Perdió ante el Burgos Promesas por cuatro a cero, confirmó su preocupante segunda vuelta y este fin de semana, salvo sorpresa, dirá adiós de manera matemática al ascenso a División de Honor

Hay algo todavía más descorazonador que no poder conseguir algo y es no lograrlo cuando demostraste que eras capaz de ello. Aunque a veces uno solo se da cuenta realmente de ello cuando lo pierde.
El Parquesol se percatará en unos días, cuando se certifique de forma matemática su no ascenso a la División de Honor juvenil, noticia casi conocida y adelantada por culpa de la abultada derrota sufrida este domingo. por cuatro a cero.
Tras dos semanas de aparente mejoría, los naranjas se pegaron una buena castaña en casa del Burgos Promesas, que evidencia que la segunda vuelta del equipo de Manu Olivas es algo muy lejano a lo que parecía cuando venció a la Cultural por uno a cero y se colocó segundo. En ese momento estaba empatado a puntos con el Burgos CF y ahora está a catorce.
El choque de esta jornada sirve como ejemplo para explicar por qué las cosas van así, pues ocurrieron todos los condicionantes que reflejan la situación del Parquesol: el desacierto en ataque, la desconcentración en defensa, la invisible capacidad de reacción cuando el partido te da la espalda y las situaciones polémicas que, de nuevo, cayeron del lado contrario.
Porque los visitantes, si bien no tienen excusa, merecieron adelantarse. O bien de penalti, porque motivos hubo para pitarlo en el primer acto, o con el gol anulado a David en una posición demasiado justa. Sin embargo, eso no ocurrió y, tras encajar el primero con un error infantil –no se puede regatear en el propio área, menos aún con cero a cero–, se abrió la caja de Pandora.
Dos minutos después, cayó el segundo, fruto de la resignación. Ocurrió hace un mes ante el Diocesanos, y en un sinfín de veces, hasta el punto de que el Parquesol solo ha conseguido levantar dos resultados adversos en toda la temporada –Zamora y Segoviana–, ambos, por supuesto, en la primera vuelta. Y con dos goles que levantar, por mucho que se sacara a cinco atacantes no había nada que hacer, menos aún cuando Álvarez se lesionó y los visitantes ya fueron diez. El desenlace, otras dos dianas en su propia portería.
Más allá de fallos individuales, el problema radicó en el equipo, una vez más. Porque por mucho que falte vistosidad, si algo ha cambiado en estos tres meses es la falta de compenetración, de juego conjunto, de arrimar el hombro cuando la cosa se pone desfavorable. En Burgos, ciudad que será de División de Honor más pronto que tarde –porque la Cultural también perdió, confirmando que es la gran decepción de la Liga Nacional–, el Parquesol volvió a entrar en el estado de ‘shock’ en el que habita desde que precisamente allí, ante el líder, hace dos meses y cuatro días, empezó a echar por tierra sus opciones de ascenso.
