aclimató y llevó mal vivir a la sombra de Rukavina y el frío de Pucela. El otro, quizá más por los intangibles y el azar que envuelve al fútbol que porque no lo tuviera en sus botas. Fuera como fuese, defraudaron y hoy son pasado, uno que pronto se recordará haciendo la señal de la cruz, como quien trata de espantar a Satanás, a Haris, a Nivaldo o a Pelé.
Aunque cada persona es un mundo, y como tal también cada futbolista, Mojica debe luchar contra ese recuerdo y contra otro, el que tiene el aficionado del Real Valladolid de él, que no es otro que aquel maldito pase que dio a Daniel Larsson en Vallecas, en la victoria blanquivioleta por cero a tres. Aquello le hizo ganarse un sambenito de inválido del que ha de deshacerse, por su propio bien y el general.
Aquel desacierto encarna lo que fue la primera temporada del cafetero en España, no tanto porque todo en él fuera un desastre como por el lastre que le supuso. A ello hay que sumar que el resto de la línea de atrás del Rayo tampoco funcionaba, lo que les llevaba a encajar cuantiosos goles, y no solo por los planteamientos suicidas de Paco Jémez, que, dicho sea de paso, si se tuviera solo en cuenta su capacidad ofensiva, le habrían venido como anillo al dedo.
Pero el caso es que el caleño no dejaba de ser un defensa. Y, aunque suene a Perogrullo, como tal, debía defender. Y lo cierto es que no lo hizo bien. Así pues, apenas jugó quince partidos y, en cuanto la dirección deportiva tuvo oportunidad, firmó a Radvan Rat, un lateral que le mejoraba en esa labor, más experimentado y capaz en el corto plazo. Pero vayamos con lo bueno.
Tácticamente tiene mucho por mejorar, si bien puede cubrir sus carencias con su velocidad. Es un correcaminos, que, una vez vistos los dos primeros partidos de la ‘era Rubi’, puede decirse que a priori encajará bien en las intenciones del técnico. En ataque estático puede colaborar, pues vive en el campo del rival, aunque en esa faceta le mejora Peña. No así en potencia y dinamismo, apartados en los que recuerda a una versión más técnica de Bergdich.
Cuando fue presentado en el anterior club dueño de sus derechos, el Deportivo de Cali, a donde arribó proveniente del Llaneros y donde estuvo a las órdenes de Leone Álvarez, se definió a sí mismo como “un jugador que se caracteriza por ser técnico, veloz, con buena pegada, ordenado, aplicado en su posición y con buena ejecución de tiro libre”. Así visto, le faltó solo compararse con ‘su’ Alcatraz.
Capaz de correr cien metros en menos de once segundos, en Valladolid tendrá la ocasión de burlar al coyote del fracaso, sin la presión de tener que huir del descenso, pero con la necesidad de ganar si cabe más partidos que para eludirlo, con el fin de lograr un ascenso que para él sería carrerilla. Si aprovecha la ocasión, no habrá corrido en vano; la élite, de pleno derecho, será suya.
