La lucha por la permanencia y los deseos por entrar en Europa protagonizan esta lucha de intereses en un José Zorrilla donde no suelen rendir bien los azulones

Foto: Real Valladolid
El calendario de competición discurre a un ritmo tan frenético que apenas hay tiempo para descansar entre partido y partido. Por mucho que las magulladuras y los esfuerzos de la última jornada aún acalambren las piernas de varios futbolistas, la necesidad de contrarrestar el parón de tantos meses hace que el aficionado se siente en su butaca día sí y día también a la espera de que comience una nueva sesión del espectáculo llamado fútbol. Leganés, Celta y Atleti, por parte del Real Valladolid, y Granada, Espanyol y Eibar, por parte del Getafe, son los duelos que han precedido a este enfrentamiento que medirá a dos equipos envueltos en tesituras distintas.
En efecto, este martes, a las 19:30 horas, y en el José Zorrilla, disputarán la vigesimotercera jornada de la Primera División, según las previsiones, bajo un calor veraniego que parece ha venido para quedarse. En otras palabras, a la acumulación de minutos, a la alta intensidad marcada por la riña de tres puntos que pueden valer un tren a Europa o un viaje a la zona segura de la tabla, habrá que sumar, para mas inri, una subida en el termostato que augura sacar lenguas y que requerirá, esta vez de verdad, so riesgo de desmayo, unas buenas pausas de hidratación para reponer líquidos y coger aire.
Los dos rivales se juegan cosas muy diferentes, pero no por ello menos importantes. Los blanquivioletas, a los que todavía les escuece el no haber podido volver del Wanda con un puntito bajo el brazo, caminan, cual equilibrista de élite, sobre la fina línea de la seguridad y los puestos de peligro. A día de hoy son decimoquintos, a un punto del Real Betis Balompié y a seis del Real Mallorca, que inaugura la franja del descenso.
El Getafe, por su parte, no pudo pasar del empate ante los armeros de José Luis Mendilibar. Se sitúa quinto, con 48 puntos y con la tercera mejor defensa de la competición, que se dice pronto. Portillo, Ángel, Timor o Mata, cuyo nombre no puede pronunciarse por Valladolid sin que se escape un leve suspiro de añoranza, son algunos de los puntos fuertes de este conjunto, que, sin restar brillo a su magnífica campaña, batalla con el recuerdo aciago del curso anterior, cuando se quedó a menos de un palmo de jugar la Liga de Campeones.
En el apartado de bajas, para los pucelanos, destacan las sanciones de Míchel y Waldo, la lesión de Pedro Porro y la ausencia de Raúl Carnero, que no podrá jugar al estar cedido por el propio Getafe. Al margen de los anteriores, Sergio González repite la citación del Wanda, sin Sandro, que sigue apurando su recuperación. Mientras tanto, para Bordalás continúan sin estar disponibles Cabaco y Manojlovic, cuya recuperación se prevé para mediados de julio. Se espera en cualquier caso modificaciones en el once, dadas las circunstancias extraordinarias de esta fase pospandemia que, en el caso de los de Pisuerga, ha permitido el debut de Matheus Fernandes, José Antonio Caro o Javi Sánchez.
Por otro lado, atendiendo a las estadísticas, los getafenses sobresalen por un juego contundente que les ha valido para ser el equipo más tarjeteado de toda la competición: 102 tarjetas amarillas (3’4 por partido) y 3 rojas recibidas en las 30 jornadas disputadas hasta el momento, frente a las 68 cartulinas amarillas y ninguna expulsión que firma su próximo contrincante. El Pucela, a falta de datos especialmente reseñables, puede presumir de haber vuelto mejor que los azulones, ya que han cosechado cuatro puntos en los tres últimos partidos, el doble que los de Bordalás.
Así las cosas, se espera una buena tarde de fútbol en el José Zorrilla, que ejerce cierto efecto de maldición en el Getafe. Tal es así, que de las doce ocasiones en las que los de la capital han visitado el feudo vallisoletano, solo han puntuado en cuatro de ellas (tres empates y una victoria). Esta vez, el aliciente de la Champions puede ser determinante, o quizá el deseo de permanecer en Primera sea todavía más fuerte. El resultado, y la respuesta al interrogante, se sabrá en poco más de veinticuatro horas.
 
			