Sisi recibió una vez más el cariño de la que siempre será su afición, a la que respondió con sonrisas y más cariño

El conductor del autocar tocó el claxon, como diciendo “venga, chicos, que es tarde”, porque él todavía estaba allí fuera, correspondiendo al cariño recibido con sonrisas y más cariño. No era el único rezagado, pues aún había algún que otro compañero al teléfono, pero el aviso era obligado para Sisi, no fuera a ser que se quedase allí todavía un buen rato más.
Pero lo hizo. Intentó consolar a una chica que lloró ante su abrazo. Bromeó con la peña Pe-Si invitándoles a que fundaran otra con otro nombre, agradecido, en realidad con su respuesta; “nunca lo haremos”. Pasará mucho tiempo antes de que se disipe su recuerdo, antes de que en cada una de sus visitas deje de escuchar gritos de “Sisi, Sisi” de los más pequeños cuando enfile la salida del Nuevo José Zorrilla.
“Siempre que vengo la gente me trata fenomenal. Por las redes sociales es fácil recibir el cariño de la gente, y la de aquí me lo transmite muchas semanas. Estoy muy contento”, decía Sisi en la puerta del autobús. Contento también por haber sumado un punto, lamentó, sin embargo, que los dos equipos se tuviesen algo en juego en el encuentro –que nunca enfrentamiento–.
El menudo jugador reconoció que siempre “es raro” jugar contra un Real Valladolid, aunque admitió que esta vez “un poco menos”, porque el equipo ha cambiado “mucho”. Siempre es chocante cambiarse “en otro vestuario” o “jugar contra gente como Óscar”, que es con quien “siempre querría jugar”. Pero tocaba, y Sisi, para variar, se vació en el pasto; en defensa los noventa minutos y en ataque luciendo solo durante la primera mitad, ya que en la segunda Osasuna atacó con menos continuidad (y aun así pudo ganar).
En lo deportivo, lo mejor del partido para Sisinio fue que se marchó con un punto en la maleta. “Con el nuevo entrenador las sensaciones están cambiando, al menos en cuanto a los puntos. Tenemos que hacernos fuertes y trabajar para sumar. Los partidos no son muy abiertos, quizá sean feos, pero tenemos que intentar jugar a eso”, concluyó. Antes de seguir sonriendo a su gente mientras el autocar esperaba.
