Rubi tratará de volver a brillar con luz propia en su nuevo reto como técnico a orillas del Pisuerga

Tras su irrupción en el fútbol catalán, Rubi dejó de ser simplemente el nombre de un mineral acentuado para ser algo más, relacionado con el color de pelo del joven técnico cuando este no levantaba dos palmos del suelo. Y fue así porque, tras colgar las botas, en los banquillos desarrolló una atractiva apuesta ofensiva que se vio recompensada por medio de los resultados.
Joan Francesc Ferrer Sicilia había conseguido, en sus dos primeros años como técnico, dos octavos puestos al frente del Vilassar de Mar, en Tercera División (2001-2003). Aunque, realmente, el verdadero triunfo fue la apuesta por el fútbol de toque en una categoría en la que brillaba por su ausencia. Un año más tarde, elevó al L’Hospitalet a la promoción de ascenso a Segunda B, donde el equipo finalmente no pudo ascender y que se quedó en la olvidada Tercera.
Su primera toma de contacto con la Segunda B finalizó cuando le dieron en el Sabadell su primer mal trago, una destitución. Sin rendirse, Rubi recaló en el fútbol base del Espanyol. En su primer curso como blanquiazul (2005/06) coronó al Espanyol B a la división de bronce. Pero un nuevo cese volvió a truncar sus aspiraciones. En la 2008/09 se incorporó a un proyecto que por impaciente, terminó siendo relegado del banquillo del Ibiza a los pocos meses de comenzar. Y un año más tarde, tocó con la yema de los dedos los puestos que permitían el ascenso a Segunda con el Benidorm.
Y cuando todo parecía perdido, cuando su vida se alejaba cada vez más de los banquillos, Rubi recibió una llamada. Raúl Agné, entrenador del Girona en la campaña 2011/12, le ofreció integrarse en su cuerpo técnico como analista. Un puesto que a pesar de no ser lo que él desearía, le permitió ir escalando. Tras la necesaria destitución, pasó a ser segundo entrenador de Yosu Uribe y posteriormente de Javi Salamero. Logró hacerse con la salvación, pese al sufrimiento. Y especialmente, con el respeto y cariño de los jugadores, que un año después, entrenarían bajo sus órdenes.
Luces en el Girona

A un paso de la máxima categoría del fútbol español. De esa manera se despidió del Girona el técnico catalán, que se convirtió en el entrenador revelación de la categoría de plata. No fue fácil. Tras estar en la temporada 2011/12 como el ayudante de Javi Salamero, el exjugador dio el salto al primer equipo del Girona un año después, que le valió para escribir su nombre en los libros de historia del club gerundense, al haber logrado una espléndida campaña y disputar el play-off de ascenso a la Primera División.
Aunque, a decir verdad, fue más allá. Rubi logró reconciliar a una ciudad con el fútbol y pelear por el ascenso directo hasta el último suspiro, logro que terminó viajando hasta Almería. Pese a tener uno de los presupuestos más bajos de la categoría, apostó por la valentía. El Girona terminó la temporada con 16 partidos sin encajar un solo gol (recibió 56 en todo el curso) y lograr después de 18 goles a balón parado, de un total de 74. “Jugar bien es todo: atacar y defender bien. Hay que tener todo trabajado: jugadas de estrategia, presión, repliegue, saber jugar directo o cuándo elaborar”, comentó en una rueda de prensa.
Su mayor virtud como entrenador fue superar su mayor defecto. Con los años, se convirtió en un técnico más equilibrado, sin renunciar nunca al ataque. “Lo que más me llamó la atención de Rubi fue su apuesta: salíamos a jugar igual en todos los campos y nunca especulábamos con el resultado”, en palabras de Dani Mallo, excapitán del Girona.
Sombras en el Barça

El Girona, agradecido al técnico, le ofreció continuar como máximo responsable técnico. Pero la llamada que esperaba desde hace años llegó. Y no podía rechazar esa oferta. “Era una oportunidad a la que no podía decir que no”, comentó Rubi. La misma propuesta que años antes había recibido, la aceptaba a sus 43 años. Francesc Ferrer recibió la oferta del Fútbol Club Barcelona para que se integrase en el staff técnico que comandaría Tito Vilanova.
De esa manera, el equipo técnico del primer equipo quedaba formado por Tito Vilanova, como primer entrenador, Jordi Roura de segundo y Rubi como asistente. El contrato, por una temporada con otra opcional, se vio truncado a la llegada de Gerardo Martino a la Ciudad Condal. Y unido todo ello, a todos los problemas a los cuales la entidad barcelonista ha tenido que sobreponerse en los últimos años.
De jugador a entrenador, con la técnica que le hacía leer los partidos como entrenador en su etapa de futbolista. Paso a paso, cortos pero seguros, se ganó a pulso que su nombre sea algo más que aquel simple mineral. El de un entrenador con ganas de dar el salto a la máxima categoría del fútbol español. Con las ganas de recuperar ese protagonismo perdido.
