La afición del Real Valladolid se encuentra dividida entre la anestesia y el cambio, entre quienes creen que para mejorar hay que echar a Juan Ignacio y los que no ven salida a la actual situación que atraviesa el equipo
Pucela es, en ocasiones, ciudad de trincheras –Jaime o Dani Hernández, Manucho o Guerra, Mendilibar o Djukic–, pues se divide como si fuera dos Españas. Tras no poder pasar del empate ante el Levante, también, aunque las dos corrientes coinciden en algo: el Real Valladolid va camino de La B.
La dicotomía se encuentra en si la actual situación se puede revertir o no. Piensan unos que sí, que hay tiempo, que no estamos tan mal, que diría aquel, y que el equipo necesita la ‘motivación’ de un cambio de entrenador. Creen otros que es tontería, que nada se puede hacer ya, puesto que las limitaciones son las que son y el plantel será incapaz de salir de esta, bien por falta de actitud, de aptitud o ambas.
Y los implicados, ¿qué opinan? La plantilla, que se puede. Juan Ignacio, que tiene fuerzas. Y Carlos Suárez, que en un primer término no garantizó su continuidad, que en La Rosaleda continuará siendo el alicantino el técnico blanquivioleta, según explicó horas después del partido ante el Levante en la Cadena Cope. Aunque, sin pretender desdecir al máximo mandatario, podría no ser así.
Durante esta semana, en las oficinas se respiraba un ambiente de final, no solo porque los tres puntos fueran de una importancia capital, sino porque eran vitales en términos contractuales para JIM, como es, de nuevo, llamado el director técnico. Si no ganaba, estaba fuera, incluso empatando.
Ante el equipo de Caparrós, el Real Valladolid dominó el balón, más que el espacio. Como una consecuencia que acostumbra ser lógica –salvo en el caso de los blanquivioletas, que no siempre lo hacen–, dispusieron del mayor número de ocasiones. Escaso y de poca importancia, pero en fin. Ahí estuvieron varias internadas de Valdet Rama, diferentes centros sin rematador de los laterales y varias llegadas sin remate de Fausto Rossi.
El Levante consiguió adelantarse en una primera mitad anodina, en la única oportunidad de gol de la que dispuso durante los más de noventa minutos de juego –o de cronómetro, más bien; de juego efectivo fueron muchos menos, por las distintas pérdidas de tiempo de los granotas–. El Pucela, sin ritmo ni alma, tocó y tocó, como el alma en pena que vaga. Pero nada.
El empate llegó tras la reanudación, con un balón mordido, que entró casi llorando. Guerra aventuró una recuperación que se quedó a medias, ya que el atisbo de remontada se quedó en eso debido al mayor oficio, mejor hacer o llámenlo como quieran de los de Caparrós. También en la grada, donde la afición festejó, pero no terminó de venirse arriba, apática.
Y en esas estamos hoy. Con la sensación de que el fútbol no alcanza, de que a veces el Real Valladolid no quiere y, sobre todo, nunca puede. Bien visto, quizá sería mejor decir que así llevamos un tiempo, largo en el que solo el espejismo del Villarreal nos alegró la vida… y se la dio a un Juan Ignacio Martínez que pudo dejar de ser entrenador tras aquel partido.
Tres puntos sobre doce posibles sumados desde entonces han dejado de nuevo al técnico en la picota, con la sensación de que el equipo no termina de creer en él y la dirección ya no lo hace, o no al menos como antes. Por eso, y porque las decisiones no se toman en caliente, no es descartable que, a pesar de las palabras de Carlos Suárez en El partido de las 12, haya un relevo en el banquillo en los próximos días.
Entrenamiento matutino
Entretanto, mientras los periodistas intentan saber qué piensa hacer el presidente y la afición se debate entre decir un pronto adiós a Primera o a Juan Ignacio, este ha dirigido hoy una nueva sesión de entrenamiento prevista para su desarrollo sobre el césped de Zorrilla y celebrada, finalmente, sobre el maltrecho de Zaratán.
La sesión, de recuperación para los titulares, contó con las ausencias de Jeffrén, Mitrovic, con un golpe en un pie, Peña, con problemas estomacales, y Rossi, con permiso del cuerpo técnico, y con las incorporaciones de los canteranos Facundo, Adrián, Pesca y Pape, que se ejercitaron al mismo ritmo que los que no jugaron ante el Levante y aquellos que entraron de refresco.
El primer equipo descansará mañana domingo y volverá a los entrenamientos el lunes por la tarde, esta vez sí, en Zorrilla. Salvo novedad, a las órdenes de Juan Ignacio Martínez. Mientras unos siguen con los cuchillos afilados y otros lamentando que nos fuimos a La B.