El partido frente al Oviedo sume al Pucela en el hecho en sí que es la Segunda División
El camino hasta el coche desde el estadio, a eso de las dos menos algo de la tarde, era una peregrinación de una afición de Segunda. Es importante señalar que el último término de la oración anterior empieza por mayúscula, dejando claro que la afición es de división de plata por demérito de su equipo que por propio. Sobre todo porque no es momento ahora de andar a vueltas con el respetable, que suficiente aguanta y viene aguantando, más aún cuando contra el Oviedo pareció que tu hermano te quitó la novia y encima se lo montó con ella en tu cama.
Porque echar algo en cara al aficionado blanquivioleta sería tan mezquino como hacerlo con Julio. El vallisoletano bastante tuvo con aguantar el tipo en una papeleta que se tuvo que comer de manera obligada. Mucha ilusión por su parte, qué duda cabe, pero también una responsabilidad excesiva para quien no ha tenido la confianza debida en otros momentos. Además, un escenario horrendo fue el que le presentó su equipo.

Su equipo, que más bien pareció su enemigo, especialmente en defensa. Si el bueno de Julio tuvo algún fallo, como el no salir tras la prolongación en el segundo de los carbayones, la defensa no se queda atrás, es más, le rebasa completamente. Los dos primeros goles son de auténtico chiste y la gracia está en la zaga. Una zaga, recordemos, totalmente remozada, salvo por la continuidad de Chica, y que hasta ahora es lo peor, junto con las sensaciones y el juego, de un equipo que hace casi todo mal y que ya roza el descenso.
Vaya, que a lo mejor la culpa también se deba atribuir a quien elaboró esa defensa en particular y este equipo en general. Braulio, a quien no se le cuestiona su potencial, puede haberse equivocado bastante en la elaboración de la base de su equipo: la defensa. Más aún si quien dirige el equipo es Gaizka Garitano, que ya avisó de la importancia de hacerse fuertes desde atrás. En ese empeño, quizás descuidara el centro del campo, que a día de hoy no tiene ni orden ni concierto.
Parecía ser que con Álvaro Rubio el equipo carburaba algo mejor, pero frente al Oviedo tuvo que ser sustituido en el descanso junto con Óscar, en un buen intento del técnico vasco de revertir la situación. Y ahí apareció Tiba, el mejor de los blanquivioleta frente a los asturianos. Es obvio que quien estaba llamado a tirar del carro en la medular y quien aparece cuando está, no juega más porque su míster, Garitano, así lo considera.
Arriba somos el Guadiana… hasta para las convocatorias. Se caía Diego Rubio frente al Oviedo, apareció Erick Moreno para dar un lamentable espectáculo, Óscar era sustituido en el descanso, Manu del Moral no está y algunos no le esperamos… en fin, que a día de hoy, solo Juan Villar y Rodri parecen haber encarado de mejor manera la temporada, sin grande alardes, todo sea dicho.
Y así, desde el primero al último, desde todos aquellos que forman el club alguna culpa deberá asumirse para tener al Real Valladolid en los puestos colindantes al descenso a Segunda División B. El escalofrío al escribir esto es tan grande como el que recorrió mi cuerpo camino del coche, camino de intentar comprender que todos empezamos a tener una cara muy de Segunda División.
