Tal y como ocurriera en el partido de ida, Bueno y Manucho entraron en el once ante el Rayo y fueron claves para la victoria.

Había cierto aire de duda en Valladolid antes del encuentro frente el Rayo Vallecano. El equipo encadenaba cuatro partidos sin conocer la victoria y dos en los que, con un juego nefasto, no se había conseguido siquiera tirar a puerta.
Estaba claro que para volver a la senda del triunfo había que marcar goles, y Djukic era consciente de ello. Al almirante le tocaba dar un golpe de timón. Óscar, renqueante de la lumbalgia que arrastró toda la semana, al banquillo por Alberto Bueno. Javi Guerra, también a la banqueta por Manucho.
La situación era calcada al choque de ida, cuando los dos jugadores que estuvieran apartados en la pretemporada hacían acto de presencia en el once del Pucela, con Manucho arrebatándole el puesto a Guerra. Y otra vez, ambos volvieron a ser cruciales para llevarse los tres puntos.
No hay más que ver la manera en que se desarrolló el segundo gol del Valladolid, el de la victoria que rompía una racha nefasta. Bueno presiona a Gálvez, se la termina robando y él y Manucho se quedan en un dos para uno. El ex madridista regatea y, casi sin ángulo, se la deja al angoleño para que solo tenga que empujarla. Djukic acertó de pleno con el planteamiento del partido y sus jugadores respondieron durante los noventa minutos.
Porque no solo se trataba de puntuar, primero había que borrar los fantasmas que atemorizaron al equipo durante los dos últimos partidos. Manucho, en sustitución de Guerra, estuvo excelente en la función de bajar balones largos y se esmeró en el trabajo sin balón. Fruto de ello cuajó unos de los mejores encuentros desde que llegara a Valladolid, que culminó con un gol de fe.
Alberto Bueno, que pese a no ser titular la jornada pasada sí estaba gozando de más regularidad que Manucho, también tuvo un papel destacado. El delantero no es capaz de dar el último pase de la misma manera que lo hace Óscar, pero esta vez puso intensidad –de aquello de lo que le acusaba Djukic y una de las razones por las que decidió apartarle en su día- y firmó un gran partido en el que no vio puerta únicamente porque el palo dijo que no.
Una vez que Manucho parece el delantero titular de este Real Valladolid –raro sería que el entrenador serbio volviera a Guerra-, Djukic tendrá que decidir la semana que viene cómo organiza el frente de ataque y si Bueno estará en él o no. Pero lo que no quitará nadie será el partidazo que firmaron madrileño y angoleño para ayudar al Pucela a llevarse tres puntos cruciales en Vallecas.

