El Real Valladolid alcanza con el empate ante el Sevilla la cifra de 40 puntos y se queda a diez del descenso con quince por disputarse.

Era el partido para cerrar la permanencia de manera virtual. Contra un equipo que solo había ganado un envite fuera de casa en toda la Liga y ante toda una afición expectante por dar carpetazo de forma definitiva para estar el año que viene en Primera. No pudo ser y habrá que esperar al menos hasta la semana que viene, pero conviene quedarse con lo bueno del partido ante el Sevilla.
El empate supone la tercera jornada consecutiva sin perder del Pucela y, por tanto, puntuando. De esta manera se llega a la recta final de la temporada con un colchón de diez puntos sobre los puestos rojos que marca el Celta con treinta. El Zaragoza, también con treinta, y Mallorca, con veintiocho, completan los tres conjuntos que caerían a las llamas de Segunda.
El margen es más que aceptable para encarar unos últimos cinco partidos que, eso sí, prometen ser movidos. Queda patente que el Pucela ha cumplido hasta el momento y el trabajo bien hecho permitirá que el aficionado blanquivioleta no tenga que “acabar con el culito apretao tirando de transistor”, como ya dijo hace un par de años Leo Harlem en la campaña de captación de abonados.
Antes del partido hubo cierta sección de la parroquia que no pudo evitar la mosca detrás de la oreja al ver que Zaragoza, Granada y Celta habían sacado los tres puntos en sus correspondientes choques, pero seamos serios, aún en el caso de que el Pucela no consiguiera sacar ni un solo punto de los quince que quedan, sería complicado que acabara siendo carne de Segunda.
Es cierto que se acercan partidos complicados y que hasta que la permanencia no sea matemática no compensa echar las campanas al vuelo, pero hay serios motivos para pensar que en Valladolid se verá fútbol de Primera el año que viene. Diez puntos son diez puntos y es realmente difícil pensar que el margen se reduzca tan drásticamente, pese a malas experiencias pasadas. Pensemos con la cabeza y disfrutemos del momento, aunque sea sin perder la concentración.

