Los goles de Ali y Carolina en el tramo final tan solo dieron esperanzas a las naranjas, superadas por un serio Madrid B hasta el minuto 75

Foto: Juan Díez
No todos los días son fiesta, pese a jugar siempre en domingo; no todos los finales son felices, pese a los maravillosos cuentos de la primera vuelta; no en todas las historias acaba apareciendo el héroe, pese a Lucía.
La derrota es el mayor de los tesoros que tiene el fútbol. Porque sirve para reaccionar, para darse cuenta de lo que se falló y, por tanto, lo que es necesario corregir para no cometer en el futuro y para que la victoria posterior sepa aún más dulce. El CD Parquesol se topó con la derrota la semana pasada después de tres meses sin hacerlo, de forma previsible por las claras diferencias con el Tacón, pero volvió a sufrir otro justo castigo tan solo ocho días más tarde.
También podría ocurrir, por qué no, pues el Madrid B llegaba a Valladolid con un equipazo formado en parte por varias jugadoras del primer equipo –entre otras, Irene, campeona del mundo– y, por si fuera poco, impulsado después de derrotar al Atlético de Madrid B y con ganas de ser el que volviera a pescar en el José Luis Saso. Al fin y al cabo el rival también juega, pero caer sin darlo todo de tu parte nunca debe ser negociable.
Ocurrió, no solo por los tres goles en sí porque, aunque sean los responsables de la derrota, solo son la culminación de la imagen general de un Parquesol que compitió a un nivel bajo durante 75 minutos. Sin paños calientes, si bien los demás factores también le daban la espalda al conjunto naranja. Porque, para colmo, falló la que nunca falla.
Podría ser un buen día para magnificar los errores de Lucía, protagonista involuntaria de los dos primeros goles que su equipo recibió, porque cuando un portero se equivoca siempre es la figura más criticada. Pero como en la vida hay que ser justos, aunque no esté de moda, solo los resultadistas con poca memoria podrían criticar a una de las mayores artífices, si no la que más, de que este conjunto se haya convertido en el gigante que es actualmente.
La portera cometió dos fallos que desafortunadamente costaron dos goles, a la vez que también salvó otros dos, aunque esto segundo es tan habitual en el día a día que podría pasar desapercibido y no sirvió para empañar un día negro dentro de quinientos blancos de la cancerbera.
A los veinte minutos, una mala decisión a la hora de salir del área provocó que Ale tirara una vaselina –que también había que meterla– para adelantar a un Madrid B que hasta entonces dominaba, se acercaba con temible verticalidad y ya le había conseguido meter el miedo al Parquesol, que todavía no se había puesto el despertador.
Necesitaba una ducha de agua fría que pudo ser el gol, pero ni por esas las de Rubén Jiménez abrieron el ojo porque siguieron en sus trece hasta que terminó la primera parte entre bostezos. Solo alguna internada de Sandra o de Iria hizo ilusionar a una grada que esperaba otra historia en la segunda parte. Nada más lejos de la realidad y, para más inri, cayó el segundo.
Las naranjas retomaron su mejor versión tras los cambios

Sin oposición, Lucía falló un pase en corto sencillo, de esos que da veinte o treinta veces en cada partido, y Ortega tuvo la suficiente confianza como para robarle el balón, controlar y definir a puerta vacía para desesperación de la portera que no sabía donde meterse. Quien se metió fue Murita –nada más recibir el segundo–, que debutó y cumplió, pero el encuentro ya se había complicado demasiado.
Y se puso aún más cuesta arriba con el tercero, esta vez tras una deliciosa transición en ataque de las madrileñas que concluyó con otro tanto de Ortega, previo pase de la muerte, y Carolina entró a escena. Fue en ese momento –y con las naves quemadas– cuando el Parquesol reaccionó, viéndose con el agua al cuello –como de costumbre–.
Ali no falló a su cita con el gol y cinco minutos más tarde Carolina estrenó su cuenta goleadora de naranja tras una gran jugada individual, que hizo soñar a las naranjas falsamente con otra tarde épica. Más aún cuando vieron que el Madrid B se desinflaba y se quedaba a merced de las locales.
Las pucelanas sabían que era necesario puntuar para no caer en una mala dinámica de un punto de nueve y en una cuarta posición que no preocupa, pero con la visita al Alhóndiga en siete días da un primer aviso.
Hace tiempo el Parquesol descubrió que a base de fe se podía llegar muy lejos. Ese ha sido el mayor ingrediente para convertirse en las reinas de la épica y de la primera vuelta. Pero no el único; también es imprescindible ese juego en equipo y esa contundencia que habían servido para soñar durante tantos y tantos partidos, y que no se logró aunar este domingo. La derrota, esta vez, era justa e inevitable.
CD Parquesol: Lucía; Iria, Rivas (Alicia Rey, min.61), Noe (Judy, min.84), Alicia Fernández (Murita, min. 62); Nata, Barbi, Charle, Yarima (Carolina, min. 67), Sandra y Ali.
Madrid CFF B: Natalia; Claudia (Lorena, min. 55), Herrera, Trapero, Ale; Ronze, Irene, Yasmin (Isabel, min. 79), Belén (Dafne, min. 86), Carla (Gio, min.67) y Ortega.
Goles: 0-1, min. 20: Ale. 0-2, min. 59: Ortega. 0-3, min. 66: Ortega. 1-3, min. 75: Ali. 2-3, min. 78: Carolina.
Árbitro: La colegiada Esther Martín Alonso amonestó con tarjeta amarilla a Alicia Fernández y a Sandra, jugadoras del Parquesol.
Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 15 del Grupo V de la Segunda División Femenina, celebrado en el José Luis Saso ante alrededor de 120 espectadores.
			