Juan Villar se erigió como la pieza más determinante en la primera victoria del Pucela de Garitano

El término ‘villarato’ se atribuye en el argot futbolístico español más deprimente a los supuestos favores arbitrales que recibía el FC Barcelona en sus choques con el Real Madrid de José Mourinho. Era una época de terror y oscuridad en la que el mandamás del fútbol español, Ángel María Villar, dictaminaba los pasos a seguir por el comité de árbitros para que estos fueran indulgentes con los azulgranas y hostiles con los merengues. O así al menos lo creía el técnico luso e hizo creer al madridismo entero. Años después no se habla de ello, pero el Barça sigue cosechando títulos y Messi sigue siendo el mejor del mundo.
Parece ser que ya no hay ‘villarato’. O lo parecía antes del partido que enfrentaba al Real Valladolid con el Alcorcón en esta segunda jornada liguera. En el mismo, fue fundamental una acción polémica, la de la segunda amarilla a Chema, jugador alfarero, en el minuto 57, pero también lo fue la irrupción en el mismo de Juan Villar. Quizás haya quien hable de ‘villarato’ (a favor del Real Valladolid) más por lo primero que por lo segundo, pero se habrá equivocado de senda.
Y es que, el partido hasta la marcha de Chema no estaba siendo demasiado espectacular, tampoco por parte blanquivioleta. Así pues, la mismo desniveló la balanza, y el peso lo hizo notar el ya nombrado Juan Villar. Primero, remató a gol un centro que parecía demasiado pasado de Mojica, confirmando que el onubense tiene gol. Más tarde, sirvió en bandeja el segundo a Óscar en una internada por banda derecha.
Juan Villar se hizo notar cuando lo hizo el Real Valladolid, tras quedarse con una más sobre el campo, pero es cierto que antes ya había aparecido en la presión adelantada que configuró Garitano sobre la defensa madrileña y con sus continuos desmarques al límite del fuera de juego, situación antirreglamentaria en la que incurrió en repetidas ocasiones, sobre todo en el primer tiempo.
A su llegada a Valladolid, el bueno de Juan Villar venía a ser eso mismo, uno de los buenos, y ante el Alcorcón lo ha empezado a demostrar. Es un jugador desequilibrante, determinante, que cuando se hace notar no se anda con chiquitas. Gol, asistencia y a por el siguiente. Este también debe ser su mandato, esto también es su particular ‘villarato’.
