El portero cuajó un partido espectacular en su vuelta al once y gracias a él el Valladolid consiguió escapar con un punto de Granada.

Mucho tiempo había transcurrido desde que Jaime saltara de titular por última vez, allá por el seis de octubre del año pasado ante el Espanyol. Era solo la jornada siete y después de aquel horrible partido, sumado a varias acciones dubitativas del portero en anteriores choques, Djukic decidió que era el momento de Dani Hernández.
El serbio se cargaba de un plumazo al Zamora de Segunda en la temporada del ascenso, uno de los pesos pesados del momento. Desde aquel partido y hasta el encuentro en Los Cármenes, nada menos que veinticuatro jornadas, el venezolano Dani Hernández ha ocupado el importante puesto bajo palos.
Ante el Granada, 197 días después, volvía a ser el momento de Jaime Jiménez. Y vaya momento. Si el Valladolid consiguió salir de Andalucía con un punto fue gracias casi en exclusiva a la labor del manchego.
En los primeros veinte minutos el guardameta ya había desbaratado dos clarísimas ocasiones, la primera nada más comenzar el choque a cabezazo de Nyom y la segunda a un disparo de Íghalo desde la frontal. Pero el show solo acababa de empezar.
Jaime se lució durante el resto del partido con un repertorio de paradas que dejaron patente que tanto tiempo en el banquillo no le había afectado. El portero estaba omnipresente. Poco después sacaba también un chut a Mikel Rico y antes del descanso se hizo con un balón en una jugada embarullada que bien pudo acabar en el fondo de la red. El Pucela estaba KO y Jaime era el único capaz de mantenerlo en pie.
La segunda parte comenzó con otro cantar. El Valladolid pareció despertar –algo que quedó en un simple amago- y los blanquivioletas recuperaron parcialmente la posesión. En medio de la nada aparecía Ebert para transformar de manera magistral una falta en el 0-1 al más puro estilo Ronaldinho.
Antes de que el Pucela se adelantara, Jaime seguía a lo suyo. El-Arabi, que probablemente tendrá pesadillas estos próximos días con el portero, veía cómo el manchego le sacaba un cabezazo que parecía un gol cantado. Hasta que la lógica dijo basta.
El portero acababa de sacar otra ocasión al marroquí cuando Buonanotte puso el millonésimo centro al área. Cabezazo certero y el balón, después de rebotar en el suelo, acabó alojado en la portería. Ni siquiera Jaime podía parar todo en un partido así.
Por suerte el resultado final fue positivo, pese a la empanada de los de Djukic durante casi todo el partido. Jaime, como es lógico, salió de Los Cármenes con una sonrisa en la cara. 39 puntos y una permanencia casi cerrada bien lo merecen, y más teniendo en cuenta que acababa de cooperar a conseguir el último de esos puntos. Ahora queda el tema de la renovación estancada del portero, que a buen seguro resurgirá estos días en Valladolid.
