Óscar ajusticia a los hombres de Jorge D’Alessandro con tres goles en el primer periodo. Javi Guerra, a falta de diez minutos para el final, culmina la goleada ante el rival más débil de la categoría.

Amenazaba la dichosa ola de frío siberiano con deslucir la visita del equipo que más veces ha caído en lo que va de competición regular al segundo conjunto de la Liga Adelante que menos veces pierde, pero no fueron sus advertencias más que una brabuconada carente de sentido.
Los termómetros no indicaban temperaturas veraniegas, ciertamente, pero es bastante improbable que ningún aficionado vallisoletano mutase en cubito de hielo a lo largo del envite.
Bien porque Valladolid -como ciudad interior- no entiende de olas, bien porque Ryanair aún no ha abierto línea con Siberia o bien porque la dichosa crisis obliga a ahorrar incluso en frío, los ocho mil blanquivioletas no pasaron tanto ídem.
No así ocurrió con el Nàstic de Tarragona, un equipo gélido, sin alma, que desapareció a las dos carreras y dio motivos suficientes como para que la hinchada local entienda como lógica su situación en la tabla. Apenas tres lanzamientos -ninguno entre los tres palos- y una defensa gelatinosa servirían para considerar a los de D’Alessandro un conjunto bisoño, de no ser porque gran parte de sus hombres han pasado por la máxima categoría.
El pasado, sin embargo, no es más que eso. En el fútbol, más que en una cantidad ingente de cuestiones vitales, lo que importa es el presente. Y hoy, de nuevo, los hombres de Miroslav Djukic han realizado un juego tal por el cual no es descabellado imaginarse un futuro de primera.
Para lograr en ansiado ascenso, no obstante, ha de volver a echarse el cerrojo sobre la meta de Jaime, pues por más que lleve tres encuentros consecutivos sin encajar, Guadalajara, Alcoyano y Nàstic han disfrutado de demasiadas ocasiones francas frente al cancerbero ex de Elche y Ciudad de Murcia.
Berry Powel dejó de ser el holandés errante y pasó a encontrarse de nuevo con Hugo Bargas, con quien ya coincidió en los Países Bajos en las filas del De Graafschap, pero ni así atinaron los catalanes a embocar. El propio Powel cruzó en exceso en el primer mano a mano del partido.
No quedó su desgracia en el error, pues además debió dejar su lugar a Orbegozo tras caer lesionado. Ya con el cachorrillo en el césped, Bargas, solo frente a Jaime, disparó demasiado desviado en la penúltima de las oportunidades granas.
El Real Valladolid sesteaba, como si los dos errores defensivos y los consiguientes sustos no fuesen suficientes para que se mostrase altivo. Lo haría después de que Nauzet Alemán botase el córner del que Óscar González se sirvió para inaugurar el marcador.
A partir del tanto, el salmantino, celestina del gol, empezó a campar a sus anchas por tres cuartos, con lo que el equipo comenzó a hilvanar jugada con paciencia, tiento e incluso brillo. Se asoció con Víctor Pérez, Nafti y Nau en la búsqueda de Guerra, muy activo y voluntarioso, pero también desacertado.
Fruto de un buen desmarque de arrastre de ‘Heartbreak Nine’ fue el segundo tanto de Óscar, que finalizó con la precisión del cirujano y la paciencia del criador de elefantes. Elegante, como tan solo él y Juan Carlos Valerón son en segunda división, fue la vaselina con la que puso el tres a cero y con la que terminaba de ajusticiar a un Nàstic débil y contemplativo.
Tocó y tocó el Pucela durante el segundo periodo, profundizando por los dos costados y sin sufrir ya mayores apuros, buscando regalar a su afición una victoria contundente, si bien lo hizo sin demasiado ahínco, como pretendiendo golear de usted.
Especialmente por la derecha y a la contra, los de Djukic creaban peligro y ponían a prueba a Rubén Pérez, no salvador, pero sí correcto durante toda la tarde. Incluso sin el mago charro sobre el césped, las oportunidades se sucedieron sin la mayor de las suertes hasta el minuto ochenta, en que Javi Guerra culminó en gol una buena jugada trenzada por Alberto Bueno y Marquitos.
Fue la guinda al buen partido propio y malo ajeno, a una muestra más de la calidad del Real Valladolid y las vergüenzas de un Nàstic que sufrirá horrores para mantener la categoría. Lo que importa por estos lares, el ascenso blanquivioleta, sigue viento en popa y a toda vela. Y que así siga frente al Córdoba.
			