El boecillano vuelve al campo que le vio nacer a la élite deportiva y que le vio marchar tras una temporada en la que el equipo consiguió permanecer en Primer División con su aporte en defensa
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El verano de 2019, uno de los miedos que reconcomían la moral de los seguidores del Real Valladolid miraban a la defensa. Fernando Calero, jugador de la provincia, querido por la afición, salido del filial y con un rendimiento notable en las dos temporadas anteriores, parecía más cerca de marchar que de seguir como central estrella del equipo que le vio nacer a la élite futbolística.
Su rendimiento ya destacaba de manera llamativa y llamaba de alguna manera a aquellos equipos que buscaban con ansias un central con proyección. La carrera, después de oírse nombres como el de Arsenal, Atlético de Madrid o Borussia Dortmund, la ganó el Espanyol. El Valladolid se quedaba sin Calero, pero Calero también se quedaba sin el equipo en el que dio su pico más alto de nivel.
Desde sus primeros pasos en el fútbol en el Valladolid, pasando por las inferiores del Málaga, hasta la llegada a profesional con el Valladolid B en Segunda División B, Fernando Calero mostró algunas habilidades que siempre destacaron y que llamaron la atención de técnicos y aficionados. Central con buena salida de balón, que destaca seriamente en la velocidad con la que es capaz de ir al corte, Calero creció de manera fulgurante en el filial, para ir sonando cada vez más en el primer equipo del Pucela, hasta su alternativa en el año 2017.
Su temporada en Segunda División ya supuso un cambio importante para la línea defensiva y, ya con Sergio González, un baluarte desde el que construir un equipo que ambicionara y lograra el objetivo del ascenso. En su debut en LaLiga mostró regularidad desde la zaga pucelana, siendo importante en las labores constructivas de juego desde la defensa y también contribuyendo en ambas áreas, siendo uno de los elementos más participativos en el juego aéreo blanquivioleta.
El central de Boecillo salió del Real Valladolid en el mercado de verano del año 2019 tras el abono por parte del Espanyol de ocho millones de euros, cifra por la que se hizo propietario del defensa para la actual campaña, en la que no está consiguiendo encajar al 100% con las ideas que proponen los diferentes entrenadores que han pasado por el banquillo blanquiazul.
Su época más importante en Barcelona, bajo las órdenes de David Gallego, no fue todo lo cómoda que se podía esperar, con errores que lastraron la integración del vallisoletano en la titularidad. Con la llegada de Machín, el técnico español dio prioridad a Bernardo en detrimento suyo, impidiendo una redención que, en la actualidad, con Abelardo, también parece compleja. Un regreso agridulce, en el que el césped de Zorrilla parecerá de nuevo la vuelta a casa, aún con distinta camiseta.
