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El Detalle: Hasta que Rubio aguante

por Jesús A. Zalama
27 de septiembre de 2015
Rubio y Tejera

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Camiseta diseñada por unos aficionados blanquivioletas en apoyo a Álvaro Rubio Foto: @sofiQTCM_21
Camiseta diseñada por unos aficionados blanquivioletas en apoyo a Álvaro Rubio
Foto: @sofiQTCM_21

36 años, 36. Y aun así… La temporada pasada, con, sin duda, una gran plantilla, ya se sabía que ‘No Rubio, no party’. Una de la tareas de Braulio en el mercado veraniego era que esa ‘rubiodependencia’ acabara por fin en Zorrilla. Y no porque hasta este momento depender de él haya sido algo malo, ha dado esto muchas tardes de gloria, sino porque como he empezado diciendo, Don Álvaro Rubio tiene 36 años y no será eterno. De hecho, no está para noventa minutos, ni para un tanto menos.

Es ciertamente preocupante que a estas alturas de la película siga siendo Álvaro Rubio el eje vertebrador del Real Valladolid. Que sin él, el equipo no juegue a nada, y que sin él, el equipo se apague. Esto, que pudiera parecer una interpretación un tanto peregrina, se ha venido confirmando en los últimos tiempos, y en lo que ha tardado en confirmarse, Álvaro Rubio se nos ha hecho muy viejo.

El partido frente al Nástic de Tarragona es la máxima exposición de que con Álvaro Rubio en el campo, el Real Valladolid funciona. La primera parte del equipo de Gaizka Garitano frente al equipo catalán han sido los 45 minutos con más criterio futbolístico en lo que va de temporada.

Óscar aparecía, Rodri lograba tener espacio para sus movimientos y Mojica obtenía claros uno contra uno que no lograba culminar. Y, una vez más, todo esto empezaba por una salida clara y modélica de balón por parte de Álvaro Rubio. Que parece mentira, pero sigue siendo quien reparte el bacalao en el centro del campo blanquivioleta casi una década después de su llegada.

Y cuando Rubio no está o se le acaba la gasolina, el criterio blanquivioleta se pierde. Y así fue frente al Nástic. Mientras al riojano le duró la gasolina, el Real Valladolid acumuló un setenta por ciento de la posesión del esférico, mientras que al final del partido, esta llegó al sesenta. Se pierde, y mucho, balón sin Rubio en perfectas condiciones, pero, además, es que el movimiento de este pierde frescura y el Real Valladolid se atasca intentando dar salida al mismo cuando Rubio ya no se encuentre clarividente.

¿La solución? Visto que el equipo en su totalidad no se ve capacitado para suplir a Rubio y que la clonación no es una opción viable, quizás sea un único hombre, Pedro Tiba, quien pueda aportar ese criterio al juego vallisoletano. Esa salida clara de balón, y ese fútbol que tanto necesita Gaizka Garitano, quien, por otro lado, frente al Nástic no dio un solo minuto a Tiba.

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