Jesús Zancada Lobato, juez de línea en Primera División, pasó este lunes por los micrófonos de AQUÍ en Valladolid Radio

En el fútbol hay tres equipos. Sí, sí; han leído bien, tres. El local, el visitante, y el que va de negro; o iba, hoy, ya, colorido. Juega el primero contra el segundo, y el tercero media. Y como cuando uno media nunca deja a todos conforme, por norma es acusado de todos los males, o cuanto menos de unos pocos y de ser malo. Es, el colectivo arbitral, visto como el enemigo, aunque en verdad no lo sea.
Jesús Zancada Lobato, árbitro asistente en Primera División, así lo atestigua. En contra de una opinión que es bastante generalizada, no hay inquinas; solo el esmero y afán de, también, hacerlo bien. “El árbitro también es un deportista. Sabiendo que nosotros también nos equivocamos, desde la base intentamos inculcarles que deben salir al terreno de juego para disfrutar, intentando cumplir las normas e impartir esa justicia que se debe dar”, pondera el linier de Alberto Undiano Mallenco.
El objetivo, también en este caso, es llegar lejos, pero siempre desde esa diversión ‘medida’ y de la educación y unos valores. “Nosotros no vamos a los campos a inventar la pólvora. Hay unas normas escritas que tenemos que aplicar”, reitera uno de los encargados del proyecto de jóvenes promesas de la Escuela de Árbitros de la delegación de Valladolid del Comité Territorial de Castilla y León.
Este proyecto es pionero en la comunidad y en España, y tiene como estrella a Óliver de la Fuente Ramos, colegiado de veintidós años que pita en Segunda División. “Con la Escuela intentamos formar árbitros, pero, sobre todo, personas. Hacemos mucho hincapié en los estudios. A partir de ahí, hacemos mucho hincapié en la disciplina, en el aprendizaje del reglamento y en los entrenamientos. Cada vez las exigencias son mayores en la élite, y buscamos que los árbitros sean cada vez de mayor nivel, como colegiados y como personas”, explica Zancada Lobato.
A instancias de la FIFA, cada vez se apuesta por árbitros más jóvenes, con un mayor físico y, entre otras cosas, conocimiento del inglés. La exigencia es máxima, “siempre desde el cariño”, recuerda el línea.
En Valladolid, el colectivo está conformado por 170 colegiados. Una plantilla numerosa, aunque luego en cada campo ‘compiten’ en inferioridad. “Somos muchos los que empezamos y pocos los que llegamos. Como en todo deporte, tienes que ser bueno y tener tu pequeño golpe de suerte”, comenta quien ya ha llegado y lucha, desde el Colegio de Árbitros provincial porque lleguen más.
