Desde el descenso a Segunda División en junio de 2014, el Real Valladolid ha marcado cinco goles en propia meta; uno de los más dolorosos, el de Balbi en Anduva
Pocas cosas fastidian más a un jugador y a un hincha de un equipo de fútbol que el árbitro o el línea anulen un gol, máxime si es legal. Pero la rabia y la desazón que se apodera de aficionados y futbolistas cuando estos últimos marcan un gol en propia meta son casi indescriptibles.
Porque quien más quien menos recuerda algún tanto marcado por los que llevan su camiseta, pero sube al marcador del rival. Y qué sensación de impotencia.
Los aficionados del Real Valladolid han experimentado efecto hace escasos días y, para más inri, contra uno de los eternos rivales en un derbi histórico por los años que hace que no acontecía. El 1-0 a favor de la Cultural y Deportiva Leonesa no lo marcó ni el exblanquivioleta Rodri, ni Guarrotxena. No.
Lo marcó Guitián en propia puerta, en el minuto diez, después de que Señe intentara centrar, pero se encontró con la pierna del central cántabro que fue el que metió el balón en la portería defendida por su compañero Masip. El tanto de la jornada cuatro de la 2017/18 pudo escocer, pero seguro que no supuso un dolor tan grande como el que se automarcó Balbi la pasada campaña frente al Mirandés en Anduva.
En el minuto 95, cuando los blanquivioletas ya sumaban mentalmente tres puntos que les hacía poner pie y medio en play-off, de repente… ¡pum! Un gol que a la postre costó demasiado caro y también ante un rival regional. Un tanto en propia meta que hizo que la sombra de Anduva fuera alargada para el resto de temporada.
Claramente, la diana más desoladora en mucho tiempo, casi tanto como la de Manucho el año del ascenso en Zorrilla frente al Hércules. Aunque si hubo una jugada angustiosa la temporada 2016/17 fue la que terminó con el gol en contra de Guitián en un balón fatídico que Pau Torres no acertó a despejar; jugada en la que el guardameta poco más pudo hacer, tan solo lamentarse, olvidar ese enfrentamiento ante el Girona e intentar salir hacia delante. ¿Que no se acuerdan? YouTube es una magnífica hemeroteca para hacer sangre, aunque mejor quedarse con la impecable reacción de la afición del Real Valladolid y de los compañeros de Pau y Guitián, que no hicieron más que animarles y hacerles ver que esto, a pesar de todo, solo es fútbol.
Menos mal que en la campaña 2015/16, sí, la del casi descenso a Segunda B, la del año en que hubo tres entrenadores y se logró la salvación en Elche con Baraja en el banquillo, no hubo goles en propia puerta. Hubiera sido la guinda a un pastel que, de dulce, tuvo muy poco. Un año antes y con Rubi dirigiendo la nave pucelana, se dieron dos tantos a favor de los rivales marcados por blanquivioeltas.
Cronológicamente, el primero fue de Marc Valiente frente a Osasuna en El Sadar. Un catorce de febrero en el que el Real Valladolid rompió un poquito el corazón de sus aficionados. Óscar González empató la contienda, pero el defensa catalán dio alas a los rojillos con su gol en propia, y terminaron llevándose el gato al agua. Meses más tarde, a finales de abril, el Pucela visitó Gran Canaria para medirse a Las Palmas en un partido que terminó empate a uno. Roger adelantó a los blanquivioletas, pero Javi Chica desvió a su propia portería en un centro raso de Araujo desde la izquierda en el que Javi Varas poco pudo hacer.
Ya dice el refranero español que obras son amores y no buenas razones, lo que en el mundo del fútbol no son otra cosa que goles. Pero en la portería del contrario, no en la tuya. Porque ellos no quisieron, no quieren, ni querrán, pero desde que el mundo es mundo y el fútbol es fútbol, los goles en propia se dan. Que el de Guitián en León haya sido el último que los rivales celebren y que el del central a pase de Óscar Plano sea el primero de muchos esta temporada para dar puntos a un Real Valladolid que quiere estar arriba.