Larsson firmó un partido bastante flojo en su debut con la casaca blanquivioleta, pero se le vieron ganas de aportar, algún destello y una clara predisposición por el centro más que por las bandas.

La primera del año en la frente para el Real Valladolid. No es tan extraño si se tiene en cuenta el cuantioso número de bajas que tenía el equipo.
Sí, no es ningún secreto que la visita a Balaídos y la posterior derrota han sido un gran tropiezo, no solo por el hecho de no llevarse ningún punto de vuelta a casa, sino también por haber reforzado a un rival al que esta victoria le viene como agua de mayo.
Pero por encima de todo el Pucela, que prácticamente fue un juguete en manos del Celta, había un hombre en el que tenían puestas sus miradas muchos seguidores del Valladolid; Larsson.
El sueco firmó el día de su debut un partido muy en la línea del resto del equipo, es decir, bastante flojo, pero su participación no fue tan mala durante los noventa minutos que duró el partido.
Cuando Djukic dio la alineación inicial, no hubo sorpresas en cuanto a la posición de Larsson. A la derecha, sustituyendo a Ebert. Aunque en los primeros minutos se pudo ver cómo el sueco buscaba más bien su zona natural, la mediapunta, de manera que se encontraba en territorio de Alberto Bueno y acababa por dejar toda la banda derecha para que Rukavina campase a sus anchas, tanto en ataque como en defensa.
Al sueco se le vio voluntarioso y con ganas de demostrar cosas, pero lo cierto es que su poca aplicación defensiva y una quizá excesiva vocación ofensiva de Rukavina, aprovechando todo el espacio que tenía por delante, acabaron propiciando que la mayoría de ataques del Celta por dicha banda, tantas veces desprotegida.
El tema cambió ligeramente en la segunda mitad, por desgracia con el partido ya sentenciado. Con el 3-1 Djukic intentó dar una vuelta de tuerca, retiró a Bueno del tapete y dejó que Larsson se acomodase al centro. Un pequeño acierto, inútil para amagar siquiera con la remontada, pero suficiente para que el sueco tuviera sus mejores momentos, en los que se le vio capacidad de desmarque y velocidad, en teoría lo prometido desde su llegada de Suecia.
Muestra de esta mejoría llegó en su mejor jugada del partido. Peleó en carrera un balón largo, penetró por la derecha, recortó a un defensa que se le interponía en el camino y a la hora de definir… Falló. En vez de buscar el segundo palo, lo intentó por el hueco que tapaba Javi Varas en el primero, abortando así lo que hubiera sido un 3-2 que hubiera venido muy bien para el goal average frente a un rival peligroso por la permanencia.
La cuestión es que Larsson, que ya tiene de por sí muy complicada la titularidad con hombres como Ebert, Óscar u Omar por delante, tampoco puede dormirse en los laureles. Rubén Peña también dejó claro que es más que válido para el primer equipo, al menos para ciertas ocasiones, cumpliendo con lo que Djukic pide. En todo caso, está claro que es difícil que tanto él como Larsson puedan jugar ante el Mallorca, donde volverán los habituales y el cuento para el Valladolid será muy distinto.
